El 17 de diciembre de 2009, estábamos fundamentando en la Junta Departamental de Montevideo (JDM) y a nombre de la bancada del Frente Amplio la creación de los ocho municipios de la capital. Los principios básicos para su puesta en marcha fueron: la necesidad de nuevas definiciones político-institucionales sobre el proceso de descentralización en Montevideo; la necesidad de modificar relaciones de poder entre instituciones para profundizar la participación ciudadana en la gestión del gobierno; la necesidad de una mayor democratización y transparencia en el sistema político, y mejorar resultados en tiempos, costos y calidad, de los servicios a la comunidad. También advertíamos que los municipios afectarían intereses personales o burocráticos de la centralidad. Que no se trataba de aliviar la tarea del gobierno departamental. Que si no funcionaban los municipios, el proceso de descentralización tendería a encapsularse y corría el riesgo de complejizar más las relaciones entre gobernantes y gobernados. A doce años de la puesta en marcha de los municipios, reafirmamos el acierto de su creación como instrumento absolutamente válido para la transformación política y la profundización democrática en territorio.
Todos hablan en los planes de desarrollo de la infancia, los jóvenes, lo ambiental, los espacios de participación y convivencia, del desarrollo económico, patrimonial, turístico, rural, de la integración social y de la necesidad de atender lo local frente al retiro de políticas públicas del gobierno. Ahora, ¿cuáles son las acciones concretas y con resultados visibles e importantes que se llevaron adelante para cumplirlo en territorio? ¿Se avanzó, se está igual o se retrocedió? Todos hablamos de participación, sin embargo, esta es de alguna decena de personas o algunos cientos, cuando la población del municipio es de decenas de miles.
A doce años de la puesta en marcha de los municipios, reafirmamos el acierto de su creación como instrumento absolutamente válido para la transformación política y la profundización democrática en territorio.
Los municipios y sus autoridades, alcaldes/as y concejales/as municipales, no son ajenos por supuesto a lo que sucede a nivel departamental, nacional y hasta regional, con las instituciones de gobierno y la participación ciudadana y su compromiso con y en la comunidad. ¿Se puede mejorar? Desde lo municipal, se necesitaría fortalecer la identidad de cada municipio, liderazgos naturales, legitimados y no meros actores partidarios que llegan por cantidad de votos. Se necesitarían más recursos presupuestales y más dotación de funcionarios/as, equipamiento y maquinaria. Más competencias y potestades de gobierno. Más redes organizadas y retransmisoras, y con capacidad de decisión en sus competencias. Más volumen político y no meramente técnico o de gestión.
Se necesitaría más acción y menos discursos, más acción colectiva y no tanto individual o personal. Más inclusión, participación, mejor gestión y compromiso de vecinos/as, exige respuestas más certeras. Si no, serán los municipios una oficina más, donde se tejen relaciones de poder y de aspiraciones personales. No habremos sido parte de la solución, sino del problema, y la política del ombligo se tragará a la política pública, la que debería ensanchar y profundizar la democracia y gobernar con y no para.
¿Qué hace el Frente Amplio, su impulsor, desde el 17 de diciembre de 2009, para que los municipios sean para lo que fueron creados y no organismos subsumidos en los avatares de los pasillos de gobierno, en centralidades y casi invisibles?
Transparencia, identidad, recursos, política, para que lo resuelto hace 12 años no duerma una larga siesta y de verdad sea una transformación y no un maquillaje. La voluntad política, si existe, mueve y transforma, y es posible avanzar. Aquellos que participamos en su momento de este proceso y creación, también somos responsables, ayer y hoy.
Gastón Silva fue alcalde del Municipio G.