Después de una jornada de apertura intensa en la 39ª Cumbre del Mercosur, en Montevideo, donde hubo cruces entre Argentina y Uruguay, el canciller argentino, Santiago Cafiero, se aflojó sobre una silla de la sala Juan Domingo Perón, en el tercer piso del edificio del Parlasur. Con los ojos algo achinados por el sol que se colaba desde las ventanas que dan a la playa Ramírez, con su concierto de pulseras de tela y coco a la orden del día y el pelo prolijamente arremolinado, Cafiero, en diálogo con medios y agencias de prensa, dejó una certeza: el Mercosur está “vigoroso” y Uruguay no podrá marcar el terreno.

“Pensamos que lo principal es defender el bloque. Y entendemos que Uruguay también está en esa posición. Cuando digo nosotros, hablo de Brasil, Paraguay y Argentina. En los órganos técnicos en los que se venía trabajando ya desde hace meses se estableció una posición que dice que las negociaciones unilaterales iban en contra de la naturaleza del Mercosur”, explicó al ser consultado sobre las posiciones de ambos países, Argentina y Uruguay. “Ya no es una posición subjetiva, sino una cuestión objetiva que es la norma del Mercosur, que prohíbe ese tipo de acciones. El fundamento que nos creó como bloque fue el consenso y, con aciertos y errores, es el que siempre nos guio desde el Tratado de Asunción en adelante. Y es un fundamento político, no jurídico. Lo que planteamos es algo esencial: si algún Estado parte determina algo distinto al consenso, está rompiendo la regla fundamental del Mercosur. El planteo de Argentina es más descriptivo que lúdico”, añadió.

Además de la ilegalidad de un eventual tratado de libre comercio de Uruguay con otro país o región, Cafiero ponderó que “el mundo va hacia la integración de bloques y no de estados individuales”. Al ser consultado sobre lo que está haciendo el Mercosur para resolver esta disputa y las visiones contrapuestas del gobierno uruguayo con sus socios, dejó entrever la que quizás sea la carta fuerte de Argentina: el cambio de color político en el principal socio del bloque, Brasil, tras el triunfo de Inácio Lula da Silva. Aunque insistió en señalar que Argentina siempre trabajó con Brasil más allá de quién estuviese en el Palacio de Planalto, el funcionario argentino destacó las declaraciones de Lula en pos de “fortalecer el Mercosur y hacer nuevos acuerdos como un bloque” y fue tajante: “Acá son tres países que le plantean a Uruguay que el camino no es el camino correcto”.

Por eso, Cafiero señaló que es Uruguay el que “debe presentar estudios de factibilidad o de oportunidades de nuevos mercados”. Una de las principales tensiones pasa por saber la forma en que se comportaría el bloque en caso de que el gobierno uruguayo decidiera avanzar hacia acuerdos bilaterales por fuera del acuerdo regional, si habría efectivamente sanciones y cuáles podrían caber. Si bien Cafiero dijo que son cuestiones hipotéticas, admitió que han enviado consultas previas a los tribunales arbitrales para que consideren si un eventual acuerdo unilateral sería legal o no, y advirtió: “Si efectivamente hay intención de Uruguay de continuar y firmar eso, deberá elegir si está con el Mercosur o se va con China”.

Cafiero remarcó la necesidad de generar consensos a la interna del bloque. Consultado sobre eventuales intereses del presidente Luis Lacalle Pou para diferenciarse del gobierno argentino ante su población, Cafiero matizó: “No es parte de nuestra función, pero no vemos eso ni especulaciones electoralistas”.

Sobre la necesidad de incorporar nuevos mercados y abrirse a acuerdos con China, por ejemplo, reconoció que el presidente argentino, Alberto Fernández, también está por esa idea, pero indicó que debe ser “un acuerdo del Mercosur como bloque”.

Entre las tareas de Argentina en este nuevo período al frente del bloque, enumeró la de trabajar con la Unión Europea para ver cómo se avanza, no sólo en la discusión de qué productos comerciar sino en las compensaciones que se precisarán en términos financieros y tecnológicos.

Cafiero insistió en que el Mercosur está vigoroso, que en los primeros diez años se estimuló el comercio intrarregional, que en los 20 años siguientes hubo una gran primarización de la región por el salto del precio de los commodities y las posibilidades comerciales, que se ganó en volumen y, fundamentalmente, en mercados asiáticos, a partir del “gran hito” de los últimos 20 años, que fue el comercio con China.

Si bien reconoció que deben ir adecuándose las normas e iniciativas, y sostuvo que el desafío pasa por desarrollar cadenas de valor regionales ante la caída del paradigma de producción deslocalizado y global, insistió en la necesidad de consenso: “Es el fundamento político del Mercosur y no puede saltarse, porque eso da estabilidad”. Y concluyó: “Tenemos que decidir qué eslabón de la cadena queremos ser. ¿Cuál queremos? El que agregue valor y dé trabajo. Ahí vemos que Brasil y Paraguay tienen una mirada similar y esperamos que Uruguay también”.

Ping pong de definiciones

Unasur

“Para nosotros es un proceso que fue muy virtuoso. De hecho, hoy Buenos Aires es la sede, estamos terminando de trasladar los bienes y documentación desde Ecuador. Es un modelo de integración efectivo. Para adelante desearíamos que haya un mecanismo de integración latinoamericano. Si es Unasur, lo acompañaríamos”.

Lula da Silva

“Llega al gobierno de Brasil, que es la economía más pujante de la región, alguien que piensa que las desigualdades sociales tienen que ser atendidas por parte de la política, que piensa que debe haber políticas balanceadas entre la producción a partir del uso de recursos naturales y la sustentabilidad ambiental, y también que considera que la producción regional en el nuevo concierto de naciones tiene que ser a través de bloques: puede ser Sudamérica o el Mercosur”.

Malvinas, Uruguay y vuelos turísticos

“Lo que planteamos desde el primer día -y no tenemos por qué dudar- es que hay una gran cantidad de documentos que Uruguay ha acompañado con respecto a la soberanía plena de nuestro territorio. Buscamos siempre que la comunidad internacional acompañara nuestro reclamo y la comunidad sudamericana, sobre todo, siempre apoyó. No veo que eso vaya a cambiar: tenemos un gran acompañamiento de toda la región. No puede haber vuelos entre Montevideo y Malvinas. Como antes eran ilegales los vuelos que quería hacer Malvinas con San Pablo, pero se revirtió. Si hay reconocimiento de la soberanía en disputa, no puede haber vuelos”.