La buena noticia llegó a la Asociación Civil Centro Cultural Miguel Ángel Pareja sobre el cierre del año, el 20 de diciembre. La propuesta, inspirada en obras de Pareja, “Acercando el arte al pueblo. Arte mural en un centro cultural de Las Piedras”, formulada y presentada por algunos de sus miembros a la convocatoria 2025 del Fondo Regional para la Cultura del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), había sido seleccionada. La noticia del MEC es una contribución al quehacer del centro.
Miguel Ángel Pareja sostenía que los artistas y gestores culturales son responsables por llevar el arte al pueblo. Para ello, él proponía medios que lo acercaran a la cotidianidad de las personas –a su casa, a sus lugares de trabajo, de estudio, de diversión, a la calle– utilizando la cerámica, telas estampadas, tapices, así como la pintura mural y el mosaico. Cuando dirigía la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), un día Pareja dijo: “Vamos a hacer murales para que el pueblo vea formas y colores en la vida de la calle, hoy gris y sucia”. Esa idea fue el inicio de las campañas de sensibilización visual, un hecho que, para Pareja, no era sólo visual y estético, sino también educativo. Para él, esas campañas fueron “el traslado de la actividad docente ante el pueblo” educando por el arte. El grupo La Cantera, integrado por algunos de sus alumnos de la ENBA que se reunían en Las Piedras los fines de semana, declaraba en los años 50 que “el arte que hoy está exiliado en salones y galerías llegará a los lugares en donde el Hombre vive y se reúne, a su casa, la escuela, la fábrica, el sindicato, la plaza pública”.
Para Pareja, el mural y el mosaico son medios para acercar el arte al pueblo. “Un día descubrí, en San Pablo, el mosaico [se trataba de un mosaico de Di Cavalcanti en la fachada del teatro Cultura]. Me atrajo el muro liso de un solo color, deslumbrante color. De ahí mi primer mosaico [hoy ese mosaico está en la Facultad de Artes]. Sí, y de ahí a la escuela de París [Escuela de Mosaico y Cerámica, dirigida por Gino Severini] y la de Ravena y los peregrinajes por Italia [iglesias de San Vitale, San Apolinario Nuovo y otras]”. Pareja dominó el mosaico bizantino como pocos, hizo varios de ellos e innovó en la técnica, y fundó en la ENBA el primer taller de mosaico. El mosaico le brindó la posibilidad de trabajar lo que a él lo desvelaba en el arte: diseño, materia, luz y color. Algunos de los más notables son dos que hizo en Francia, sobre cartones de Fernand Léger –junto con el técnico mosaiquista italiano Lino Melano–, el del hospital de Saint Lô, en Normandía, y el del edificio Gaz de France en Alfortville, en París. En Uruguay, Pareja y sus alumnos de la ENBA hicieron mosaicos en las recepciones de dos edificios de Montevideo, y el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) y la Facultad de Artes exhiben otros hermosos ejemplos. El recientemente inaugurado Museo Pareja, en Las Piedras, tiene varios de ellos.
Pareja no fue el primero ni el único artista en promover el mural, una técnica ancestral con gran contenido social. A principios del siglo XX, el mural fue reivindicado e impulsado por el movimiento muralista mexicano.
En Escritos sobre arte y educación, Pareja afirma: “El diseño tuvo períodos de gran esplendor, fueron aquellos en que arquitectura y muro se expresaron en completa unidad. El mosaico bizantino, lejos de ser una transposición del fresco pintura, se incorpora al muro para convertirlo en un muro imagen. Cuando estuve en Ravena, en 1954, comprendí que aquella idea mía de ‘ir hacia la conquista del muro’ estaba anticipada por el blanco de la tela. Era ya el muro mismo. Así entiendo la pintura”.
Pareja no fue el primero ni el único artista en promover el mural, una técnica ancestral con gran contenido social. A principios del siglo XX, el mural fue reivindicado e impulsado por el movimiento muralista mexicano, integrado por artistas como David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco. Carlos Páez Vilaró –uno de los compañeros de Pareja en el Grupo 8– decía que “el arte mural es un mensaje despojado de egoísmo, abierto a todos; es el arte ensamblado al corazón del pueblo, el color que pone alegría vistiendo el cuerpo de la calle”. El muralista boliviano Miguel Alandía Pantoja afirmaba que “la pintura mural es la pintura del futuro, no sólo por ser monumental y expresar las esperanzas de las amplias masas, sino también porque la transformación de la sociedad impone que se exprese de forma monumental; la plástica expresa el sentimiento democrático y humano de la sociedad en su conjunto”. Más recientemente, el escultor Octavio Podestá afirmó que “el arte no solamente tiene que estar en los museos, sino donde está la gente, donde está la juventud. En estadios, parques, universidades, y no como en un bibelot”.
Con el proyecto de intervención muralista de la fachada del Centro Cultural Miguel Ángel Pareja, la asociación civil reafirma su compromiso de democratizar la cultura, llevando el arte a la calle, facilitando su libre acceso con el “diseño y color que pone alegría, vistiendo el cuerpo de la calle”. Este proyecto humaniza al centro cultural, contribuye a sensibilizar a la ciudadanía y embellece la ciudad para disfrute de la comunidad.
El artista Silvestre Peciar, alumno y amigo de Pareja, afirmaba que “si pintar un cuadro es como abrir el propio paraguas para protegerse de la lluvia, pintar un mural es como cerrar una cúpula para proteger a la comunidad”. Con el mural de la fachada, la asociación civil cerrará la cúpula que protegerá a la comunidad pedrense “poniendo color que vestirá el cuerpo” de sus calles.
Mario R Pareja es ingeniero agrónomo, doctor en Agronomía y secretario ejecutivo del Centro Cultural Miguel Ángel Pareja.