En el próximo mes de octubre, los uruguayos elegimos presidente de la República, integrantes de ambas cámaras y otras autoridades nacionales, dando así origen democrático y legítimo a quienes conducirán el país en el próximo mandato de gobierno.
Es el momento de resaltar –aunque resulta obvio– que los gobiernos no son democráticos solamente porque emergen de comicios libres, sin exclusiones y con voto secreto. La democracia implica también el ejercicio democrático del gobierno durante todo el período, esto es, respetando el Estado de derecho, los derechos humanos fundamentales y brindando garantías a todos, a través de la separación de poderes y el acatamiento irrestricto de la Constitución de la República.
En el presente tenemos que decidir entre el Frente Amplio, constituido en 1971, y una alianza electoral de varios partidos políticos, que se creó en 2019 (para derrotar al Frente Amplio). Este hecho es objetivo y no existen otras opciones.
El primer apunte para un análisis que permita ayudarnos a tomar una decisión en beneficio del país, esto es, de las grandes mayorías nacionales, supone dar los rasgos generales del comportamiento económico y social de quienes ejercieron el gobierno entre 2005 y 2019.
Vamos a poner algunos ejemplos, pues la finalidad de esta exposición es llamar la atención de nuestros compatriotas sobre aspectos de la labor de gobierno y la vida institucional de nuestra patria.
Durante la era frenteamplista (2005-2019) hubo crecimiento económico constante (crecimiento del PIB) y decrecimiento de la desigualdad (el índice de Gini se ubicó en 0,379, mientras que ahora es de 0,394) basado en una distribución del ingreso sin precedentes.
También en ese lapso crecieron en forma ininterrumpida el salario real y las pasividades en términos reales (que se ajustan por el índice medio de salarios), como queda de manifiesto en el cuadro que acompaña esta nota.
En 2004 la pobreza se situaba en el 39,9% de la población y disminuyó al 8,8% en 2019 (hoy es el 10,4%), y también descendió el porcentaje de indigencia.
Durante la era frenteamplista hubo crecimiento económico constante (crecimiento del PIB) y decrecimiento de la desigualdad basado en una distribución del ingreso sin precedentes.
Lo precedente es una mera descripción de los principales indicadores de la gestión de 15 años de gobierno frenteamplista, que debe ampliarse en otras áreas, asumiendo lo que fueron logros mayoritarios y temas pendientes en su resolución final.
En tal sentido, puede verse un comentario muy fundado de Adolfo Garcé (“Para un balance de la era progresista”, El Observador, 18/12/2019). O con más actualidad, el libro sobre crecimiento, distribución y cuentas pendientes de los economistas Fernando Esponda, Juan Ignacio Dorrego y Santiago Soto (agosto de 2023).
Para simplificar la demostración, recordemos que el gobierno de Luis Lacalle Pou y su ministra de Economía y Finanzas enviaron al exterior, en junio de 2020 (o sea tres meses después de asumir, y buscando atraer inversionistas), un informe sobre el estado del país en el que sostenían con cifras que Uruguay “sigue siendo un bastión de estabilidad institucional, política y social en América Latina”. En 15 años de gobierno del Frente Amplio y tres meses del gobierno multicolor, Uruguay ocupaba el primer puesto en todas las mediciones de América Latina.
Lo expresado nos exime de otras valoraciones y comentarios, ya que se demuestra la falta de fundamentos y veracidad del relato electoral de 2019 que implantó la alianza multicolor para ganar los comicios.
Según datos del Fondo Monetario Internacional correspondientes a 2019, Uruguay tuvo el mayor PIB per cápita de América Latina: 17.870. Chile fue desplazado de ese lugar y tuvo 16.280.
Todos estos indicadores no se destruyen con relatos marquetineros o exposiciones de senadores procaces o tandas que violan la ley electoral, que han usado como muletilla que recibieron una “herencia desastrosa”. No hay que ofender la inteligencia de los uruguayos.
Estos apuntes están dirigidos a quienes van a ejercer su derecho al sufragio y los invitan a pensar cuáles son las certezas que ofrece el Frente Amplio, que es la primera y más grande fuerza política del país, desde 1999, y que el pueblo ratificó en tres períodos consecutivos, con mayoría parlamentaria, perdiendo la última elección con una alianza electoral de cinco partidos, por escasos 35.000 votos.
Julio Vidal Amodeo es doctor en Derecho y Ciencias Sociales.