A partir del miércoles 1° de setiembre, una sala de la Corte Penal Internacional con sede en La Haya llevará el nombre de Felipe Michelini. Un merecido homenaje a un destacado político, abogado y activista por los derechos humanos, y un importante reconocimiento al rol de nuestro país en la consolidación de la justicia penal internacional.

En julio de 1998 tuve el privilegio de conocer a Felipe Michelini en el curso de Derechos Humanos que dictaba en la Facultad de Derecho de la Udelar. Ese mismo mes y año se adoptaba en Italia el Estatuto de Roma, tratado que creó la Corte Penal Internacional, primer tribunal penal internacional y único con carácter permanente. En esas frías mañanas montevideanas, desde el salón del subsuelo del anexo de la Facultad de Derecho, sólo con vista a los pasos de los peatones que transitaban por Tristán Narvaja, vivíamos con mucha ilusión ese momento histórico. Pensábamos también en el largo camino que faltaba recorrer, ya que se necesitaba la ratificación de 60 países para que el Estatuto de Roma entrara en vigor. Un sueño que parecía lejano, pero que se hizo realidad cuatro años después. La Corte Penal Internacional inició su funcionamiento el 1° de julio de 2002.

Felipe Michelini dedicó veinte años de su vida a la implementación del Estatuto de Roma y al fortalecimiento de la justicia penal internacional. En un primer momento, a través de la diplomacia parlamentaria, junto con la organización Parlamentarios para la Acción Global. Su incansable labor fue clave en la ratificación del Estatuto de Roma en la región, y el resultado es claro. Desde 2009 todos los países sudamericanos son parte del Estatuto. Felipe fue también uno de los principales impulsores de la Ley 18.026, aprobada en 2006. Uruguay pasó a ser el primer país latinoamericano en contar con una ley de implementación del Estatuto de Roma. Esta ley reformó el Código Penal para incluir los crímenes internacionales reconocidos en el Estatuto (genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión), estableció la obligación de Uruguay de juzgar estos crímenes, así como su imprescriptibilidad. La ley fue utilizada como modelo en países dentro y fuera de la región.

En 2015 fue elegido miembro del Consejo Directivo del Fondo Fiduciario de Víctimas de la Corte Penal Internacional, cuya misión es reparar a las víctimas de los crímenes reconocidos en el Estatuto de Roma. Al momento de su prematura muerte Felipe se desempeñaba como presidente de dicho organismo.

Sin duda es un importante y merecido reconocimiento, además de un acto muy simbólico para nuestro país. Un homenaje que llenaría de orgullo a Felipe.

En mayo de 2020, a un mes de su fallecimiento, el Consejo Directivo del Fondo Fiduciario de Víctimas, impulsado por un grupo de organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Human Rights Watch y Redress, comenzó a pensar en formas de reconocer la trayectoria y aportes de Felipe Michelini a la justicia internacional. Fruto de este diálogo es que el día de ayer, en el primer evento presencial, aunque limitado, desde el inicio de la pandemia, el Fondo Fiduciario de Víctimas inauguró una sala de la Corte Penal Internacional en su homenaje.

Sin duda es un importante y merecido reconocimiento, además de un acto muy simbólico para nuestro país. Un homenaje que llenaría de orgullo a Felipe, aunque probablemente, por su carácter discreto, diría que es inmerecido o que los logros nunca son individuales sino colectivos. Más orgulloso, sin embargo, se sentiría por un segundo homenaje que fue menos difundido. El 10 de diciembre de 2020, día de los derechos humanos, el Fondo Fiduciario de Víctimas de la CPI realizó un evento en su honor, en el cual anunció la creación de la beca Dr. Felipe Michelini,1 que busca brindar a estudiantes y jóvenes profesionales el aprendizaje necesario para contribuir a la realización de los derechos de las víctimas. Por otra parte, en febrero de este año, la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde Felipe realizó su maestría en Derecho, anunció la creación de una beca en su honor dirigida a activistas en derechos humanos provenientes de América Latina.

La creación de estas oportunidades es una buena forma de continuar el legado de Felipe Michelini en pos de la justicia internacional y de materializar una de sus principales enseñanzas: los derechos humanos no son una simple asignatura, sin o una forma de vida.

Analía Banfi es abogada especializada en derechos humanos y licenciada en Relaciones Internacionales. Profesora de la Universidad de Georgetown, Washington DC.