Javier Milei participó el martes como principal orador en La Derecha Fest, una reunión organizada en la provincia de Córdoba por el español Javier Negre, cuya publicación en internet, La Derecha Diario, tiene secciones para Argentina, Bolivia, Ecuador, México y Uruguay. En la dedicada a nuestro país, una nota afirma que el presidente Yamandú Orsi se reunió el lunes de esta semana en Chile con otros cuatro mandatarios que “simbolizan lo más nefasto del autoritarismo, la corrupción y el despilfarro de los dineros públicos”: el anfitrión Gabriel Boric, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el colombiano Gustavo Petro y el español Pedro Sánchez. Las fuerzas reaccionarias operan en escala internacional, pero les molesta que las progresistas lo hagan.

Cucos y realidades

Una de las constantes en la narrativa de la ultraderecha mundial es azuzar el temor a presuntas conspiraciones izquierdistas, y uno de los espantapájaros más agitados es el del Foro de San Pablo, fundado hace ya 35 años, al que se suele señalar como responsable de planes malignos para “convertir en Venezuela” a todos y cada uno de los demás países latinoamericanos. En la vida real, esa organización languidece desde hace tiempo sin que los cerca de 90 partidos y movimientos que la integran logren convertir su considerable diversidad ideológica en posiciones comunes significativas.

De vez en cuando, el relato reaccionario también intenta demonizar al Grupo de Puebla, iberoamericano y formado en 2009, pese a que en él predominan posturas relativamente más moderadas y a que su integración, no con organizaciones políticas sino con dirigentes, ha determinado que con el paso de los años varios de los participantes perdieran relevancia. De hecho, uno de los problemas actuales del progresismo, en América Latina como en el resto del mundo, es que no dispone de ámbitos de diálogo y coordinación comparables con los de la extrema derecha.

El encuentro Democracia Siempre, realizado esta semana en Santiago de Chile, es la continuidad de otro auspiciado por Lula y Sánchez durante la Asamblea General de las Naciones Unidas del año pasado, en el que participaron representantes de 14 estados. En esta ocasión, sumó aportes especializados desde la sociedad civil, y terminó con el anuncio de por lo menos dos nuevas reuniones: una este año, durante el próximo período de sesiones de la Asamblea General y con la participación de gobernantes de Australia, Canadá, Dinamarca, Honduras, México, Reino Unido y Sudáfrica; otra el año que viene, en España. El objetivo no es apenas acordar y difundir declaraciones, sino también impulsar colectivamente iniciativas de alcance internacional.

¿Ideología? Democrática

En Chile se intercambió sobre, por lo menos, tres propuestas para preparar su presentación en la Asamblea General. Por un lado, el impulso al multilateralismo y la profundización democrática contra el avance de la ley de la selva, las polarizaciones y el intento de restauración imperialista por parte de Donald Trump. Por otro lado, la reducción de desigualdades, que incluye desde las políticas públicas nacionales hasta el impuesto a los supermillonarios propuesto por Lula. Por último, pero no con menor importancia, la regulación tecnológica contra la producción y difusión, en escala industrial, de informaciones falsas con fines políticos. No mediante dictámenes estatales acerca de lo que es cierto y lo que es falso, sino en busca de la transparencia de las plataformas y la educación de las personas usuarias.

No es un logro menor la incorporación de Orsi al grupo, si tenemos en cuenta las diferencias de poderío entre Uruguay y los otros cuatro países. Esto se potencia en el contexto de otros avances logrados desde la asunción del actual gobierno nacional, en una diversidad de frentes que evita riesgos de subordinación.

En la lista están la mejoría de las relaciones internas en el Mercosur, que comenzó a superar su parálisis y se acerca a la concreción de su acuerdo con la Unión Europea; la participación en la cumbre de los BRICS; el acuerdo con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y el impulso a las relaciones con India; la futura presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y un papel más activo en el área de la financiación para el desarrollo.

Vivimos un período de cambios profundos en el mundo, y abordar la agenda de urgencias resulta inviable con las solas fuerzas de un país como Uruguay. Esto vale para los temas abordados en Santiago y para muchos otros, entre ellos el rebrote del proteccionismo comercial, las amenazas del crimen organizado y, por supuesto, las cuestiones ambientales.

Una de las críticas a la cumbre de esta semana, planteada por parlamentarios opositores de Chile, Colombia, España y Uruguay (en una nueva muestra de internacionalismo) fue que tenía un común denominador ideológico, como si eso la descalificara. Nadie carece de una ideología; la cuestión es cuál asumimos.