Las nuevas derechas, sus viejos discursos y sus formas renovadas deben analizarse en clave global y regional. Este fue uno de los motivos por los que se realizó el jueves en Montevideo el coloquio internacional “1973-2023: Derechas, golpes de Estado y dictaduras en el Cono Sur”, organizado por el Grupo de Estudios Históricos sobre las Derechas de Uruguay, de la Universidad de la República, y el Grupo de Trabajo de CLACSO “Derechas contemporáneas, dictaduras y democracias”.
La apertura de la actividad, realizada en el Centro Cultural de España, estuvo a cargo de José Antonio Sanahuja, académico español autor del libro Extremas derechas y democracia: perspectivas iberoamericanas, publicado este año, y que ha escrito junto con el politólogo uruguayo Camilo López sobre las denominadas “derechas neopatriotas”, dentro de las que ubican a Cabildo Abierto en Uruguay.
Sanahuja se refirió a la actual crisis de la globalización, una crisis estructural, que afecta las bases del sistema. Predomina “la insatisfacción y la desconfianza hacia la política y hacia la democracia liberal”, acompañada de un cuestionamiento claro a las élites. En este contexto, la ultraderecha “canaliza la incertidumbre y los miedos” y se generan “condiciones favorables para el surgimiento de emprendedores políticos de ultraderecha”.
El académico español se refirió a la versatilidad de estas nuevas derechas, pero enfatizó que en todos los casos utilizan “una estrategia de contestación en clave populista que no suele socavar las bases materiales del poder político al que critican”. Al mismo tiempo, estas nuevas derechas reaccionan contra lo que perciben como amenazas a los valores tradicionales. “Construyen un imaginario de pueblo o del hombre común tradicional y patriarcal, donde la diversidad es vista como una fuerza disgregadora de la nación”, lo que da lugar a “políticas identitarias reaccionarias”, indicó Sanahuja. Esto se conecta con el planteamiento de estas nuevas derechas sobre la necesidad de entablar una “guerra” contra lo que denominan “marxismo cultural”.
Sanahuja mencionó algunos puntos que conectan a estas nuevas derechas. En primer lugar, su crítica a la democracia liberal. “Son nuevas formas de cesarismo, de carácter abiertamente iliberal”, remarcó. Son autoritarios al punto de impulsar tramas golpistas como en los casos de Estados Unidos y Brasil. Esgrimen principios libertarios individualistas, con una fuerte apelación a los líderes, y califican a los actores del orden internacional como “cipayos y vendepatrias”.
En segundo lugar, rechazan las normas internacionales sobre comercio y los acuerdos ambientales internacionales. Las reglas ambientales internacionales se ven como “obstáculos a la libertad individual”, e incluso en filas de estas nuevas derechas hay negacionistas de la crisis climática y quienes asocian al ecologismo con el fascismo (mediante el término “ecofascismo”).
En tercer lugar, hay un cuestionamiento o una reinterpretación de los derechos humanos, con una crítica explícita a las nuevas agendas de derechos y a lo que denominan “ideología de género”, enmarcado en una cruzada contra el “marxismo cultural” de fuerte impronta anticomunista. Además, las derechas neopatriotas “son recelosas de la diversidad cultural, y despliegan narrativas criminalizadoras y securitarias frente a la migración”, apuntó Sanahuja.
Lo que la dictadura nos dejó
Con esta caracterización inicial, la primera mesa del coloquio se centró en analizar los usos y legados de los pasados dictatoriales por parte de estas nuevas derechas. Participaron el historiador Gerardo Caetano de Uruguay; Ernesto Bohoslavsky, de la Universidad Nacional de General Sarmiento de Argentina; y Maud Chirio, de la Université Gustave Eiffel de Francia, que analizó el caso de Brasil.
Chirio contó que en Brasil durante muchos años los represores de la dictadura permanecieron en el anonimato. Los discursos negacionistas y reivindicadores de la dictadura cobraron especial fuerza a partir de 2011, cuando la entonces presidenta Dilma Rousseff instaló la Comisión Nacional de la Verdad. Para Chirio, lo que explica el resurgimiento de estos discursos, que “llaman a la verdad contra las mentiras de la izquierda revanchista”, es que en Brasil no hubo justicia punitiva ni reducción real de la autonomía de las Fuerzas Armadas (FFAA). Se mantuvo un discurso institucional en las FFAA que reivindicaba el golpe y que se fortaleció después de la instalación de la comisión. La académica también señaló que es necesario “relativizar la eficacia de las políticas de justicia transicional” y advirtió que las políticas que sólo refieren a las víctimas limitan la visibilización de los victimarios.
Por su parte, Bohoslavsky hizo notar que mientras hace algunos años la derecha en general se pronunciaba por el olvido y por “dar vuelta la página” en relación con la dictadura, en los últimos años eso cambió y en Argentina la derecha es “la continuidad explícita de los luchadores contra el comunismo”. “Tienen el propósito de actualizar el interés sobre la dictadura, pero en un sentido inverso, para la instalación de otra memoria o de una ‘memoria completa’”, indicó. En este sentido, puso como ejemplo la defensa de los violadores de derechos humanos presos, o el intento por enfatizar supuestos logros de los regímenes autoritarios: “Había orden, seguridad, prosperidad, crecimiento económico; no había comunismo”. “Estos actores son promotores de la idea de que las dictaduras no fueron tan malas, que sus crímenes fueron compensados con las ventajas que trajeron”, acotó.
Bohoslavsky advirtió que los procesos de constitución de la voluntad política ya no están determinados por instituciones, por organizaciones. “Es más volátil. Las izquierdas tenemos formas de hablar que suenan viejas y que ya no le hacen sentido a buena parte de la población. Hay un fenómeno nuevo que las derechas han sabido olfatearlo y aprovecharlo mejor”, consideró.
Un solo demonio: la izquierda
Gerardo Caetano afirmó que con la emergencia de estas nuevas derechas hay debates renovados sobre por qué se llega a las dictaduras, y que en estas discusiones “ya nos queda corta la teoría de los dos demonios”. “Es la teoría de la reivindicación lisa y llana de la represión, es el retorno de anticomunistas muy cerriles, muy extemporáneos. Es también el intento persistente de borrar en las sociedades esa sensación de abismo frente a lo que implica el terrorismo de Estado, la tortura, el aniquilamiento”, advirtió el historiador.
Puso como ejemplo el libro de Julio María Sanguinetti La agonía de la democracia, donde “el único demonio es la izquierda”. “Cuando el comunismo desaparece efectivamente en el mundo, hay comunistas por todos lados, y el marxismo está en su plenitud. Es la construcción del otro, del enemigo”, resaltó.
Cuestionó en particular el manejo que ha hecho el gobierno uruguayo del tema de los archivos de la dictadura. El ministro de Defensa Nacional, Javier García, dijo que durante los gobiernos del Frente Amplio no hubo voluntad política para acceder a los archivos y sostuvo que a la izquierda “la verdad le genera nerviosismo”.
“Un gobierno que a regañadientes continúa las políticas de sitios de la memoria, que no busca la documentación, de pronto dice: ‘Acceso universal a todos los archivos’, y sospechosamente esos archivos y otros no conocidos emergen urbi et orbi. Eso no es casual, no lo hizo un loco, lo hizo un grupo, ahí hay una política, que incluso cambia la formulación de la batalla”, sostuvo Caetano. “Hemos visto al ministro de Defensa decir que la izquierda quiere retacear la verdad, y no discuten la índole de los archivos, se transgreden todas las pautas de tratamiento de archivos sensibles. Validan como verdad supuestos testimonios sacados bajo tortura y eso lo venden como la universalización del derecho a la verdad, contra la izquierda que está evitando que la gente acceda a la verdad. Ahí hay políticas de batalla cultural”, sentenció.
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