El Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo vio, en 1973, el ingreso al Parlamento de oficiales militares luego de consumada la disolución de las cámaras por parte del entonces presidente, Juan María Bordaberry. En la noche del lunes y durante todo el martes el salón fue testigo de las distintas actividades que se llevaron a cabo en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado.

Entre ellas, durante toda la tarde del martes, la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) y el zonal Aguada del PIT-CNT llevaron a cabo una serie de mesas con distintos actores políticos y sociales para reflexionar en torno al aniversario tanto del golpe como de la huelga general que lo sucedió, a modo de resistencia, durante los siguientes 15 días.

A las 15.00, mientras afuera se llevaba a cabo la inauguración del memorial de las ex presas políticas, en el salón se sentaron los senadores Jorge Gandini (Partido Nacional), Guillermo Domenech (Cabildo Abierto, CA) y Sandra Lazo (Frente Amplio), así como también el diputado colorado Felipe Schipani y el secretario general de la central sindical, Marcelo Abdala.

Gandini: “No hay verdad sin saber dónde están los desaparecidos”

Para Gandini, quien abrió la mesa, se trató de “un 27 de junio en el que se cumplen 50 años de un evento trágico y bisagra” en un país que “venía sufriendo un franco deterioro de sus instituciones” y “una larga etapa de violencia” a partir “de una visión equivocada de unas élites intelectuales equivocadas” que intentaron, según el legislador, “tomar el atajo de la revolución”, en referencia al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN).

“Aquella sociedad muy enfrentada”, continuó, “apela después de la fuga de Punta Carretas a la creación de las fuerzas conjuntas, con la participación de las Fuerzas Armadas [FFAA] en el orden interno, y rápidamente consolida una victoria frente a la fuerza guerrillera”, una “batalla liquidada” en 1972. Pero, advirtió Gandini, “las FFAA se la creyeron, como se la creyeron antes esas élites intelectuales que tomaron las armas para conquistar el poder”.

“Se la creyeron las FFAA porque sintieron cierto clamor popular por el orden, usaron de excusa la seguridad interna, el comunismo”, y fue entonces ese 27 de junio “que irrumpieron las botas de los mandos militares, algunos de los cuales se quedaron mucho tiempo e hicieron historia negra”.

Es entonces que el movimiento sindical “resiste con una huelga general histórica”, destacó el senador. Huelga que le trajo “altos costos”, más cuando “la dictadura fue radicalizándose” hasta perder “la excusa civil” y “someter al país a una etapa muy dura”

Para Gandini, “seguramente estaremos mucho tiempo discutiendo qué podríamos haber hecho, cuán distraídos nos agarró, cuánta gente se comió la pastilla de los militares progresistas del peruanismo”, porque se trata de “heridas que no están cerradas”. “No hay verdad sin saber dónde están los desaparecidos, esa herida hay que cerrarla con verdad”, sentenció.

Domenech: fue una “represión que quizá se inició legítimamente” pero que “se desbocó” por parte de las FFAA

“Los años en algunos aspectos son un inconveniente, pero en otros me dan la ventaja de haber vivido esos hechos”, comenzó Domenech, que recordó que tenía 22 años al momento del golpe.

El senador cabildante realizó un repaso histórico durante su alocución, que comenzó por la Guerra Fría y la Revolución cubana, que según él intentó “exportar” su modelo y desembarcó “en Uruguay y en los centros de estudio” con una “propaganda de la violencia que se ejerció en el país que no debemos ocultar que se llevó a cabo y se trasladó a los hechos”.

De nuevo, en referencia al MLN, recordó que comenzó como “un movimiento que asaltó un camión de Manzanares [cadena de almacenes], fue a los cantegriles y repartió”, algo que en su momento “nos pareció simpático”, pero luego “empezaron los secuestros, la privación de libertad, la tortura y la prisión”, y se dio “la muerte de muchos funcionarios policiales y militares, pero también de civiles inocentes que no tenían nada que ver con los procesos políticos del país, eran simples ciudadanos”.

Al igual que Gandini, recordó que “se le encomendó a las FFAA la represión de esa violencia política” y “posteriormente tuvimos un 27 de junio de 1973 y 11 años de aquella represión que quizá se inició legítimamente”, pero que “se desbocó y apresó, con violaciones y muertes que condenamos y lamentamos, contra ciudadanos que pensaban diferente, que no compartimos, pero que tenían todo el derecho a pensarlo”.

A continuación, leyó un pasaje del evangelio, en el que se habla de que es “estrecha la puerta de la virtud”. “Qué difícil contemplar con caridad cristiana aquellas ideas que nos parecen aberrantes; con CA esta fecha nos duele porque es terrible lo que les pasó a quienes murieron a manos de grupos políticos y a quienes fueron torturados y violados por un cuerpo armado del Estado”, finalizó.

Schipani: encontrar “un punto de encuentro”

Schipani, por su parte, insistió en que no se trató de que “despiertan un día el presidente de la época y los militares y deciden dar un golpe de Estado”, pero dijo no entrar “a descubrir las versiones diversas” que hay sobre cómo se llegó a ese 27 de junio, sino que llamó a aprovechar estas instancias “para buscar un punto de encuentro”.

“No necesitamos contrastar visiones históricas, a esta altura nadie va a cambiar de posición porque es producto de muchos años de construcciones históricas de nuestras colectividades”, y saludó “el período democrático más largo de la historia nacional”, además de mostrarse “seguro de que en 2023 Uruguay tiene una democracia mucho más fuerte que la que tenía en la década del 70”.

“Hoy hay menos diferencias ideológicas, menos visiones distintas de las que había sobre el modelo de país en la década del 70, todos los partidos pasaron por el gobierno. También hay un consenso general sobre el valor de la democracia liberal y los derechos humanos, que en aquel entonces no era unánime”, continuó, y destacó “el rol importantísimo que les tocó ocupar a los trabajadores, el movimiento sindical estuvo con los reflejos atentos y fue sin duda la primera respuesta que tuvo ese acto de disolución de las cámaras a través de la huelga general”.

Entonces, “al conmemorarse 50 años de este trágico evento”, Schipani entendió que sería bueno “para nuestra institucionalidad” encontrar “vasos comunicantes, para que nunca más haya terrorismo de Estado ni terrorismo contra el Estado”.

Lazo: reflexionar “con perspectiva de futuro”

50 años son “tanto y tan poco en la vida de una nación”, entendió por su parte Lazo; “aún se viven consecuencias de lo que sucedió”, algo que “también tiene que hacernos mirar a esa línea histórica, que no es una línea recta y homogénea, que es una sucesión de hechos, parte de un proceso, que a veces es muy difícil establecer cuáles fueron las causas, cuáles fueron las consecuencias”.

De todas formas, eligió destacar a quienes participaron en la huelga general: “Esos trabajadores que participaron en la resistencia continúan siendo parte de esa central de trabajadores histórica y única”, y enunció sus “respetos a quienes acompañan la mesa desde esa central de trabajadores”.

Asimismo, entendió que “es imposible” que se lleve a cabo “un proceso” de este tipo “si antes no hay un contexto de deterioro de la calidad democrática”, y por eso llamó a reflexionar sobre el pasado “con perspectiva de futuro”. “Lo que pasaba en los años previos desde el punto de vista socioeconómico era el momento en que comenzaban a rodear los cantegriles, donde había un montón de ciudadanos y ciudadanas expulsadas de lo que nuestra Constitución dice y ampara”, consecuencia “de un deterioro desde el punto de vista del Estado”, con procesos “donde la militarización de nuestras instituciones estaba presente”.

Por eso insistió en que “no haya un negacionismo del terrorismo de Estado”, sino una reflexión que, “lejos de clasificar las violencias de turno, nos tiene que marcar el camino a futuro”, que además “es producto de las decisiones políticas, producto de aquellas que tomamos pero también de aquellas que no tomamos”.

“Más allá o más acá porfiadamente surgen, más allá de la tierra, más allá de la cal; no va a haber realmente una reconstrucción de esa deseada paz entre orientales si no se sabe toda la verdad”, terminó.

Abdala: la dictadura “fue contra las grandes mayorías de nuestro pueblo”

Abdala, a quien le tocó cerrar la mesa, comenzó estableciendo que “hay elementos empíricos históricos” que permiten refutar la caracterización “de la dictadura como el resultado de un presunto enfrentamiento de dos demonios”, sino “un golpe de Estado contra las grandes mayorías nacionales y populares” y también “contra la ciudadanía, contra la democracia, en donde un puñado de protagonistas lograron poner en jaque toda una tradición democrática del país y que fue efectivamente contra las grandes mayorías de nuestro pueblo”.

Abdala recordó “el compromiso con el Fondo Monetario Internacional [FMI] en 1960”, momento en que “los compromisos con el FMI venían acompañados de compromisos que luego el Estado debía convertir en políticas públicas al margen de la opinión del ciudadano”, procesos económicos que “se fueron gestando también de modo absolutamente represivo” contra las movilizaciones obreras y estudiantiles.

“Nosotros sostenemos que la dictadura no fue un fenómeno solamente militar, fue cívico-militar, pero además tuvo un contenido de clase”, insistió Abdala, y la definió como una “dictadura terrorista abierta y descarada del capital financiero, fue la dictadura fascista que con el terrorismo de Estado tiñó de oscuridad la vida de la República”.

El movimiento sindical, además, “en defensa de la democracia pagó un altísimo precio en presos, en torturas, en desaparecidos, en asesinados, en exiliados”, pero que además terminó el período dictatorial “con un poder de compra en sus salarios equivalente al 50% de lo que se podía comprar cuando la dictadura nació”.

Por lo tanto, según Abdala, “es absolutamente incorrecto establecer que la dictadura fue el resultado negativo de una dialéctica entre dos demonios”, porque además “desde un punto de vista militar” las acciones del MLN “estaban derrotadas militarmente desde 1972, es decir, los acontecimientos que asesinaron a los ocho trabajadores de la 20 no tenían que ver con un evento de acción armada, y sin embargo el golpe se dio igual”.

Mesa con presos políticos y Madres y Familiares

Posteriormente se llevó a cabo una mesa sobre derechos humanos con integrantes de distintas organizaciones vinculadas al tema. Gastón Grisoni, de Crysol, que nuclea a ex presos y ex presas políticas, reflexionó en torno a los hechos previos que llevaron al golpe, y apuntó contra el expresidente Julio María Sanguinetti, por entender que “responsabiliza al movimiento sindical y a los grupos armados”, cuando en realidad “el golpe de Estado tiene un gran componente de clase”.

“Fue para aplicar un proyecto económico; hubo sectores que respaldaron el golpe y que tuvieron a sus medios de comunicación cuasi oficiales, y quieren darnos cátedra hoy de liberalismo, de democracia”. Asimismo, “salimos de la dictadura con un pacto de impunidad, los mismos que apoyaron el golpe de Estado promovieron la impunidad para los criminales, para los responsables, ese pacto se logró mantener hasta octubre de 2009 cuando la Suprema Corte de Justicia decretó la inconstitucionalidad de la ley [de caducidad]”.

“El golpista de aquel período murió preso, el general Gregorio Álvarez también murió en prisión y en los últimos tres años gracias a la movilización de sectores populares y un gran trabajo de la Fiscalía se ha logrado que 65 represores de aquel período hayan sido procesados o formalizados”, en lo que consideró “un gran avance” y la forma “de impedir que vuelvan a suceder hechos trágicos”.

En la mesa también participaron Silvia Bellizzi, por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, Antonia Yáñez, de Sitios de Memoria, y la secretaria de Derechos Humanos del PIT-CNT, Fernanda Aguirre.