La plaza Juan Ramón Gómez, situada en el corazón de Palermo, es un pequeño resquicio entre el cemento del barrio montevideano. El espacio, que permaneció casi incambiado durante los últimos años, transitará por un proceso de reforma: el Municipio B prevé instalar en él un salón comunitario de uso diurno, con una cocina y dos baños, uno de ellos accesible.

Las obras, cuya primera fase comenzó en noviembre, fueron el resultado de un proceso de intercambio con vecinos, colectivos sociales y empresarios locales que ocupó varios años y se dio en el marco del programa Reactor B, un convenio entre el Municipio B y el Laboratorio de Urbanismo Participativo y Afectivo de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de la República que busca priorizar “el uso y disfrute de los espacios urbanos desde una perspectiva del bien común”.

A partir de dicha instancia surgió, entre otras, la idea de integrar el proyecto con un pasaje semipeatonal adyacente e instalar una cocina. Luego de construirla, se prevé instalar un espacio de juegos infantiles, una tarima y plantas, en una fase de “mejora integral de la plaza”.

Por su parte, en tanto se concretaba el proyecto, la Intendencia de Montevideo (IM) se propuso arrendar un inmueble sobre la calle Durazno, que se encuentra sobre la plaza, para cederlo a la organización El Abrojo y que esta pudiera relocalizar allí un centro de contención y apoyo diurno. Un “mapeo colectivo” realizado junto con el colectivo de personas en situación de calle Ni Todo Está Perdido (Nitep) y publicado en 2022 arrojaba que hacia 2019 el 46% de las personas en situación de calle residían en él. Según consta en el sitio web del municipio, la acción no guarda relación con el proyecto de reforma.

La confluencia de proyectos llevó a la controversia cuando un grupo de vecinos se manifestó en contra de su realización y comenzó a recolectar firmas para evitar las obras. Según denuncian en un formulario del sitio change.org, por un lado, las obras implican la “destrucción” del “patrimonio arquitectónico” del espacio y la pérdida de espacios verdes producto de la instalación del salón comunitario. Por el otro, para los vecinos la instalación del centro diurno terminaría por ratificar lo que ellos consideran que es “el deterioro del barrio” producto de las personas en situación de calle, a quienes apuntan como los principales responsables del “aumento significativo de la inseguridad” en la zona.

“Es preocupante que, en lugar de fortalecer la calidad de vida de los barrios, estas decisiones no sólo no consideran las dinámicas existentes, sino que además las agravan”, sostiene la petición, al tiempo que advierte que “el impacto” que tendrán las problemáticas ocasionadas será “alarmante”.

La reacción de los vecinos suscitó múltiples instancias de diálogo organizadas por el municipio y la mesa barrial de Palermo. La última de ellas ocurrió esta semana; allí se anunció la suspensión del traslado del centro La Casa, así como la apertura de un proceso de mediación guiado por dos representantes de la Defensoría de Vecinos y Vecinas de Montevideo, según pudo saber la diaria.

Arquitecta responsable del proyecto entiende que “los conflictos siempre dan información”

Adriana Goñi, arquitecta e integrante de Reactor B, dijo a la diaria que el proyecto de reforma se hizo junto con las facultades de Ciencias Sociales y Ciencias Económicas y Administración con la idea de no sólo “mejorar desde el punto de vista físico”, sino también “generar circuitos de economía local” que permitan recuperar el “centro latente” del barrio.

Del diagnóstico resultaron “dos grandes proyectos”: la feria de emprendedores locales Paseo Encina –hoy Paseo Sur Palermo– y la revisión de la plaza. Respecto de esta última, los datos obtenidos arrojaron que “estaba muy subutilizada” y “tenía temas de convivencia”, dada su cercanía a refugios del Ministerio de Desarrollo Social, algo que “con los años” llevó a que tuviera “otros usos que no fueron tan frecuentes como antes”, resumió.

“Por esta situación, y porque la plaza físicamente presenta muchas dificultades”, explicó, se llevó a cabo un “proceso de codiseño” que tuvo buenos niveles de participación y terminó con el plan de reforma actual. Goñi consideró que las personas en situación de calle “existen y van a seguir existiendo”, por lo que, “en la medida en que les demos servicios a ellos y al resto de las personas que estén, la convivencia va a ser mucho mejor”.

La arquitecta subrayó que la plaza “tiene todas las innovaciones”. Sumada a la “infraestructura cívica” del salón comunal, se instalará “una cantina saludable”, gestionada en conjunto por la red de cocinas comunitarias de la IM y emprendedores locales “con una perspectiva de inclusión”, explicó.

A pesar de todo, si bien dijo que el grupo de vecinos que se oponen al proyecto “son pocas personas” que no vio “durante el proceso”, la arquitecta valoró que, más allá del tono, “hay que escuchar las razones”. “Yo creo que los conflictos siempre nos dan información”, dijo. Y agregó: “Dentro de lo que puede ser una exacerbación [...] puede haber involucrada gente que en realidad esté expresando una preocupación”.

A concejala le preocupa la “agresividad” con la que los vecinos “presentaron el tema al barrio”

La integrante del Concejo Vecinal Zona 2 Laura Gentile dijo a la diaria que le llamó la atención la “agresividad” con la que los vecinos “presentaron el tema al barrio”. De acuerdo con la concejala, si bien se motivó a los vecinos a que participaran en el rediseño de la plaza por diferentes medios, una vez iniciadas las obras hubo “una reacción muy rápida” de algunos mediante mensajes que caracterizó de “violentos”.

Gentile no se mostró sorprendida de que el proyecto no hubiera llegado a oídos de todos, “como no llegan un montón de otras cosas que se hacen” en el barrio. Dijo, además, que no comprende por qué se asoció el plan de remodelación de la plaza con la reubicación del espacio La Casa.

También subrayó que, a pesar de haber convocado a los vecinos que se encuentran en desacuerdo con el proyecto a múltiples reuniones, ellos no asistieron a la última de ellas, a pesar de que desde el municipio se habían manifestado abiertos a “dialogar y [...] establecer cambios” desde un principio.

Integrante de Nitep: va a haber problemas “hasta que no haya una política de Estado para la gente en situación de calle”

En la plaza, asimismo, una olla popular sirve comida a quienes lo necesitan dos veces por semana. La iniciativa está a cargo de un grupo de vecinos del barrio, quienes también fueron partícipes de las instancias de intercambio que llevaron al anteproyecto.

Verónica Rivero, vecina e integrante de la coordinación de la olla, dijo a la diaria que ve con buenos ojos la reforma de la plaza y la calificó de necesaria, ya que “al día de hoy no es un lugar accesible para todas las personas”.

Por su parte, en línea con otras declaraciones, el integrante de Nitep Gustavo de Pena acusó que parte de los vecinos “no participaron mayoritariamente en la elaboración del proyecto”. De Pena consideró que “es de esperar que haya diferentes opiniones sobre el tema”, aunque matizó que “la gente de calle” está mayoritariamente por “toda la ciudad y no se centra en la plaza”.

“Problemas va a haber muchos más hasta que no haya una política de Estado para la gente en situación de calle”, consideró, para luego recordar que “las tensiones son muchas”.