Dentro del escenario institucional uruguayo ha ido creciendo cada vez más en relevancia el accionar del Congreso de Intendentes como un ámbito de coordinación y diálogo entre quienes compartimos la responsabilidad de conducir los niveles departamentales de gobierno. Pero más allá de ser un espacio de coordinación, hay muchas lecciones aprendidas y oportunidades que considerar de esta instancia.

Ante todo, la participación en el Congreso de Intendentes requiere coordinación de agendas diversas, de intereses territoriales distintos, pero siempre buscando temas transversales, problemas comunes en que podamos buscar soluciones. La gran diferencia del Congreso de Intendentes con otros espacios colegiados es que está pensado para buscar solución a problemáticas específicas con la regla de coordinación por excelencia. Aquí no tienen cabida agendas individuales, sino que son exclusivamente temas que atañen al colectivo de gobiernos departamentales. ¿Y cómo se llega a esa coordinación?

La promoción del diálogo político y la búsqueda de consenso son la regla. Mientras vemos en el Parlamento y en las redes sociales a actores políticos que se dedican obsesivamente a denostar a los opositores, en el Congreso de Intendentes nos sentamos con la condición de que todas las decisiones se toman por consenso. Así estemos horas y horas debatiendo, o gastemos miles de kilómetros para llegar a las reuniones, el mecanismo tarde o temprano sirve y logramos construir acuerdos.

Otra de las lecciones a destacar en este sentido es su integración multipartidaria y el respeto a la diversidad política y territorial. La mesa directiva siempre tiene a los partidos de la oposición en su integración, así estos tengan una sola intendencia como es el caso del Partido Colorado. Si bien las discusiones son acaloradas, al final del día sale lo mejor de la política: la capacidad de ponerse en los pies del otro y abrirse a la negociación.

Eso también se logra por el peso que tienen por igual todos los departamentos a la hora de tomar decisiones. Esta lógica promueve igualdad de condiciones para el intendente de Flores como para la intendenta de Montevideo o el de Canelones. Aquí la representación territorial se sienta en la misma mesa por igual.

Espacios colegiados como el Congreso de Intendentes profundizan la democracia y ejercitan a los actores políticos en la sana costumbre de escuchar al otro y centrarse en la búsqueda de soluciones.

Pero eso no significa que las desigualdades e inequidades no estén arriba de la mesa. Precisamente la negociación sobre la distribución de los fondos del gobierno nacional hacia los departamentales incluye la consideración respecto de las inequidades que se dan entre los diversos departamentos.

En esa mesa se sientan quienes tienen acción directa sobre los problemas que aquejan a la ciudadanía y eso ha quedado demostrado en ámbitos clave como la propuesta de jornales solidarios que hicimos al gobierno nacional, los protocolos comunes de atención a la pandemia, entre otras acciones. Es un órgano que desde el consenso político ha sabido estar a la altura de las demandas de la ciudadanía.

¿Y por qué hay que dar vuelta la mirada sobre el Congreso de Intendentes si queremos mejorar el nivel de la discusión política? Porque es un órgano colegiado por excelencia que facilita la gobernanza de la política pública, donde un intendente no vale más que otro, más allá que sea del oficialismo o de la oposición a nivel nacional. Esta simple regla de que se jerarquizan los consensos ante todo hace que nos centremos en la alta y buena política que busca despejar los caminos para el bienestar de la población y no en destacar lo que nos diferencia. Estos espacios colegiados profundizan la democracia y ejercitan a los actores políticos en la sana costumbre de escuchar al otro y centrarse en la búsqueda de soluciones.

Por supuesto que el Congreso de Intendentes no es la panacea ni un espacio donde todo se pueda resolver. Pero en el convulsionado espectro político, donde se potencian las diferencias más que los espacios de coincidencia, creo que tenemos una oportunidad como país de jerarquizar estos espacios de gobierno y extender las lecciones aprendidas a otros ámbitos de decisión.

Para los dirigentes políticos que no comprendieron que la ciudadanía nos pide menos gritos de políticos en las redes sociales y más espacios para sentarse a construir juntos y juntas, les tengo una invitación: vuelvan su mirada hacia el Congreso de Intendentes.

Andrés Lima es intendente de Salto.