El debate sobre la destrucción del patrimonio histórico en Montevideo no es nuevo. La lucha por su preservación continúa evidenciando la falta de políticas efectivas para la protección y conservación de edificios históricos. Mientras que la arquitectura del siglo XXI está experimentando un cambio de paradigma en su enfoque hacia el patrimonio construido, exigiendo una consideración más profunda en la formación arquitectónica y una mayor valoración de las tareas de remodelación, Montevideo parece ir en la dirección opuesta.
“Cuando hablamos de patrimonio, hablamos de identidad y memoria colectiva. Esto no significa transformar la ciudad en un museo; por el contrario, defender el patrimonio implica combinar permanencia y cambio”, afirma la presidenta de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, Natalia Brener. Dada la cantidad alarmante de demoliciones, surge la siguiente pregunta: ¿dónde dejan la sensibilidad los arquitectos y los dirigentes municipales ante el valor histórico y cultural de los edificios que autorizan demoler?
Montevideo enfrenta una situación preocupante; la falta de criterios coherentes para la autorización de demoliciones y la deficiente gestión pública permiten que edificios de gran valor patrimonial se deterioren, abandonados a propósito, hasta ser considerados irreparables o “ruinas peligrosas”. Esto ha generado especulaciones sobre un posible vínculo cuestionable entre las inmobiliarias, las empresas constructoras y la propia Intendencia de Montevideo (IM).
De esta forma, en lugar de protegerse el patrimonio generando un interés atractivo y turístico, los edificios que podrían enriquecer la identidad y la calidad de vida de la ciudad son destruidos y reemplazados por construcciones nuevas que no respetan la morfología de los barrios, puesto que la altura de estos nuevos edificios excede la de sus edificios vecinos patrimoniales, dejándolos encerrados y opacando su rica historia. La arquitectura del siglo XXI no sólo debe ser un ejercicio de innovación, sino también de responsabilidad con la historia y el entorno.
Si estuviéramos en el siglo XX, esta práctica atroz sería entendible, porque con la industrialización de la construcción y el auge del modernismo, la preservación y el reciclaje de edificios existentes habían sido relegados a un segundo plano. No obstante, hoy el paradigma de la arquitectura ha cambiado.
En Alemania, el concepto de Umbaukultur (cultura de la transformación) ha cobrado una renovada importancia por los potenciales arquitectónicos y ecológicos del reciclaje, la adaptación y la reutilización de edificios existentes, según recoge el libro Umbaukultur: Für eine Architektur des Veränderns donde se destacan y presentan 25 proyectos contemporáneos de distintas regiones de Europa que ilustran cómo esta práctica está resurgiendo con fuerza.
Bajo la bandera de “Uruguay Natural” se destruye la memoria de la ciudad
Aunque los derribos suelen justificarse por razones económicas, con frecuencia se ignoran los aspectos ecológicos y sociales que hacen valiosa la rehabilitación o la reutilización del patrimonio construido, subraya el director del programa de Baukultur Nordrhein-Westfalen, Peter Köddermann. Aprovechar los recursos edilicios no sólo es sensato, sino que también ofrece nuevas oportunidades arquitectónicas para la ciudad y sus habitantes.
Mientras la capital se presenta al mundo con la imagen de "Uruguay Natural", contrariamente, se permiten construcciones que afectan negativamente no sólo la estética urbana, sino también el ambiente.
Alfredo Ghierra, de Patrimonio Activo, uno de los defensores más destacados del patrimonio de la ciudad, critica duramente las políticas actuales: "De alguna manera estamos subvencionando la destrucción de lo más característico de Montevideo no para crear viviendas en su lugar, sino para ayudar a los especuladores inmobiliarios".
Dada la cantidad alarmante de demoliciones, surge la siguiente pregunta: ¿dónde dejan la sensibilidad los arquitectos y los dirigentes municipales ante el valor histórico y cultural de los edificios que autorizan demoler?
Un ejemplo reciente del atropello urbano es el "Proyecto Urbano Lasplaces", una iniciativa inmobiliaria para la que la IM ya remitió a la Junta Departamental el pedido de autorización. Se proyecta construir seis torres en un predio verde donde hasta 2021 funcionó la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República, en la zona del Buceo. La Unidad de Protección del Patrimonio, que debería ser el baluarte de la preservación, es incapaz de cumplir con su misión debido a la inacción y al desinterés de las autoridades municipales.
A pesar de las numerosas protestas vecinales, la voz de los ciudadanos a menudo es ignorada por los dirigentes, quienes, desde el piso 5, autorizan la demolición de la historia montevideana. Algunos incluso hablan de "patrimonicidio" para describir la magnitud de esta pérdida cultural.
Es imprescindible adoptar un enfoque más ambicioso y respetuoso en la protección del patrimonio de la ciudad
El arquitecto peruano Luis Martín Bogdanovich, experto en gestión de patrimonio cultural, estuvo recientemente en la IM para ofrecer una charla titulada “Recuperación y gestión del patrimonio cultural. Caso Pro Lima”. En su presentación destacó que el patrimonio debe ser visto como un ecosistema frágil, que requiere intervenciones cuidadosamente planificadas. En sus propias palabras, “un inmueble no restaurado es un inmueble vandalizado”, destacando la urgencia de intervenir para evitar la pérdida de patrimonio y de desarrollar un enfoque más ambicioso y respetuoso con la historia.
La preservación del patrimonio debe estar basada en principios científicos, no en preferencias estéticas. Por este motivo, Bogdanovich sostiene que es necesario realizar “cirugías urbanas” para transformar el paisaje; cirugías que deben ser ambiciosas, sostenibles y respetuosas con la historia, integrando la modernidad sin destruir el valor cultural.
Este enfoque contrasta con la situación en Montevideo, donde no existe un plan integral para la revitalización sostenible del patrimonio urbano. Mientras que en Lima se promueve la recuperación del Centro Histórico, alineada con el desarrollo social, la vivienda y el turismo, en Montevideo las nuevas construcciones suelen ignorar el valor histórico y cultural de la ciudad, puesto que aún no se han definido lineamientos claros y respetuosos con el paisaje urbano histórico de Montevideo.
En Lima existe un órgano solvente y autorizado que planifica y organiza las intervenciones urbanísticas con un enfoque en la protección de bienes culturales y la sostenibilidad: Pro Lima. Montevideo podría beneficiarse enormemente de adoptar un modelo similar a este tipo de iniciativas con el fin de promover el desarrollo urbano sostenible, poniendo el interés colectivo por encima del privado.
La ciudadanía montevideana demanda iniciativas que respeten la historia y la cultura, que respeten el principio de sostenibilidad y que resulten atractivas para los ciudadanos y no sólo para las empresas constructoras.
Es alarmante ver cómo la historia y el patrimonio cultural de Montevideo son socavados en lugar de ser preservados y replicados, todo para dar lugar a edificaciones básicas y sin carácter. Basta de destruir nuestra historia y basta de construir edificios que no rinden homenaje a nuestra cultura arquitectónica. Montevideo es la capital de Uruguay y, por eso, debe reflejar nuestras tradiciones y nuestro rico patrimonio. Precisamos elaborar un plan técnico y detallado con visión a largo plazo que respete nuestra historia y proteja la memoria de nuestra ciudad.
Ignacio Dolio es profesor de Idioma Español.