En el primer almuerzo del año de la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), en el que se conmemoraron los 80 años de su creación, se reunieron los expresidentes José Mujica, Luis Alberto Lacalle Herrera y Julio María Sanguinetti, quienes hablaron de las campañas políticas, la “unidad nacional” y el fortalecimiento de la democracia.

Al inicio del evento se transmitieron en pantallas las palabras de los expresidentes Tabaré Vázquez y Jorge Batlle, ambos fallecidos, en almuerzos de ADM. En sus discursos, cuando aún eran jefes de Estado, resaltaban la seriedad con la que los gobiernos nacionales mantuvieron políticas que trascendían los períodos, pese a los cambios de signo en las administraciones.

Al respecto, Mujica, Lacalle Herrera y Sanguinetti destacaron la relación que mantienen, en lo que definieron como un “sindicato” de exmandatarios, para dar una imagen de “unidad nacional”, algo que creen que no ocurre en el mundo. Mujica indicó, al respecto, que se muestran juntos porque la imagen le “conviene” y “prestigia” al país.

Mujica evaluó que hay “diferencias inclaudicables” entre los tres y que “nadie renuncia” a sus ideas, dado que los tres son “conscientes de que la libertad se precisa para discrepar y no para estar de acuerdo”. “Si era para estar de acuerdo, nos hubiésemos quedado con una monarquía absoluta, pero, a pesar de todas las diferencias que se pueda tener, tenemos que pelear desesperadamente por un nosotros”, añadió.

Por otra parte, Mujica expresó que el país tiene sus “problemas” pero también sus “posibilidades”. El problema está, según dijo, “en que tenemos que mantener un margen de unidad y el compromiso nacional, que va más allá de los hechos partidarios”. “No se le pide a nadie que renuncie a lo que piensa, pero tenemos que entender que si hay que crecer económicamente, hay que invertir con talento”, sostuvo.

En tanto, Lacalle Herrera subrayó que las campañas políticas se han puesto “no sólo sucias, no sólo complicadas, sino que pueden hacernos perder de vista que lo que importa es la bisagra, lo que nos une”. “Esto es la unidad nacional. Después, la articulación de los partidos, de las preferencias, ¿por qué? Porque no tienen que olvidar, ninguno de los aspirantes, ninguno de los dirigentes, que la unidad nacional se basa en la legitimidad del poder político”, remarcó.

En ese marco, dijo que los ganadores de la elección, con referencia al presidente, el vicepresidente y los legisladores, “tienen una legitimidad que nadie les puede objetar después”. “Ni los medios, ni los sindicatos, ni el poder económico, ni las religiones. Hay una sola legitimidad política y se debe acatar lo que esa legitimidad decida, dentro de las normas constitucionales”, expresó.

Lacalle Herrera indicó que hay que darse “cuenta” de que el “respeto a las diferencias” integra la unidad nacional, por eso no se puede “descalificar”, ni “desandar el camino de esa unidad”. Asimismo, señaló que “todos” están de acuerdo con que el Mercosur “no funciona”, por eso pidió incorporar a la unidad nacional el “análisis” sobre el rol del bloque. A su vez, prosiguió con que se está de acuerdo en que el sistema jubilatorio “hay o había que reformarlo, porque nadie debería estar en contra de eso”.

“Tenemos que ser muy claros en que las empresas públicas, por ser propiedad del Estado –por ende, de nosotros–, no pueden perder plata, en eso nadie puede estar de acuerdo”, consideró el dirigente nacionalista, y enumeró algunas políticas que, pese al cambio de gobierno, no se desandaron, como la ley forestal –aprobada en el primer gobierno de Sanguinetti–, la política energética –en la que hizo énfasis Mujica en su gobierno– y la ley de puertos –bajo la administración del expresidente nacionalista–. También mencionó la creación del Mevir y de los CAIF. En ese sentido, pidió “aumentar” la lista de los temas que forman la “unidad nacional”.

Sanguinetti, en tanto, pidió no dejarse “arrastrar a debates laterales” y analizó casos de “gobiernos populistas”, con los que fue muy crítico. Según el dos veces presidente, hay países donde han aparecido “fenómenos mesiánicos” de mandatarios que se instalan “más allá de las instituciones, que tienen legitimidad de origen, porque emanan de una elección, pero luego abusan del poder de presupuesto del Estado para sostener ese culto político abusivo en el cual se instalan”. Esto pasó, según Sanguinetti, tanto en la izquierda como en la derecha.