Preocupados por el agravamiento de los suicidios en Uruguay, distintos colectivos sociales e instituciones del congreso Salud, participación social y comunidad “Dr. Pablo Carlevaro”1 discutimos y elaboramos una propuesta para prevenir los suicidios en 2023 y 2024. Un disparador de estas reflexiones fue la conferencia sobre salud mental y abordajes comunitarios realizada en Atlántida el 21 de abril.

En esta conferencia hubo mesa de apertura, mesa de experiencias destacadas, presentación de dos libros y tres talleres simultáneos: uno sobre drogas, otro sobre “cuidar a quienes cuidan” y un tercero sobre prevención de la conducta suicida. Con todos los aportes recibidos se redactó un libro con apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para difundir y poner en diálogo las múltiples experiencias de abordaje comunitario de la salud mental.

Tomando en cuenta los aportes volcados en el taller sobre prevención del suicidio y considerando los saberes acumulados durante años por las organizaciones que han prevenido el suicidio en los territorios, los estudios realizados por la Udelar en este campo y la formulación de la Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio, dimos continuidad a la labor de la conferencia elaborando la siguiente propuesta para un Plan 2023-2024 en esta temática. Además de una discusión en la Red de Municipios y Comunidades Saludables y entre las instituciones y colectivos del Congreso Pablo Carlevaro, esta propuesta fue presentada a la Comisión Honoraria de Prevención del Suicidio y acogida favorablemente en este ámbito.

Fundamentos y estrategias propuestas

Las cifras de intentos de suicidio reveladas recientemente por el Ministerio de Salud Pública (MSP) y las cifras de suicidios de los últimos años muestran una situación muy grave que exige un plan de acción para los años 2023 y 2024, además de estrategias de mediano y largo plazo. Tenemos en cuenta la Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio 2021-2025 de la Comisión Honoraria de Prevención del Suicidio y reclamamos informes sobre cómo se han implementado las acciones allí previstas, así como sus impactos. Hablamos de propuestas -criterios y acciones- pensadas para aplicarse de inmediato, con un enfoque hacia la integralidad y el sostenimiento de las acciones de prevención de la conducta suicida.

Hay tres estrategias complementarias en este plan:

a) Fortalecer los factores positivos, de protección social, psicológica, cultural y sanitaria que existan en las comunidades para construir entornos más saludables. Vale la pena insistir aquí en la formación y diálogo constante con promotores comunitarios de salud.

b) Actuar sobre los factores de vulneración, agresión, fragmentación y deterioro de las condiciones sociales, culturales, psicológicas, sanitarias de las poblaciones, incluyendo el estudio y el apoyo a los grupos de mayor riesgo en esta materia.

c) Asegurar la atención, acompañamiento y apoyo a todas las personas con intentos de autoeliminación o síntomas que permitan una detección temprana de riesgo suicida. Se trata de trabajar en posvención, en especial con los sobrevivientes cercanos. Trabajar con los equipos interdisciplinarios e interinstitucionales disponibles instrumentando instancias de capacitación e interconsulta permanentes. Estas acciones, además, permitirán detectar factores de riesgo (familiares, organizacionales, comunitarios, socioeconómicos u otros) que aportarán a la acción de la mesa de trabajo de la comunidad.

Todas las intervenciones se deben realizar enmarcadas y conectadas con una estrategia común e integral, marcada centralmente por la participación de todos los actores, con énfasis en la participación comunitaria, con el apoyo de mesas de trabajo en base a criterios territoriales o por actividades o formas de vida especialmente vulnerables. Por lo anterior, estas acciones deben estar vinculadas estrechamente con las estrategias y acciones que se realizan hacia la implementación de la Ley 19.529, Ley de Salud Mental. Entendemos por participación para esta tarea el desarrollo y potenciación de espacios horizontales de definición de problemas, diagnóstico, planificación, implementación, monitoreo, evaluación y sistematización. En este sentido, vemos de importancia central la creación de mesas de trabajo territoriales y por poblaciones especialmente vulnerables con la integración de actores involucrados, con especial cuidado en promover la participación de organizaciones sociales y vecinales. A su vez, desde dichas mesas, vemos muy útil conformar un espacio de encuentro horizontal y amplio que avance en una mirada general para nuestro país con instancias que fortalezcan la evaluación, deliberación y ajustes de los planes.

Las cifras de suicidios de los últimos años muestran una situación muy grave que exige un plan de acción para los años 2023 y 2024, además de estrategias de mediano y largo plazo.

Los suicidios son una herida social que es síntoma y causa de mucho sufrimiento psíquico, con sus consecuencias en todos los niveles del funcionamiento personal, familiar, barrial y social en general.

Un plan de acción 2023-2024 debería tener los siguientes ejes:

1) Mesas de trabajo y planes locales de protección de la vida. Toda acción se debe instrumentar en intervenciones con participación (diagnóstico, planificación, ejecución, evaluación) de todos los actores de cada espacio o institución, en lógica de salud comunitaria. Las intervenciones en sus diferentes aspectos (población, momentos, características) serán el resultado de las definiciones realizadas por el conjunto de los actores, elaborándose así planes locales de protección de la vida. Resaltamos la importancia de las mesas de trabajo con sus distintos alcances territoriales y por población en riesgo.

2) Equipos interdisciplinarios. Asumir que la gravedad de la problemática implica la creación y refuerzo de equipos interdisciplinarios para la atención (psicología, psiquiatría, medicina de familia y comunidad, enfermería, trabajo social) que no deben depender de la presencia de alguna profesión en particular, y, de acuerdo a esto, definir las instancias de capacitación y protocolos de derivación e interconsulta necesarios.

3) Valores orientadores. Es necesario que estos incluyan el rescate y la reafirmación de las identidades locales, la historia, la cultura, las personas que construyeron solidaridades y valores de protección y unión de las comunidades. Se trata de afirmar los valores de integración, reconocimiento, respeto, convivencia, solidaridad y participación que requieren acciones concretas que perduren en el tiempo.

4) Información localizada y compartida. Importa tener una georreferenciación de los lugares con mayor presencia de suicidios e intentos de suicidio para definir prioridades y evaluar resultados. Importan las cifras por municipio y departamento puestas a disposición de todos los actores involucrados.

5) Crear y fortalecer equipos interdisciplinarios. Esto es preciso hacerlo en centros de salud y hospitales tanto del interior como en Montevideo con los hospitales Pasteur, Maciel, Pereira Rossell y Clínicas, para abordar tanto las situaciones de emergencia como la atención y seguimiento.

6) Formación continua y telemedicina. Se necesita fortalecer en formación específica a equipos de salud, en forma continua, incluyendo modalidades presenciales y virtuales, así como utilizar la herramienta de la telemedicina (capacitación, interconsultas, etcétera).

7) Promotores comunitarios. Podemos asegurar la formación permanente de promotores comunitarios que sean referentes en cada comunidad para el desarrollo de los planes acordados, con instancias de aprendizajes compartidos, integrando especialmente a adolescentes y jóvenes.

8) Cuidados y contención de los trabajadores. Debemos prever instancias de contención y apoyo a quienes están en contacto con las poblaciones de mayor riesgo, como trabajadores de los servicios o agentes comunitarios.

9) Seguimiento y control. Es imprescindible controlar la aplicación de planes y protocolos registrando, analizando y comunicando cumplimientos y apartamientos de los protocolos, incluyendo efectores privados y públicos así como a su integración en las articulaciones territoriales.

10) Formación a educadores, trabajadores y referentes. Debe haber más formación de referentes para el tema en cada lugar, incluyendo las mesas de trabajo y capacitación al personal de distintos ministerios, intendencias y municipios que actúen con población especialmente vulnerada.

11) Apoyarse en los conocimientos y capacidades de los equipos que han trabajado en el tema. No se trata de empezar de cero, hay actores de la academia y de las organizaciones de la sociedad civil que tienen una gran experiencia.

Los planes y acciones deben ser difundidos ampliamente. No es algo de puertas adentro de los ministerios, sino un compromiso de la sociedad en su conjunto. La rendición de cuentas y evaluación del cumplimiento requieren una instancia semestral obligatoria, por lo menos. Es preciso definir un número mínimo de intervenciones por año, incluyendo la cantidad de instancias de formación y talleres con las poblaciones objetivo.

No podemos ser indiferentes y no podemos simplemente esperar que otros resuelvan el problema.

Ricardo Larrañaga y Mario Bentancor son integrantes de la Organización de Usuarios de Salud del Oeste y forman parte, junto con Pablo Anzalone, de la Red de Municipios y Comunidades Saludables. Anzalone fue director de Salud de Montevideo (2005-2015).


  1. En la organización de este congreso confluyeron organizaciones sociales, academia y gobiernos locales, con apoyo de la Organización Panamericana de la Salud. Participaron organizaciones sociales como la Organización de Usuarios de Salud del Oeste y el Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud, la Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay y la Secretaría de Salud y Ambiente del PIT-CNT, la Asociación de Nurses del Uruguay, la Intersocial de Bella Unión, el Sindicato Médico del Uruguay, la Sociedad de Medicina Familiar y la Sociedad de Odontología Comunitaria, entre otras. Estuvieron asimismo los colectivos vinculados a la salud mental como el Frente Antimanicomial, la Federación Caminantes, las Mesas Locales de Salud Mental del Oeste de Montevideo y la Mesa Local de Canelones, Radio Vilardevoz, el Proyecto Las Manos, el Centro El Jagüel, Último Recurso, El Abrojo y la policlínica Helios Sarthou. Desde la academia participaron el Programa Apex, el Instituto de Psicología de la Salud, el Colegio Médico, el Grupo de Prevención del Suicidio, el Área de Salud de la Universidad de la República y el Polo de Salud Comunitaria del Litoral Norte de la Udelar. También el gobierno departamental de Montevideo y varios de los municipios, así como el gobierno de Canelones, que en esta conferencia aportó la excelente infraestructura del Centro Dínamo en Atlántida y la experiencia de la Dirección de Salud de la comuna canaria. Muchas de estas organizaciones sociales, academia y gobiernos locales (incluyendo varios municipios) trabajan juntos en la Red de Municipios y Comunidades Saludables desde 2020.