La Embajada de Estados Unidos en Uruguay emitió un comunicado en el que informa que “la comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, General (Ejército) Laura Richardson, visitará Uruguay del 5 al 8 de febrero de 2024 para reunirse con altos funcionarios del gobierno y líderes militares y discutir la asociación bilateral en defensa entre Estados Unidos y Uruguay”. Añade que “como parte de su duradera asociación en defensa, Estados Unidos y Uruguay centran su cooperación en seguridad en áreas de interés mutuo, como preparación para desastres, mantenimiento de la paz, derechos humanos, seguridad marítima, ciberseguridad, cooperación espacial, desarrollo de capacidades de defensa, educación y formación profesional, e integración de mujeres en misiones de paz, defensa y seguridad”.
En estas líneas hay dos afirmaciones que exigen su análisis crítico: i) Se busca dar la imagen de que se está entre dos interlocutores de similar entidad y que se tienen respeto mutuo; ii) se omite toda alusión a situaciones conflictivas de carácter bélico, pese a que las estrategias más importantes de Estados Unidos tienen como centro y propósito “la guerra”: “guerra al terrorismo”, “guerra a las drogas”. Tratando de ser lo menos irrespetuoso posible, la retórica del comunicado de la embajada evoca a la de los vendedores de autos usados.
Sinceridad interior
En Estados Unidos, ante organismos de gran incidencia política y militar, los altos responsables utilizan conceptos más precisos y acordes a la estrategia de seguridad nacional vigente en ese país. Así, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, en conversación con el think tank Atlantic Council precisó por qué a Washington realmente le importa América Latina: “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile”.
En Estados Unidos, ante organismos de gran incidencia política y militar, los altos responsables utilizan conceptos más precisos y acordes a la estrategia de seguridad nacional vigente en ese país.
Otra razón importante resulta ser la concentración de “las reservas de petróleo más grandes”, incluidas las de “crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año. Tienes los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro”, remató, destacando además la importancia del Amazonas, “los pulmones del mundo”.
En conclusión, aclaró que a Estados Unidos le queda “mucho por hacer” y que “esta región importa, tiene mucho que ver con la seguridad nacional” y “tenemos que empezar nuestro juego”, puntualizó.
En su momento, así lo precisó el otrora representante del gobierno de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en 2019: “Esto de atacar al chavismo es sencillamente para nosotros una guerra de sobrevivencia… porque de otro modo estaremos admitiendo y dando campo para que se nos destruya. Imagínense… que nosotros dejáramos gobernar a los chavistas sin ponerles trabas, sin hacerles la guerra, permitiéndoles hacer sus proyectos sociales sin tomar en cuenta nuestras empresas y socios. [...] ¿Ustedes pueden imaginarse lo que representa construir tres millones de viviendas sin la participación de la empresa privada? ¿Cuál sería el destino de nuestro modelo si no intervenimos allí en los proyectos de salud o educación, en la formación de sus militares y en la adquisición de los elementos para su defensa? [...] Esto conduciría a la debacle y a la perdición de la democracia en el hemisferio occidental. He ahí la razón primordial por la cual ese tipo de régimen constituye una amenaza para la seguridad nacional de nuestro país”.
Aunque diga otra cosa cuando nos visita, la historia, la nuestra incluida, prueba que Estados Unidos pone en primerísimo lugar sus intereses geopolítico-económicos.
Como el actual gobierno es proclive a aceptar y apoyar las posiciones de Estados Unidos, si se disiente de ellas, corresponde a la oposición conocer, comprender y actuar en consecuencia. Sobre todo en tiempo de campaña electoral, período en que la sociedad es más proclive a examinar los temas en que está su destino en juego.
Claudio Iturra es profesor de Historia.