El Frente Amplio (FA) tiene hasta el momento cinco precandidaturas para competir por la Intendencia de Montevideo (IM) en las elecciones departamentales de mayo y deberá negociar en la interna para reducir por lo menos hasta tres el número de competidores. Uno de los cinco nombres es el del abogado Juan Ceretta, quien fue propuesto por el Partido Socialista (PS) el jueves.

Ceretta, integrante y cara visible del Consultorio Jurídico de la Universidad de la República, ha estado relacionado desde ese lugar a varios casos de resonancia política y mediática, como los juicios al Estado por el acceso a los medicamentos de alto costo y el caso del asentamiento Nuevo Comienzo. En esta entrevista con la diaria se ubica a sí mismo dentro de la izquierda social y reconoce que nunca perteneció a la orgánica del FA, a pesar de votarlo, pero que se afiliará para evitar rispideces en la interna. No obstante, a su entender, su origen externo a la fuerza política es “un activo”, porque le da la posibilidad de “pescar fuera de la pecera”.

¿Cómo recibiste la decisión del PS de impulsar tu precandidatura? ¿Te lo esperabas?

Me sorprendió absolutamente. Primero, porque no estaba en mis más remotos planes. Y segundo, porque cuando ellos me contactaron fue para conversar sobre el borrador del proyecto del PS para Montevideo y el borrador del proyecto del FA para Montevideo. Sinceramente, pensé que era más para ver si yo realmente podía aportar alguna cosa a ese documento en lo que tenía que ver con la experiencia nuestra en asentamientos, vivienda, etcétera, y al principio fue así; teníamos algunas ideas. La verdad que tenía muchas coincidencias con el documento del PS, pero no pasaba de eso. Después me pidieron una reunión presencial con Gonzalo [Civila, secretario general del PS] y con Antonella [Torelli, secretaria política de la departamental de Montevideo] y me plantearon directamente la posibilidad de proponer mi nombre, lo cual me sorprendió. Es un honor para mí que el PS piense en que yo pueda aportar algo, sobre todo teniendo en cuenta que no vengo de la orgánica.

¿No habías participado en la orgánica del FA tampoco?

No. Me voy a afiliar al FA. A mí una cosa que siempre me gustó del FA como concepto es lo amplio, esa capacidad de abrirse hacia la gente. Fui votante del FA en las elecciones, pero nunca milité activamente en ningún sector del FA. Y también mantuve siempre una actitud de no revelar demasiado mis opciones político partidarias. Cuando yo empecé en la facultad [de Derecho], en el consultorio, con algunas acciones que eran un poco más controversiales, consideré que hacer públicas mis preferencias políticas partidarias no sumaba mucho, y entonces lo mantuve siempre en reserva. A esta altura ya creo que no cambia nada. Yo lo que nunca oculté es que era una persona de izquierda, de la izquierda social. Creo que eso no era ninguna novedad para nadie que siguiera más o menos las cosas que yo hacía o que decía, y a las iniciativas populares que adhería eran generalmente todas de izquierda. No creo que pueda dar sorpresas sobre lo ideológico. Sí puede ser una sorpresa que no soy orgánico del PS, ni siquiera del FA.

¿Y eso es un activo para tu candidatura?

Depende de cómo se mire. Yo creo que en la visión que tengo del FA es un activo, porque podés pescar fuera de la pecera. Ahora me voy a adherir al Frente porque hay quienes cuestionan que no podría ser candidato sin haberme adherido.

¿Te están cuestionando desde ese lugar?

Sí, hay comentarios de ese tipo. A mí no me gusta vender humo y decir que siempre fui militante del FA, porque no es verdad. Siempre fui militante social de izquierda, no manifestaba mi adhesión al Frente. Y hacerlo un día después de que me proponen me parecía como que era una fantochada. Pero si es un requisito, no hay problema. No me pesa en absoluto.

Cuando se piensa en la próxima administración hay quienes hacen hincapié en que el próximo intendente piense en un proyecto a diez años, ¿cómo ves vos esa definición y cuáles son tus aspiraciones?

A mí me parece que está bueno pensar en proyectos a largo plazo. Más allá de que esté la misma persona o no, por lo menos que las líneas programáticas se continúen. En mi caso personal, yo no tengo aspiraciones de política nacional. Sinceramente no me sentiría cómodo, no me siento cómodo en ningún lugar de la política nacional. Me interesa y me apetece mucho más lo que se pueda hacer en el ámbito departamental, y por eso acepté que mi nombre fuera ofrecido.

¿Por qué debe mantenerse tu candidatura, teniendo en cuenta que de las cinco que están sobre la mesa sólo pueden aprobarse hasta tres?

Hay otros compañeros que no conozco demasiado su perfil. Sí podría decir que, por su actividad pública, más o menos, conozco el perfil de Mario Bergara. De Verónica [Piñeiro] no conozco tanto más que su actividad en la intendencia. Y de Salvador [Schelotto] algunas cosas del Ministerio de Vivienda [y Ordenamiento Territorial, MVOT], pero muy poca cosa como para decir algo del perfil de tal o cual otra. En cuanto a Mario, creo que yo tengo algunos enfoques diferentes o algunos énfasis en cuestiones que son distintas; seguramente tiene todo su potencial en lo económico y lo financiero y yo no. Yo creo que tengo algo aprendido en estos últimos años que ha sido del trabajo en territorio, de ese contacto con la gente, de la actividad de extensión de la universidad. Creo que he aprendido mucho de cómo trabajar con la gente. Eso puede ser un capital.

¿Qué diagnóstico hacés de Montevideo?

Después de los sucesivos gobiernos del Frente en Montevideo está bueno tener una mirada autocrítica de la gestión. Está claro que hay muchas cosas que se hicieron, que Montevideo mejoró mucho en un montón de cosas; entre otras, por ejemplo, hacerlo más participativo. De todas formas, creo que hay algunas cosas en las que hay que subir un escalón más o dar un giro más. Yo tengo una inclinación especial por todo lo social. En el tema de vivienda me parece que la IM puede contribuir mucho con el MVOT en mejorar y en dar soluciones habitacionales. Creo que hay muchas cosas que se pueden hacer y que no implican un impacto presupuestal directo de la intendencia. Eso es una cosa que a mí me gustaría, si se da la oportunidad, trabajarlo. Y después hay otras cosas que son más cotidianas o que están más en la agenda actual, como el tema de la basura, el tema del tratado de los residuos sólidos. Que generemos 400 kilos per cápita por año de basura no significa que no podamos generar mucho menos.

¿Cómo se produce menos basura?

Con políticas educativas, eso es clave. Y después, en lo que tenemos un déficit muy importante es en lo que tiene que ver con el reciclaje. Montevideo es una ciudad bastante heterogénea, no es lo mismo el tratamiento de los residuos sólidos en la Ciudad Vieja o en el Centro que en el Montevideo rural. Está claro que hay que tener estrategias distintas. Que hoy en las zonas más pobladas de Montevideo no estemos clasificando la basura es un despropósito.

¿Cómo se puede mejorar la situación de la vivienda?

Lo primero es tratar de tomar decisiones políticas que optimicen el uso de la vivienda que ya existe. Una vivienda que hace diez años que está abandonada no tiene ningún sentido, no le hace ningún bien a la ciudad, no le saca provecho nadie. Ahí hay que tomar medidas. Y creo que la intendencia tiene un montón de tierras que hoy no están dedicadas al uso público y tampoco están siendo utilizadas como tierra para construir viviendas, que en acuerdo con el MVOT perfectamente pueden ingresar como un insumo al Plan Quinquenal de Vivienda.

Hay una realidad en Montevideo que es la del Centro y la costa, y una realidad muy diferente por fuera de los ejes de Avenida Italia y de Bulevar Artigas, ¿cómo se puede trabajar en eso?

Se puede mejorar mucho. Nosotros tuvimos una experiencia muy linda en el asentamiento 30 de Julio en Casavalle. Ahí aprendimos cómo sin grandes recursos económicos se podían construir soluciones con la gente, trabajando con la gente. Y creo que lo que hay que hacer es eso: es salirse de esa receta de que yo soy el que tengo la solución y la vengo a plantear, y bajarlo a tierra, trabajarlo con la gente.

Últimamente se ha criticado el uso de la Ley de Vivienda Promovida y desde el FA se ha planteado revisar su aplicación. ¿Creés que hubo un mal uso de esta norma en la capital?

La ley de vivienda promovida tiene su lado, entre comillas, positivo, que es el impulso que ha generado de la construcción, la mano de obra, el trabajo, etcétera. Pero creo que no ha cumplido con el propósito con el que se la diseñó, que era dar soluciones de vivienda a la población que tenía dificultades para acceder.

¿Qué posición tenés sobre los barrios privados?

Soy bastante crítico con la política de los barrios privados. Soy muy cuidadoso con el medioambiente y hay un montón de proyectos inmobiliarios en la costa que producen un daño ambiental que no somos conscientes de lo que significa. Sería muy cuidadoso con las autorizaciones ambientales para proyectos que afectan el ambiente, sobre todo en la zona de la costa. Yo soy muy crítico de lo que traen consigo los barrios privados. No del barrio privado en sí, la gente que puede tener una casa hermosa en un lugar lindo, está bien. A mí me preocupan las implicancias sociales que tienen los barrios privados, las implicancias que tienen en la ciudad desde lo humano, desde lo edilicio, en la segregación, en que vos no necesitás salir de ese espacio y no interactuás con otras personas que no son muy parecidas a vos porque no se generan instancias de intercambio con otros actores de la misma sociedad en la que vivís. Eso me parece preocupante.

Si bien en Montevideo no hay de por sí barrios privados, sino semicerrados, ¿se debería trabajar más en este tema?

Sí, yo creo que se debería ser cuidadoso. Cuando hablaba de ese modelo de barrios privados me refiero más a los que están en Maldonado, Canelones, que van formando una miniciudad. Incluso hasta desde el punto de vista jurídico me preocupa.

¿Por qué?

Porque vos vas a estos barrios privados, entrás y parece que se reivindica hasta el derecho a establecer sus propias normas. Vos entrás a La Tahona, por ejemplo, y vas a ver un cartel que dice “Velocidad máxima: 32 kilómetros por hora”. ¿De dónde salió ese 32, si no existe ninguna norma que lo establezca? Ellos se creen con derecho a poner la velocidad. A lo que voy es que es peligroso, desde mi mirada, que algún sector se considere por encima de las autoridades a la hora de poner normas que regulen la convivencia. Lo mismo pasaría en los asentamientos si hubiera un cartel que dijera que se puede portar armas de fuego. Yo miro con mucho cuidado el tema de los barrios privados, sobre todo los barrios privados cerrados, donde hay que pedir permiso para entrar.

¿Cómo evaluás la movilidad y el transporte en Montevideo?

Me da la sensación de que tenemos un parque automotor cada vez más grande. Vemos gente que, porque no tiene más necesidad, se transporta en auto; en un vehículo de cuatro o cinco plazas una persona sola. Hay que hacer un uso mucho más razonable de los recursos que tenemos de movilidad, pero para eso el transporte público tiene que ser eficiente, en el sentido de que, si yo quiero que vayas a trabajar en bicicleta, tengo que prever dónde vas a agarrar la bicicleta y dónde la vas a dejar. Hay que ver cómo coordinar todas esas cosas, pero está claro que no puede seguir creciendo a este ritmo la cantidad de autos, por un tema de que no dan abasto las vías de circulación, por un problema ambiental y porque no tiene sentido, no es racional esa política de movilidad.

¿Qué información tenés de la situación financiera de la IM?

Más allá de lo que es el conocimiento público, no tengo información. Sí soy consciente de que hay cierta preocupación sobre lo financiero. Hay que atenderlo como siempre, por supuesto, y seguramente haya que tomar alguna medida que signifique redistribuir gastos o recortar algún gasto. Si fuera así, en mi perfil está priorizar lo social por sobre otras cosas.