Hace un tiempo mi padre, interesado en entender las realidades de la juventud de hoy, me preguntaba: “¿De qué hablan cuando se juntan? ¿Qué les incomoda? ¿Qué temas se tocan?
Es fácil, hablamos del nuevo plan “dual” del Ministerio del Interior para combatir la inseguridad, de qué va a pasar con la guerra en Ucrania, de lo que viene pasando en Venezuela.
No. El próximo domingo, en tendencia número uno va a estar la persona que se fue de Gran Hermano, como cada domingo, y el lunes, informarnos de algo dependerá de si a nuestro algoritmo se le cruza alguna interacción con algún medio o portal en X. En realidad, los temas seguirán girando en torno a quién ganará la Copa América o Gran Hermano; el nuevo álbum de Ariana Grande, o el tema de Tini; y lo malo que es el fútbol en Estados Unidos (porque ahora miramos al Inter Miami de Suárez y Messi).
¿Habrá algo menos superficial? Sí. Otro de los pibes va a ser papá, hay que armar el fútbol 5 de la semana, ya no sabemos cómo terminar de pagar la tarjeta, a algunos nos quedan un par de materias pendientes, o el típico “quiero cambiar de laburo, pero no hay nada mejor”. Como verán, en ningún momento se menciona a Maduro, Astesiano o al Antel Arena. Si hay una idea equivocada hoy, es suponer que las personas cuando se juntan o toman decisiones políticas dejan de hablar sobre lo que les interesa.
¿Tendremos una nueva campaña política donde cada columna de la ciudad tenga cuatro carteles de plástico con un número y un nombre? Actualmente, los jóvenes, antes de interesarse en el mensaje y en el candidato, dudan de la procedencia del dinero que financia las campañas, y a la vez, exigen que ese derroche de dinero se vuelque a la sociedad, o a una mejor causa. En muchos casos el resultado de esas estrategias termina siendo contraproducente, y contradictorio si luego escuchamos discursos sobre el cambio climático y la calidad de nuestras aguas.
¿Tengo autoridad moral para exigir unidad, compromiso y solidaridad? ¿Qué cultura política estamos proyectando en las juventudes que solo quieren volver a tener un gobierno frenteamplista?
¿Es la agresiva competencia interna la respuesta a una juventud desinteresada? En tiempos donde cuesta querer ser representado y ponerse una bandera política, elegimos cada vez más sectorizar, girar hacia dónde va el viento y estar más cerca del triunfo. Es así también como se demuestra que ya no vale tanto la representación de lo simbólico, que vale más lo espontáneo y el triunfalismo. Entonces, ¿le puedo exigir a alguien que se identifique si hay un período de pases de la política? ¿Tengo autoridad moral para exigir unidad, compromiso y solidaridad? ¿Qué cultura política estamos proyectando en las juventudes que sólo quieren volver a tener un gobierno frenteamplista?
Es tiempo de escuchar y darle más razón al ciudadano de a pie, es tiempo de dar tiempo y dejar de hablar de eficiencias, es tiempo de gastar menos y estar más, es tiempo de llegar a todos los rincones, a todas las edades y a todas las causas. Pero también es tiempo de empezar a construir entre todos y proponer alternativas, porque el mundo de hoy nos exige mirar hacia delante. Asumir que ya no se puede hablar del universo “los jóvenes” si no estamos dispuestos a entender que nuestra identidad cada vez más se define entre la universalidad de las tendencias y la novedad desafiante de un interés de nicho específico, que junto a otros muy pocos cultivamos.
El único premio que perseguimos está en seguir intentando dejar una sociedad mejor para el futuro.
Ignacio Milesi es estudiante de Relaciones Internacionales.