En momentos en que el gobierno de Tabaré Vázquez daba los primeros pasos hacia un acuerdo comercial con China, la comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Senadores recibió al entonces canciller Rodolfo Nin Novoa para conocer de primera mano los detalles de las negociaciones. La sesión fue el 2 de febrero de 2017, y el hoy presidente, Luis Lacalle Pou, por ese entonces senador integrante de la comisión, dio su parecer sobre el tema.

En línea con su postura actual, destacó que “las bondades y los desafíos” de un acuerdo con China “son claros”. Afirmó que los principales beneficiados serían los sectores exportadores de soja, lana, carne bovina y lácteos, pero que también habría sectores perjudicados. “Todos sabemos los aranceles que pagamos y lo que hacen nuestros competidores, pero también somos conscientes de que se pueden generar corrientes de importación que perjudiquen a algunos sectores de nuestro país. Los sectores más sensibles en una negociación con China son la cadena textil, la de la vestimenta, ropa de cama y calzados”, advirtió el entonces senador. Incluso enumeró la cantidad de mano de obra que sería afectada por un eventual acuerdo, según cifras de aquel año: más de 1.000 uruguayos en el calzado, 6.700 en la vestimenta, casi 1.000 en ropa de cama y 1.400 en el sector textil.

“Hay un segundo escalón de sectores o actividades que son sensibles y están vinculados, entre otros, a las industrias químicas básicas, al plástico, a la metalurgia, al sector automotriz y al papel. En estos rubros no sólo está más vinculado el país, sino que son actividades que comercian dentro de la región, del Mercosur. Aquí tenemos nuevamente a 4.500 uruguayos trabajando en la industria del plástico, 4.000 en los químicos, casi 1.000 en cerámica, 3.500 en el área automotriz, 2.500 en el papel y 7.000 en el sector metalúrgico”, continuó.

Luego planteó distintos escenarios para un acuerdo: uno con el “visto bueno explícito” del Mercosur, y otro “un acuerdo bilateral sin el aval de los socios del Mercosur, sobre el cual tenemos un gran signo de interrogación y que va a traer aparejadas algunas consecuencias muy difíciles de prever”.

Lacalle Pou valoró que el gobierno de la época “minimizó los impactos que podría tener anunciar un acuerdo bilateral de libre comercio con la República Popular China antes de haber logrado explícitamente una flexibilización por parte del bloque”. “Lejos de querer que haya un parate, un freno en este sentido, creo que hay que retomar lo que a priori resulta indispensable, que es mantener reuniones al mayor nivel con Argentina –que ya nos allanó un poco el camino– y sobre todo con la República Federativa del Brasil”, reclamó. Advirtió que “si mañana Brasil y Argentina, con sus mecanismos, establecen que no están de acuerdo con el hecho de que Uruguay suscriba un tratado de libre comercio, nos pasaría como en el ludo: volveríamos atrás para empezar de vuelta, salvo que Uruguay pretendiera avanzar en solitario y, de alguna manera, atenerse a las consecuencias con Brasil”.