Nos sorprende ver que, una vez más, Pedro Bordaberry regresa a la política para decirnos qué hacer con Uruguay en temas de seguridad y otros asuntos. Habla como si en estos años no hubiera gobernado la coalición, de la que su partido es un componente incondicional, y como si no hubiera tenido la oportunidad de aportar estas ideas, especialmente en seguridad, durante todo este tiempo.

Pero los uruguayos recordamos las múltiples ocasiones en que, en los últimos años del gobierno del Frente Amplio, Bordaberry pretendió dar lecciones en el Parlamento sobre cómo resolver los problemas de seguridad, asegurando que cambiar de gobierno sería la solución, como ocurrió en 2019. Sin embargo, después de eso, Bordaberry desapareció de la escena política y sus "lecciones" sobre seguridad se esfumaron.

En el anecdotario queda el recuerdo de su triste actuación, cuando de manera infame culpó al gobierno del Frente Amplio por un robo de figuritas que ocurrió en Argentina, de lo cual Bordaberry tuvo que retractarse en el Senado, al ser evidente que no podía culpar a Eduardo Bonomi por crímenes e inseguridad en otro país. Eso fue el colmo. Pero ahora, ante la opinión pública, se presenta con un abanico de propuestas sobre seguridad, y nadie entiende por qué no las presentó antes, por qué no las transmitió a su Partido Colorado o, generosamente, al ministro Nicolás Martinelli, para que aliviara el sufrimiento de la gente, si es que el bienestar de la sociedad le preocupa tanto.

En el fútbol ha sucedido algo similar. Bordaberry siempre ha estado en contra de los clubes populares, aquellos con socios, gobernados por una directiva electa por sus socios y no por una empresa. La tensión actual en el fútbol uruguayo entre clubes que entre su masa social y simpatizantes reúnen a la inmensa mayoría de los hinchas en nuestro país y los clubes controlados por empresas siempre lo ha tenido a Bordaberry del lado de las empresas. Para él, tal vez todos los clubes deberían ser empresas. Llegó a dirigir un club, o mejor dicho, una empresa en el rubro fútbol, que no era el club de sus amores. Por cierto, una empresa con resultados desiguales en el manejo de la pelota, pero eso es otra historia.

Pero la sociedad tiene memoria y todavía miles y miles de compatriotas se preguntan por qué Bordaberry nunca condenó la dictadura, nunca se opuso a ella, nunca sufrió por sus víctimas ni mostró piedad por los desaparecidos.

El fútbol despierta pasiones en Uruguay, y todos sabemos que mueve mucho dinero. Pero debido a la intervención de Bordaberry, ahora tenemos un fútbol gobernado por clubes-empresa, mientras los clubes de barrio, con miles de seguidores, son desplazados. Esto no tiene lógica. Es como si la central de trabajadores fuera gobernada por patrones, la sociedad rural por industriales, o las cooperativas de vivienda por no cooperativistas. En el fútbol, eso se llama Bordaberry.

En cada actividad, Bordaberry se presenta como quien soluciona los problemas, aunque termine creando más de los que resuelve, sin preocuparse luego por la coherencia de sus palabras. En seguridad, criticó duramente al último gobierno del Frente Amplio, y después de que la coalición multicolor ganó, desapareció.

En el fútbol, intervino la AUF y cambió su constitución social para que las empresas gobernaran este noble deporte, yendo en contra del espíritu nacional y del amor por el fútbol que hay en esta tierra. ¿Y después? Volvió a la política como si nada hubiera pasado...

Pero la sociedad tiene memoria y todavía miles y miles de compatriotas se preguntan por qué nunca condenó la dictadura, nunca se opuso a ella, nunca sufrió por sus víctimas ni mostró piedad por los desaparecidos. Aunque hable de Batlle y Ordóñez, siempre renegó de él, vació al Partido Colorado de batllismo y de sus ideales.

Veremos qué ocurre en octubre y a quién elige el pueblo uruguayo para gobernar los próximos cinco años. Si es Yamandú Orsi, tendremos a Bordaberry criticando constantemente cualquier situación mínima en el terreno de la seguridad. Si es Álvaro Delgado, los problemas de seguridad desaparecerán de su vista, como lo han hecho estos cinco años, o simplemente se dedicará nuevamente a favorecer a las empresas en el fútbol.

Rafael Michelini integra el Nuevo Espacio y fue senador del Frente Amplio.