Desde comienzos del siglo XXI las relaciones entre Uruguay y China se han intensificado en varias dimensiones. Desde el punto de vista comercial, China ha pasado a ser un socio comercial clave, un país al que se le vende mucho y se le compra otro tanto. Si bien el tipo de comercio es complementario, producto de que Uruguay exporta materias primas e importa productos manufacturados, la relación se ha hecho más dependiente. Del total del comercio exterior uruguayo, China representa al menos un cuarto. Cualquier tipo de estrategia de política exterior uruguaya debería considerar estos datos, como también la oportunidad de adquirir productos intraindustriales más accesibles y fortalecer algunos sectores de la industria nacional.

El embajador de la República Popular China en Montevideo, Wang Gang, ha expresado recientemente que las relaciones comerciales entre los dos países se incrementarán incluso en 2020. También destacó: “China hoy es el primer mercado mundial de la carne en consumo y en importaciones. En los últimos años estamos adoptando una política que facilita la importación, acelerando los trámites de acceso al mercado”.1

En octubre de 2016, el ex presidente Tabaré Vázquez visitó China con una amplia delegación, y firmó en Pekín la asociación estratégica entre ambos países y un compromiso de buscar un tratado de libre comercio (TLC) entre el Mercosur y China o, de no ser posible, un acuerdo bilateral entre ambos países. Esta posibilidad, fijada para 2018 por los 30 años de relaciones diplomáticas (1988), perdió vigor debido a varios factores internos y externos.

Recientemente, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte –quien fue presidente de la Federación Rural–, se expresó sobre posibles movimientos de Uruguay con respecto a su relacionamiento comercial con China. Dijo que “hay herramientas, más allá del TLC, a las que Uruguay podría recurrir para mejorar el acceso a China”. Mencionó que hay un artículo en la Organización Mundial de Comercio (OMC) al que se podría “recurrir para el tratamiento preferencial para economías en vías de desarrollo”. Aclaró que “tienen una contrapartida, a la que Uruguay tiene que estar dispuesto a acceder”.

Al parecer, al nuevo gobierno uruguayo se le han agotado las salidas para firmar un TLC con China, al menos por el lado del Mercosur, tomando las propias palabras de Uriarte al decir que se busca “una alternativa para mejorar el comercio con China que no sea mediante el TLC, que puede llegar a tener limitaciones dadas por el propio marco del Mercosur”. Y hay que sumarle a esto el reciente anuncio del gobierno argentino de que abandona las negociaciones comerciales con otros país, como Corea del Sur, salvo con la Asociación Europea de Libre Comercio y la Unión Europea.

Es previsible que se busque con varios países del sudeste asiático, considerado una de las regiones más dinámicas y de mayor crecimiento en el mundo.

Parece evidente, y ya lo manifestó el propio canciller Ernesto Talvi, que Uruguay irá a buscar acuerdos de libre comercio por el mundo. Es previsible que se busque con varios países del sudeste asiático, considerado una de las regiones más dinámicas y de mayor crecimiento en el mundo, y en cuanto a China, que se dé la disputa política a la interna del Mercosur y se vaya avanzando en paralelo vía OMC.

Existe un inconveniente con la estrategia planteada recientemente por el gobierno uruguayo. Ignacio Bartesaghi, de la Universidad Católica, aludió a este tema hace pocos días.2 Uruguay no entra en el perfil de país de renta media, lo que puede dificultar el uso de esa herramienta. Es por la graduación de Uruguay como país de renta media que se han dado ciertos cambios en las relaciones con China. No está vinculado de manera directa al TLC, pero sí es cierto que China se ha transformado en un socio clave en cooperación internacional, considerando la vacante dejada por otros países producto de la graduación.

En otro orden, queda claro que en este tema existe continuidad entre el gobierno del Frente Amplio y el de la coalición multicolor. Hay restricciones dadas por factores externos, básicamente por la Decisión 32/00 del Consejo del Mercado Común, que limita las negociaciones comerciales con otros socios –o limitaría, ya que muchos cuestionan la vigencia de dicha decisión–, salvo que sea “permitido” por el bloque, como lo fue el TLC entre Uruguay y México.

Por último, en mi opinión, no creo que esta sea una mala señal del gobierno uruguayo hacia China, más bien es un sinceramiento de que es difícil un acuerdo si no cuenta con el Mercosur, y una muestra de compromiso por seguir avanzando en la relación estratégica, en este caso considerando la dimensión comercial.

Andrés Raggio es licenciado en Ciencias Políticas y diplomado en Estudios Internacionales, doctorando en Relaciones Internacionales con especialización en China contemporánea.


  1. Sarandí, 03/04/2020. 

  2. El País, 17/04/2020.