De forma atípica, pero por razones evidentes para todos, el domingo 27 se llevaron a cabo las elecciones departamentales y municipales en nuestro país. Las quintas desde la reforma constitucional que las desvincula de la nacional y las terceras del tercer nivel de gobierno (municipios).
En Montevideo se destaca la consolidación del Frente Amplio (FA) como partido predominante, esto es, un partido que gana más de tres elecciones consecutivas con una votación considerable, pero existiendo competencia real. Segundo, la nueva disminución del voto en blanco y anulado, que algunos estudios habían asociado a un malestar entre los votantes del FA; en este sentido las candidaturas múltiples parecen ser efectivas en Montevideo. El voto en blanco y anulado a nivel departamental pasó de 13,8% en 2010 a 4,9% en estos comicios.
En tercer lugar, esta competencia se va estableciendo entre bloques, lo que parecería racional bajo la regla electoral de la mayoría simple, que es una regla diferente de la que aplica para las elecciones nacionales. Sin embargo, es un fenómeno de las dos últimas elecciones. En consecuencia, hay que destacar un éxito en la derrota para la coalición multicolor (CM): han mejorado mucho la coordinación electoral con respecto a 2015, al lograr comparecer bajo un lema único.
Pasando a la competencia entre bloques, si bien la coordinación puede ser considerada un éxito de la coalición, es redundante aclarar que sería su único éxito del domingo en Montevideo. No me atrevo a considerarla el equivalente a una elección de medio término, que pueda servir de termómetro a la gestión nacional, porque sucede en niveles distintos y al poco tiempo; sin embargo, no puede negarse que para el FA es un logro retener Montevideo por casi la misma diferencia que en 2015, mientras que para la CM no poder capitalizar la victoria nacional junto a la alta aprobación del gobierno, sumado a no disminuir, lo que se llama margen de victoria (diferencia en puntos porcentuales entre el primero y el segundo), es una derrota. No obstante, al salir de Montevideo este análisis se matiza.
La victoria del FA era pronosticada en todos los análisis de opinión pública. Por eso, no es en la volatilidad electoral que está el interés, sino en la volatilidad intrabloque. Comenzando por el FA, la victoria de Carolina Cosse, pronosticada en el tramo final pero inesperada al comienzo de la campaña, demuestra que la reelección del intendente del FA en Montevideo es compleja. Tan sólo Arana logró esto, pero –más paradójico aún– Martínez presentaba, a diferencia de su predecesora, un nivel de aprobación favorable y había ganado en 2015 por buen margen, que supondría su reelección al retener a sus votantes. Carecer del apoyo de su propio sector y del apoyo de alguno de los sectores más fuertes en Montevideo fue clave. Esto indica que entre octubre de 2019 y setiembre de 2020 se produjo un cambio en la correlación de fuerzas, que se puede evidenciar en los votos a la Junta Departamental. Se ve una pérdida de votos de los sectores que apoyaron a Martínez tanto en 2015 como ahora, a destacar el Frente Liber Seregni. En cambio, se registró un aumento del apoyo al Partido Comunista: la 1001 casi duplicó su votación de 2015. La alianza entre socialistas y comunistas se convierte en la primera fuerza departamental en la izquierda, con poco más del tercio de sus votos.
No puede negarse que para el Frente Amplio es un logro retener Montevideo por casi la misma diferencia que en 2015.
Sin embargo, los cambios intrabloque son aún más interesantes en la CM, donde sí hay sorpresas. Principalmente, el desplome de Cabildo Abierto, que llegaba a los comicios con altas expectativas transmitidas por su liderazgo (editoriales, discursos) y resumidas en ser la clave para llevar a Laura Raffo a la intendencia, ganar un municipio y varios ediles. En cambio, tuvo una derrota total al obtener apenas 4% de los votos de la coalición (2% departamental), lo que representa cinco veces menos que los colorados (PC) y, de hecho, menos votos que el Partido de la Gente (PdlG). Entonces, la correlación de poder a nivel departamental en Montevideo también cambió bastante en la CM. Hay que recordar lo sucedido en 2015, cuando el PdlG duplicó al Partido Nacional (PN). El domingo, sobre todo, se consolidó la posición del PN como líder de la coalición, aumentando su diferencia de votos con todos los socios en Montevideo, a destacar con el PC. Esto último es un proceso que ya había señalado Antonio Cardarello y que comenzó en 2005, cuando el PN empezó a desplazar al PC en Montevideo, que supo ser su bastión. El domingo, el PN no sólo lideró la lista –entiendo que es polémico, porque Raffo no participaba en política, pero puede considerarse blanca, y así lo han mencionado varios líderes partidarios–, sino que obtuvo 58% de los votos de la CM.
“Votá municipio”
La frase del subtítulo fue tendencia en las redes sociales por parte de ambos bloques. Estaban en lo correcto, ya que la participación a nivel local implica depositar una segunda lista para decidir a nivel municipal. Lo usual en Montevideo era el voto sólo al intendente, ya que como indica la literatura al respecto, la elección superior condiciona o “arrastra” (¡pasa en esta propia nota!). Lo bueno para los defensores de la existencia de los municipios es que este comportamiento cambió el domingo: los votos válidos de los montevideanos a nivel municipal casi se duplicaron, pasando de alrededor de 23% a 40%. Es cierto que es un promedio y es engañoso; el comportamiento fue heterogéneo y la participación varió según cada municipio, dependiendo de si se consideraban disputados; sin embargo, aumentó en todos.
En lo municipal estuvo el único batacazo en Montevideo: la derrota del FA en el Municipio F. Quiero detenerme aquí porque, si bien desconozco las causas, me animo a nombrar el mecanismo: no poner las dos listas, que produce que un partido pueda ganar la departamental en la circunscripción municipal, pero perder el municipio. En el F el porcentaje de votos válidos baja a 34%, o sea casi dos tercios de quienes votaron intendente no lo hicieron en el nivel local. Además, el municipio F pesa simbólicamente: se trata de una zona donde la ganadora departamental hizo mucha campaña, donde nació y donde se encuentra el tan polemizado durante la campaña Antel Arena.
Argimón: “Un avance en el posicionamiento de las mujeres en la política”
Finalmente, quiero cerrar con una cuestión normativa, pero cuya evidencia empírica es abundante. Mi posición poco puede interesarle al lector, pero calculo que la de la vicepresidenta sí es de interés, entonces hago eco de sus dichos. Aquí es donde la diferencia entre lo que sucedió en Montevideo y en el resto del país es abismal.
La campaña y el resultado del domingo son un hito en la representación política femenina en Uruguay: no había registro de dos candidatas mujeres en los principales partidos, menos siendo las más votadas del departamento. Además, sucedió en dos casos, al replicarse la situación en San José. Esto fue muy diferente de lo sucedido en el resto del país. Aunque el país vuelve a tener dos intendentas, su registro máximo de 2010, coincido en que se puede hablar de avance. No me animo a hablar de gran avance, porque si bien Montevideo es el departamento más poblado y tuvo una campaña competitiva, la participación femenina no fue lo usual en el país, más bien la excepción. Pero es un avance que –sabrán mucho mejor que yo quienes se especializan y/o militan– va a llevar a más avances. La intendenta electa de Montevideo, Carolina Cosse, ya prometió un gabinete paritario, y es difícil creer que no intentará nuevamente ser la primera candidata mujer a la presidencia de la República.
Gonzalo Puig es politólogo.