El 7 de diciembre de 1977, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió establecer el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino en la fecha del 29 de noviembre de cada año. “La fecha fue elegida por su importancia para el pueblo palestino. Ese día, en 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 181, posteriormente conocida como la ‘resolución de la partición’, en la cual se estipulaba la creación de un ‘Estado judío’ y un ‘Estado árabe’ en Palestina, con Jerusalén como corpus separatum sometido a un régimen internacional especial. De los dos Estados previstos en dicha resolución, hasta el momento sólo se ha creado uno: Israel” (ONU, 2022). La larga historia de 75 años en aquella región del planeta estuvo plagada de represión, sojuzgamiento y conculcación de los derechos del pueblo palestino; miles de presos en las cárceles, bombardeos y matanzas sistemáticas, expulsión y desplazamiento forzado de miles de palestinos, usurpación de tierras, avance sostenido y expansión anexionista del territorio, construcción del muro de la vergüenza y centenares de check points que dividen y separan las ciudades palestinas. En suma, muerte y destrucción como estrategia de aniquilamiento gradual e incremental de la identidad palestina, lo que evidencia inequívocamente el carácter de apartheid del régimen israelí.
En palabras de la Comisión de Apoyo al Pueblo Palestino (2019): “Ni la ética política ni la moral religiosa son fundamentos que justifiquen la insanía del sionismo aferrado a sus conceptos anacrónicos y menos aún cuando, basados en una supuesta supremacía étnico-racial, los actuales gobernantes y sus defensores descargan su odio y muerte en un pueblo secuestrado para ser víctima permanente, el chivo expiatorio del sionismo israelí. ‘Fascism’ es el perfume que ‘huele a democracia’, según la ministra de Justicia de Israel, Shaked. Fascismo y herencia del nazismo es lo que cargan en sus mochilas los gobernantes de ayer y de hoy en Israel”. Y hoy, 29 de noviembre de 2022, la situación en Palestina continúa siendo dramática. Sin dudas, más allá de las declaraciones, resoluciones e iniciativas a nivel internacional, los avances han sido muy pocos.
Tal como la comunidad internacional presionó hasta hacer caer el régimen sudafricano del apartheid, resulta impostergable, y en la misma dirección, desplegar estrategias que concluyan con las prácticas del régimen israelí.
Seguramente los fuertes intereses económicos y geopolíticos de algunas potencias mundiales, particularmente Estados Unidos, se han interpuesto a las legítimas reivindicaciones palestinas. Sin embargo, aun cuando el avance de la ultraderecha a partir de las recientes elecciones en Israel pareciera un obstáculo mayúsculo, la movilización en los territorios ocupados es creciente. Las intifadas estarán latentes mientras no se respeten los derechos inalienables del pueblo palestino. Tal como la comunidad internacional presionó hasta hacer caer el régimen sudafricano del apartheid, resulta impostergable, y en la misma dirección, desplegar estrategias que concluyan con las prácticas del régimen israelí, toda vez que atentan contra la democracia y el pleno ejercicio de los derechos palestinos.
Lamentablemente, la postura de nuestra cancillería ha manifestado más vacilaciones y cambios regresivos, a diferencia de algunos gobiernos de la región que se expresaron de un modo contundente a favor de los derechos de autodeterminación del pueblo palestino. No obstante, en Uruguay y en América Latina hay decenas de organizaciones sociales solidarias, entre ellas, la Comisión de Apoyo al Pueblo Palestino, que continuarán su labor, convencidas de una causa justa y humanitaria, por la libertad y la paz en Palestina.
Christian Mirza es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.