La comunidad afro atravesó varias etapas históricas, tanto en Uruguay como en el mundo, que requieren reparación y esto, además de ser un entendido social y colectivo, está pautado en diferentes normativas y tratados nacionales e internacionales, por ejemplo, en la Declaración y el Programa de Acción de Durban, celebrado en 2021. Algunos de los procesos más conocidos y delimitados que evidentemente requieren reparación a la comunidad afro son el colonialismo, la trata transatlántica -el puerto de Montevideo fue un importante punto de introducción de esclavos en América- y la esclavitud propiamente dicha.
En diálogo con la diaria, diferentes referentes de colectivos afro expresaron cómo observan el desarrollo de las acciones reparatorias ensayadas en Uruguay en sus diferentes formatos, en qué aspectos se han centrado más y qué consideran que hace falta.
Miguel Pereira, asesor en temas étnico-raciales de la Intendencia de Montevideo, dijo que al hablar de la reparación hay que tener en cuenta casi que como punto principal, además del hecho en sí, “el efecto y sus consecuencias”. A su vez, sobre las políticas instaladas, consideró que “la más palpable” son las viviendas ubicadas en Lorenzo Carnelli entre Isla de Flores y San Salvador, donde se construyó un conjunto habitacional para un grupo de familias que fueron desplazadas del barrio durante la dictadura, cuando se demolió el conventillo en el que vivían.
Para Pereira, el programa de cooperativas en las que participan diferentes colectivos afro “también se puede enmarcar dentro de las reparaciones”, pero a nivel estatal “lo único que hay es eso”.
Consideró que Uruguay debería analizar cuánto costaría un programa de reparaciones que, además de la vivienda, incluyera “otras áreas”. Dijo que cuando el tema se habla en el marco de la política partidaria “hay susto” y parece como si las personas afro fueran a obtener un salario cuando en realidad “se habla de una batería de políticas públicas que den cuenta del racismo y de la trata”. Remarcó que debe ser un “programa global”, porque “no alcanza con presupuesto” en una institución o en un ministerio.
Políticas que perduren
Por su parte, Verónica Villagra, integrante del colectivo Mundo afro, dijo que los datos que existen en Uruguay sobre, por ejemplo, la trata transatlántica, “muestran que tuvo una incidencia que perdura”, ya que generó, entre otras cosas, “lugares de pobreza que hoy padece todo el colectivo”. Este es “uno de los debes que justifican la necesidad de la reparación histórica”, agregó Villagra.
En general, entiende que “Uruguay ha tenido una triste historia de reparaciones” porque si bien “en algún momento se intentó reparar” al colectivo, lo que se destacó fue “la gran incidencia de la sociedad civil”. “En un país en el que hay intención de reparar distintos colectivos, nunca le tocó al nuestro”, agregó. Consideró que las políticas de viviendas han sido claras pero no suficientes, ya que si bien significan “una reparación a la expulsión”, se compensó “a una mínima parte de los cientos de familias afectadas”.
Por otra parte, aclaró que la reparación tiene muchas más connotaciones que la económica. “No nos van a dar más plata a los uruguayos afrodescendientes por reparación, ese es el imaginario de la gente”, pero el tema en realidad tiene que ver, por ejemplo, con “facilitar el acceso a la educación, con políticas más inclusivas y a largo plazo”. Lo que se haga implica aspectos económicos, pero “no quiere decir que nos van a dar un subsidio mensual a cada uno”, reiteró.
En tanto, Javier Díaz, integrante de la Asociación Cultural y Social Uruguay Negro (ACSUN), recordó que en 2005 el Ministerio de Desarrollo Social, “organismo rector de las políticas públicas sobre afrodescendencia”, inició un camino como consecuencia de la tercera conferencia mundial contra el racismo, tras la conferencia de Durban, que marcó “un antes y un después”. De todas maneras, para Díaz, tras 23 años de aquel encuentro internacional, “recién se está iniciando” el proceso de reparación para lo que “faltaría impulsar más políticas”. Díaz recordó que en el programa de Durban las reparaciones tienen un capítulo y van desde la creación de políticas hasta organismos que las monitoreen.
“Las políticas a crear deberían basarse en diferentes informes que se han realizado nacional e internacionalmente”, opinó. Para Díaz, es importante que eso incluya trabajar en pos de la salud de la comunidad afro, sobre todo de las enfermedades que la población afro tiene mayor posibilidad de desarrollar, y asignaciones presupuestales para que no se repita lo sucedido hasta ahora. Afirmó que “en todos los gobiernos hubo propuestas, pero muchas no se sostienen en el tiempo”, sumado a que la cooperación internacional muchas veces se retiró”, concluyó.
Por último, Alicia Esquivel, integrante de la organización Uafro, expresó que “habitualmente se habla de la deuda histórica que tenemos hacia las poblaciones afro pero queda en un discurso que se repite pero no se concretan las acciones”. La reparación “empieza en diferentes ámbitos, no es siempre económica, está en todas las dimensiones”. Para Esquivel, la reparación histórica se compone de procesos que se están dando “en diferentes lugares, con las características propias de cada lugar”. “Pensar en reparaciones es sentarnos y diseñar políticas con respectivos monitoreos para ver cómo vamos avanzando”, reafirmó.
Sobre las acciones impulsadas en Uruguay, mencionó el reconocimiento en el primer artículo de la Ley 19.122, que “admite la discriminación racial”. Pero esa normativa se quedó “en un papel porque realmente no se hizo una reglamentación interseccional de la ley para poder trabajar en la desigualdad”, agregó. Si bien el reconocimiento “es fundamental como garantía de no repetición y la rehabilitación, son diferentes escalas y es necesario hacer”, reafirmó. “Muchas de las cosas que acontecieron hasta ahora fueron acciones que no fueron articuladas, entonces no lograron el impacto que buscaban”, también en muchas oportunidades fue la movilización social la que generó respuestas”, dijo.
Esquivel agregó que hay elementos de reparación moral que no se han movido y que tienen que ver fundamentalmente con representaciones. Mencionó como ejemplo el monumento ubicado en Rivera y Francisco Muñoz, Montevideo, que rinde homenaje a la “raza negra”. Si bien su autor, José Belloni, tituló la obra como “El aguatero”, según Esquivel se trata de una persona esclavizada con una batea sobre su cabeza que comúnmente se denominaba camunguero (quien recoge las heces). Un elemento de reparación sería hacer “un homenaje real, plantear la generación de fuerza de trabajo de producción y reproductivo de las personas africanas que llegaron durante la colonia y generaron lo que tenemos hoy y que nunca tuvieron una circunstancia real que cambiara alguna de esas cosas”, expresó Esquivel.