El Índice de Percepción de la Corrupción clasifica 180 países y territorios según el nivel de percepción de la corrupción en el sector público de cada uno, en una escala que va de cero, como muy corruptos, a 100, como muy limpios. Según el reporte de 2021 de la organización Transparencia Internacional, la puntuación media global se mantiene en 43 puntos por décimo año consecutivo, dos tercios de los países no llegan a 50, y Uruguay obtuvo 73 puntos, quedando por noveno año consecutivo como el país menos corrupto de América Latina.

Indice de Percepción de la Corrupción en América durante 2021.

Indice de Percepción de la Corrupción en América durante 2021.

Ilustración: Transparency International

“La percepción de la corrupción existente en el sector público se mide a través de datos de 13 fuentes externas, entre ellas el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, empresas privadas especializadas en análisis de riesgo, firmas de consultoría, comités de expertos y otras”, señala el informe, que agrega que “las puntuaciones reflejan las opiniones de especialistas y empresarios”.

La puntuación media de América Latina es de 43 puntos sobre 100. Canadá con 74, Uruguay con 73 y Chile con 67 conforman el podio de países menos corruptos, mientras que el lado opuesto lo ocupan Venezuela, como el país más corrupto con 14 puntos, seguido de Nicaragua y Haití con 20 puntos cada uno.

Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda comparten el primer puesto a nivel mundial con 88 puntos sobre 100 cada uno, mientras que los países más corruptos son Sudán con 11 puntos, y Siria y Somalia con 13. A nivel mundial, Uruguay se ubicó en el puesto 18 entre los 180 países y subió dos puntos en comparación con la evaluación de 2020.

A nivel mundial la investigación identificó que “los países que vulneran las libertades civiles obtienen de forma consistente puntuaciones más bajas en el índice. La complacencia en la lucha contra la corrupción da pie a violaciones de derechos humanos de mayor gravedad y socava la democracia, detonando así una espiral viciosa. Conforme se erosionan los derechos y libertades y se debilita la democracia, el autoritarismo avanza, lo cual contribuye a aumentar aún más la corrupción”.

En esta línea, Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional, declaró en la presentación del informe 2021: “Los derechos humanos son más que algo deseable en la lucha contra la corrupción. Los modelos autoritarios destruyen los controles y contrapesos independientes y hacen que tomar acción contra la corrupción dependa de los caprichos de una élite. La única ruta sostenible hacia una sociedad libre de corrupción es asegurar que la población tenga la posibilidad de hablar libremente y trabajar colectivamente para pedir cuentas a aquellos en el poder”.