Inmediatamente después del anuncio del cierre de las negociaciones por el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, comenzó la Cumbre de presidentes del Mercosur en Montevideo. El ánimo de entusiasmo y celebración con el que comenzó la mañana se enrareció cuando fue el turno del discurso del presidente argentino, Javier Milei.

Apenas comenzó su oratoria, Milei aclaró que hablaría como economista y no como presidente. Se remontó a los objetivos que se planteó el bloque comercial en sus orígenes, a comienzos de la década de 1990, y aseguró que “a las instituciones hay que evaluarlas por sus resultados, no por sus intenciones”. “Lamentablemente, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”, agregó.

Milei opinó que cuando el Estado interviene “genera un resultado peor al que había antes de que se entrometiera” y consideró que el arancel externo común que fijó el Mercosur obtuvo un resultado “contrario a lo pretendido”. “Nos cerró innumerables vías comerciales”, afirmó.

“Para uno poder vender libremente debe estar dispuesto a comprar libremente también”, aseguró, y manifestó que el comercio “se ha visto deteriorado” en las últimas décadas en la región: “La participación del comercio intrazona –exceptuando Paraguay– se redujo significativamente”.

El presidente argentino siguió con sus críticas y contrastó el devenir de los países del Mercosur con otros como el de Chile o el de Perú: “Mientras Chile y Perú se abrieron al mundo, nosotros nos encerramos en nuestra propia pecera”, aseguró. Para avanzar en el “camino correcto”, según dijo, hay que “profundizar nuestros lazos para atraer el comercio y con ello traerles prosperidad a nuestros pueblos”.

En particular sobre su país, afirmó: “El Mercosur y sus restricciones también han sido un escollo para el progreso de los argentinos. Los últimos 20 años de política económica dejaron a Argentina en un pozo profundo”, y agregó que “no podemos darnos el lujo de dejar pasar oportunidades comerciales”.

“Durante los últimos 20 años hemos perdido la oportunidad de nuestras vidas”, afirmó. “Fuimos a contramano del mundo; mientras el resto se expandió gracias al comercio, nosotros le dijimos que no a Estados Unidos, que ofrecía acuerdo de libre comercio a todo el continente. Pero esa perorata les costó carísima a nuestros ciudadanos”, aseguró.

“El Mercosur, que nació con la idea de profundizar nuestros lazos comerciales, terminó convirtiéndose en una prisión que no permite que los países puedan aprovechar sus ventajas competitivos ni su potencial exportador”, fustigó, y dirigiéndose al resto de los presidentes del bloque pidió: “Abramos los ojos y seamos honestos intelectualmente, aceptemos que este modelo está agotado”.

Pidió también ganar autonomía “sin dejar de respetar los acuerdos que nos hermanan. Aflojemos las ataduras que hoy nos ahogan en vez de fortalecernos”. Señaló que el bloque “no puede ser un cepo que nos limita”, y mencionó los “excesos de regulación e implementación de normas que frenan el comercio interno y externo”.

“Sin anteojeras ideológicas, tengamos coraje para tomar las decisiones necesarias”, reclamó, y finalizó con su clásico: “Que Dios nos bendiga a todos y que las fuerzas del cielo nos acompañen”.

“Nuestra presidencia pro témpore estará caracterizada por recuperar este espíritu crítico”, aseguró Milei

Al cierre de la cumbre, Milei recibió la presidencia pro témpore del Mercosur por parte de Uruguay. El mando del bloque se simboliza con la entrega de un martillo de madera, ante el cual el argentino dijo: “Todo lo que sea para romper me encanta”.

Tras recibir el martillo, Milei hizo nuevamente uso de la palabra y estableció “el horizonte de exploración que va a tener este organismo” durante su presidencia. Señaló que “un mercado común regional es un instrumento al servicio del desarrollo económico de sus países integrantes”, del cual “los países forman libremente con el objetivo de que les rinda un rédito particular a cada uno. No es una imposición inalterable, es un instrumento libremente elegido”.

Por lo tanto, defendió Milei, “tiene que ser constantemente sometido al escrutinio para ver si funciona o no”. “La inercia y la conformidad no son una opción”, agregó, ya que “el uso de todo instrumento siempre implica también el coste-oportunidad de no utilizar otro”.

En segundo lugar, manifestó que también significa “que no puede tener reglas y determinaciones estáticas”: “Si sus normas son perniciosas, tiene que ser posible cambiarlas en función de lo que necesitan los usuarios del instrumento, los países firmantes. Es decir, este instrumento debe ser blando y maleable, de lo contrario, su propia rigidez lo termina quebrando”.

“O aceptamos que el Mercosur no funciona y lo disolvemos, lo cual no es la voluntad del gobierno argentino, o lo adaptamos para que sea funcional a las necesidades actuales de sus integrantes”, planteó Milei. Manifestó, asimismo, que durante su presidencia buscará “dejar atrás una etapa caracterizada por la mera administración de acuerdos, el exceso de regulaciones y la dificultad para implementar normas que frenan el comercio intrabloque y con el resto del mundo”.

En particular, mencionó su intención de “revisar el arancel externo común, que es excesivamente alto”: “Presentaremos una propuesta para ajustar el arancel común a estándares internacionales, asegurando una inserción más competitiva en los mercados globales”, adelantó.

Más allá de las definiciones en torno al arancel externo común, el presidente argentino reiteró su deseo de flexibilizar el bloque: “Nuestra presidencia explorará un régimen de mayor flexibilidad y autonomía comercial para los integrantes del bloque, para que cada uno pueda entablar acuerdos comerciales que le resulten convenientes, que cada país pueda determinar hasta dónde sí y hasta dónde no, haciéndose eco de las necesidades de su propia población, entendiendo que el bloque se beneficia del beneficio de sus integrantes”.