La directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Mónica Bottero, se pronunció este jueves sobre el femicidio de Valentina Cancela, la joven de 17 años asesinada en Maldonado por su expareja, un adolescente de la misma edad. Según Bottero, en este caso “el riesgo no estuvo correctamente valorado”.

La jerarca fue consultada sobre las denuncias previas que se habían hecho sobre el joven y por qué no se tomó otra medida para evitar el femicidio, teniendo en cuenta los antecedentes. Según dijo Bottero, desde el Estado hay un “esfuerzo permanente”, pero detalló que “al 30 de julio hubo 24.480 denuncias por episodios de violencia doméstica. En el INAU atendieron casi 10.000 situaciones en lo que va del año”.

“Las respuestas se dan, a veces fallamos, hay que reconocerlo. Se hace una valoración de riesgo porque no se puede poner medidas de protección de custodia o tobilleras en cualquier caso. Evidentemente el riesgo no estuvo correctamente valorado”, expresó en rueda de prensa consignada por Telemundo.

Bottero aseguró que en estos momentos hay un sentimiento de “impotencia y fracaso” por el femicidio: “Mucha tristeza y respeto por las familias de los involucrados. Cuando hay un femicidio que presentó, de alguna forma, algún tipo de riesgo anterior de que podía suceder, hay un sentimiento de que fracasamos, no lo podemos negar”, agregó.

Sobre el caso, la directora de Inmujeres pidió que no se responsabilice “únicamente a la Justicia, o únicamente a la Policía”, ya que “la violencia de género, doméstica, en vínculos de pareja, tiene una raíz y una connotación que no es estrictamente delictiva”.

Bottero apuntó a que las comunidades educativas, las familias y los demás “entornos comunitarios que están al tanto” del vínculo “intervengan a tiempo”. En especial subrayó lo importante de la intervención de los adultos: “estamos hablando de chiquilines. Es importante que intervenga su entorno”, dijo.

En general, remarcó que existe una “cultura que tiene que ver con los vínculos de poder” y “los modelos de rol” que se perpetúan en el tiempo. “A las feministas nos toman el pelo cuando decimos que no hay que propagar los mensajes de odio. Desde la música, se escuchan barbaridades en ciertas canciones, en ciertos artistas, que se les hace culto y que promueven determinadas maneras de vincularse con el otro sexo o de manera afectiva. No digo que sea el único factor ni mucho menos. Son un montón”, comentó.