“El partido quedó en una situación de equilibrio muy interesante”, dijo Pablo Abdala, subsecretario del Ministerio del Interior (MI), que en el período que viene volverá al Parlamento como diputado ya que fue electo por la lista 5 de Montevideo, que encabezó, del novel sector D Centro del Partido Nacional (PN). Abdala fue diputado opositor durante los 15 años de gobierno del Frente Amplio (FA) y en este período no obtuvo una banca. Primero estuvo al frente del directorio del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU) y desde 2023 es el número dos del MI.
Para Abdala los blancos deben tener un partido “vigoroso y fuerte”, presente en la vida social, “en todos los ámbitos donde está la gente”, porque tienen varios desafíos por delante. Uno de ellos está en las elecciones departamentales de mayo, y el desafío más grande es que la coalición pueda ganar en Montevideo. “En política nada está ganado hasta que no se gana, y nada está perdido tampoco, por lo tanto, todo es ganable”, dijo Abdala a la diaria.
¿Qué evaluación hacés del resultado del balotaje?
Lo primero es, como corresponde -y no hay otro temperamento o conducta posible-, acatar el veredicto popular con mucha humildad. Luego, encarar una instancia que yo llamaría de reflexión, no de autocrítica, porque la autocrítica suena un poco a autoflagelación, a la necesidad de encontrar chivos expiatorios o buscarles explicaciones a las cosas, y terminar, por lo tanto, distribuyendo culpas entre los que perdimos, y eso no es conducente. Creo que no hay nada para reprocharse desde el punto de vista de la actuación de nuestra fórmula presidencial. Y creo que la gestión de gobierno emerge, a mi juicio, con un respaldo popular importante, a pesar de que no ganamos la elección.
El leitmotiv de gran parte de la campaña de Delgado fue “elegí un buen gobierno”. A su vez, desde filas oficialistas se hacía énfasis en la aprobación del presidente, Luis Lacalle Pou, que, según algunas encuestas, es de 50%, pero eso no se reflejó en el resultado del balotaje. ¿La derrota del oficialismo no se puede interpretar como que se le dio la espalda al gobierno?
Hay una gestión de gobierno con una aceptación popular muy alta, entiendo que el resultado electoral no desmiente eso, y que, en todo caso, si se perdió la elección no fue, como en otras instancias de la vida del país, por un voto castigo. Y era lógico que no existiera, porque los niveles de popularidad del presidente son altos, y son altos porque está culminando una gestión de gobierno que ha sido exitosa. Por supuesto, tuvo aciertos y errores, como toda obra humana, pero en el balance implicó que el país esté mejor en las distintas áreas.
¿Cómo viste los chisporroteos internos que hubo entre dirigentes blancos luego del balotaje? Por ejemplo, entre los senadores electos Sebastián da Silva (Espacio 40) y Nicolás Olivera (D Centro).
Creo que no son conducentes. Para mí el intercambio público entre compañeros de partido siempre es una circunstancia lamentable e innecesaria. De todas formas, no quiero con esto reprochar ni calificar a ningún compañero, porque si no estaría contradiciéndome con que todos tenemos que evitar incursionar en ese terreno. Lo inscribo en la circunstancia de que aconteció en los días inmediatamente posteriores al revés electoral del domingo del balotaje, y también auguro que se haya agotado en sí mismo el episodio, que, después de todo, no tuvo más coletazos y quedó por eso.
En la campaña Delgado decía que este es “el peor FA” y, por otro lado, hablaba de que el FA debería cambiar el chip de la “confrontación” por el de la “cooperación”. ¿No hubo una contradicción difícil de salvar ahí?
Lo que pasa es que la política no se puede ver en blanco y negro, tiene matices, tonalidades intermedias, y está claro que hay determinadas valoraciones, pero eso no implica que a todos no nos anime, como nos debe animar, el espíritu de entendimiento y cooperacion. Yo pertenezco a D Centro, un sector que, entre otros rasgos distintivos, tiene un sentido de la búsqueda de los entendimientos, de no actuar en función de los extremos, de tener un temperamento muy prosistema político, y eso implica tener también un temperamento antigrieta. Inexorablemente, todos tenemos el deber, estemos donde nos toque estar, de cuidar la institucionalidad. En ese sentido, estoy seguro de que la contribución del PN va a ser grande para generar un escenario político y un clima de gobierno en sentido amplio, donde no sólo respetemos los códigos sino que además seamos capaces de generar un clima de convivencia pacífica desde el punto de vista político.
¿Qué debe hacer la coalición en el Parlamento en el próximo período? ¿Los partidos que la integran deben coordinar juntos?
La coalición mantiene plena vigencia después del balotaje, independientemente del resultado electoral, por razones absolutamente objetivas. Una de ellas es que la coalición no es meramente un mecanismo de acuerdo electoral, no es una coincidencia circunstancial para llevar adelante una agenda de gobierno, como ocurrió; a esta altura, ya es una determinada identidad. Tanto es así que hoy está en el tapete la discusión sobre si están dadas las condiciones para dar un paso más y conformar un lema común. Además, apelo a mi experiencia como legislador de la oposición durante 15 años: los partidos de la oposición, que por algo son oposición al gobierno, en el sentido democrático, constructivo, terminan coordinando su actuación y coincidiendo en la agenda parlamentaria de una forma muy espontánea y natural. No quiere decir que después coincidan en todo. A mí me pasó de coincidir, más allá de las diferencias ideológicas, con Unidad Popular, por ejemplo, en la valoración de determinadas políticas de gobierno o para impulsar algunas acciones parlamentarias.
Comentabas que el balance que hacés del gobierno es positivo. En esta gestión hubo varios escándalos, como el de Alejandro Astesiano, exjefe de seguridad de Presidencia, y todo lo que sucedió antes y después del pasaporte otorgado al narcotraficante Sebastián Marset. ¿Qué opinión tenés sobre ambos temas?
Entiendo que esos temas no tuvieron impacto en el resultado electoral. Además, hay una gran línea divisoria en este análisis: en esos temas no pasó que la consecuencia política o judicial fuera que un gobernante, el titular de un cargo político o de particular confianza termine siendo formalizado o condenado por la Justicia. Ningún cuadro político, cargo de confianza o funcionario se apartó de lo debido, porque la Justicia en ningún caso llegó a esa conclusión.
Pero Astesiano trabajaba para el presidente en la Torre Ejecutiva, fue juzgado y terminó preso.
De lo que estamos hablando, en todo caso -y no quisiera avanzar mucho más en esto-, es de una situación de deslealtad de un funcionario, que, repito, no estaba cumpliendo una función política.
En filas blancas se ha hablado mucho de Martín Lema como candidato a intendente de Montevideo. ¿Ves a alguien más como posible candidato dentro del PN?
Claramente, Martín tiene condiciones políticas como para cumplir el rol que está cumpliendo. Su candidatura todavía no se ha formalizado, pero todos sabemos que está invirtiendo tiempo y esfuerzo -y lo está haciendo muy bien- en el tema departamental y en la elección de mayo. Ahora empieza una discusión que incluso va más allá de la definición de cuál va a ser nuestro candidato, o de la formalización de esa candidatura, donde todas las agrupaciones y sectores tendremos que definir no sólo la candidatura a la intendencia -que será una por el PN-, sino también la estrategia que vamos a llevar adelante y nuestra propuesta programática.
¿Un solo candidato? ¿No cabe la posibilidad de que el PN tenga dos en Montevideo?
Me remito simplemente a lo que fue acordado en las instancias previas a la conformación del lema Coalición Republicana. Veremos cómo termina decantando todo esto y cuál termina siendo la postulación electoral.
La excandidata a la vicepresidencia por el PN Valeria Ripoll, que es de tu sector, dijo en una entrevista que se veía como intendenta. ¿Ella también podría ser candidata en Montevideo?
No me consta que eso esté planteado, porque, obviamente, hasta el domingo del balotaje no había otra propuesta ni escenario alternativo al que todos conocimos, el de que Valeria fuera vicepresidenta de la República, y para eso trabajamos. Creo que, sin duda, el aporte de Valeria en la próxima instancia de mayo va a ser de enorme importancia, esté donde esté, por su trayectoria, su conocimiento del tema y por sus antecedentes al frente de Adeom [Asociación de Empleados y Obreros Municipales]. De manera que es una necesidad absoluta que Valeria esté. Con esto no estoy promoviendo candidatura alguna; ella tendrá que decir cuál es el rol que quiere cumplir y entiendo que está en condiciones de hacer un aporte y agregarle valor a la propuesta del PN y de la Coalición Republicana de una forma muy significativa.
Yendo a tu rol en el MI, según los datos oficiales del observatorio de esa cartera, comparando los primeros 50 meses de gestión de las últimas dos administraciones, entre marzo de 2015 y junio de 2019 hubo 1.379 homicidios, y entre marzo de 2020 y junio de 2024 hubo 1.528 homicidios, es decir, aumentaron 11%. ¿Qué reflexión te merecen estos números?
Que con relación a los homicidios esa es una interpretación caprichosa, porque implica, en forma selectiva, escoger determinados tramos de la evolución estadística y compararlos con otros. Podríamos también comparar los 15 años anteriores a los gobiernos del FA con los 15 años posteriores. En materia de criminalidad, y particularmente en lo que concierne a los homicidios, hay que analizar tendencias, y la secuencia del delito de homicidio indica muy claramente que estos se disparan en el período anterior, o aun antes del anterior, en el período del presidente [José] Mujica, cuando en 2012 y 2013 se suprimen las brigadas antidrogas de Montevideo y Canelones y se incrementa la violencia asociada al narcotráfico y los homicidios, que llegan a su cenit en 2018, con 423. Nuestra administración logró contener esa tendencia. Esto no quita que nosotros no reconozcamos, como hemos reconocido todos, que con relación a los homicidios tenemos un problema en Uruguay, una tasa de homicidios muy alta. Además, el análisis es complejo, porque en el origen de esta realidad hay una multicausalidad. Esto no es atribuible exclusivamente a la prevención o la represión policial, sino a una realidad de la sociedad, que implica que tiene niveles incrementales de violencia.
¿Por qué decís que es una interpretación “caprichosa” esa forma de tomar los datos? ¿No es lógico comparar los datos de un período concreto con el mismo lapso inmediatamente anterior?
Reitero, eso se saltea -porque es una segmentación, que no deja de ser selectiva- el análisis tendencial, y la criminología debe analizarse de esa forma. Notoriamente, veníamos en una tendencia creciente y sostenida, año tras año.
Hablando de narcotráfico, durante este período se colaron varios cargamentos con droga que pasaron por el puerto de Montevideo y terminaron fuera del país.
No digo que no, pero también es verdad que el próximo gobierno recibirá un país con tres escáneres en el sistema portuario recién instalados, lo que va a representar un cambio cualitativo en cuanto al control del tránsito y de las mercaderías que salen del puerto de Montevideo.
¿Qué esperás del gobierno de Yamandú Orsi?
Lo mejor, porque soy uruguayo, vivo en Uruguay, y creo que tenemos que reivindicar la política y fortalecer la institucionalidad, y nada de eso se hace con gobiernos que fracasan.