“Los detractores del acuerdo están haciendo lo que pueden en este momento, desesperadamente, para tratar de frenarlo”, sostuvo una fuente de la Unión Europea (UE) a la diaria, unas horas antes de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, confirmara a los líderes del bloque que, finalmente, la firma del acuerdo con el Mercosur se aplazará para enero.

Se esperaba que el viernes fuera una jornada determinante para el acuerdo, que el bloque sudamericano preveía firmar –desde hace meses– el sábado 20 de diciembre en Foz do Iguaçu, Brasil, durante la cumbre de jefes de Estado del Mercosur. Lo que restaba era el beneplácito del Consejo Europeo, en donde Francia, Hungría y Polonia se mantienen reticentes y profundizaron la negociación con Italia para conformar una minoría de bloqueo. Por estas horas, además, miles de agricultores europeos se manifestaron en Bruselas en rechazo al pacto.

“Italia había dicho que, si se aprobaba la salvaguardia agrícola en el Parlamento, apoyaba; pero cambió en el último tiempo por cuestiones de renegociación de agenda interna de la propia Unión Europea”, explicó a la diaria el doctor en Relaciones Internacionales Ignacio Bartesaghi.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, dijo el miércoles que “sería prematuro” firmar el acuerdo, y que su país lo haría “sólo cuando se incluyan garantías adecuadas de reciprocidad para nuestro sector agrícola”, lo cual consideró que podría suceder a comienzos de 2026.

El jueves, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, abrió la cancha a la posibilidad de que la firma fuera aplazada. El mandatario confirmó que Meloni le planteó que “si tenemos paciencia de una semana, diez días o un mes, Italia estará con el acuerdo”. “Le dije que voy a llevar lo que me dijo a la reunión del Mercosur y voy a proponer que se decida qué hacer”, afirmó Lula da Silva, quien, horas antes, había afirmado: “Voy a Foz do Iguaçu con la expectativa de que digan ‘sí’ y no que digan ‘no’, pero si dicen que no, vamos a ser duros de aquí en adelante con ellos”.

Lula da Silva traspasará la presidencia pro témpore al paraguayo Santiago Peña este sábado, por lo que, de firmarse el acuerdo en enero, sería bajo la presidencia de Paraguay.

Bartesaghi consideró que la postergación “es un fracaso, es una nueva pérdida de credibilidad de las partes, es un nuevo traspié, y es un enorme traspié en la relación”. El especialista cuestionó: ¿En un mes qué va a cambiar? Si más no se le puede dar. El Mercosur ya no le puede dar más a la Unión Europea”. Recordó que el bloque sudamericano “ni siquiera opinó sobre la salvaguardia agrícola que se está imponiendo –que es superrestrictiva– y debería haber opinado”. “Después de 25 años, después de estar tan cerca, ya no hay mucho margen para seguir dando vueltas”, afirmó.

“Si no se cierra el acuerdo con la Unión Europea, es un golpe a la estrategia seguida por el gobierno”

El doctor en Relaciones Internacionales señaló que la cumbre de jefes de Estado del Mercosur será “muy compleja”, porque se esperaba que fuera “la cumbre de la firma”. “El Mercosur estaba apostando a salir de este estado de gravedad que tiene con el acuerdo con la Unión Europea; si el acuerdo con la Unión Europea no está arriba de la mesa, el Mercosur profundiza su crisis y empiezan a acelerarse las estrategias bilaterales de cada uno de los miembros”, expresó.

“En ese mes más, ¿cómo queda el Mercosur?”, preguntó Bartesaghi, para quien la situación “está siendo muy mal manejada de parte de la Unión Europea, una vez más, y después de 25 años”. El especialista consideró que la UE daría un “mensaje muy positivo” si concretara la firma del acuerdo: “El mensaje contra la guerra comercial, el mensaje contra [Donald] Trump y la OMC [Organización Mundial del Comercio], el mensaje de que la cooperación es el camino; lo que pasa es que no lo está dando porque no logra resolver sus internas propias”.

El canciller Mario Lubetkin, antes de partir hacia Brasil, mantenía “la expectativa de poder encontrarnos con las autoridades de la Unión Europea, que tienen que llegar el sábado de mañana, y finalmente firmar este acuerdo, que duró 25 años y que va a ser tan importante para nosotros en el futuro como los otros acuerdos que estamos firmando; quizás sea el más importante”.

Bartesaghi consideró que “Uruguay se jugó mucho a este acuerdo y se jugó mucho al Mercosur” durante este año. Reconoció que el inicio del proceso de adhesión de Uruguay al Acuerdo Transpacífico fue una “fortuna”; no obstante, “inicialmente, la estrategia de Lubetkin y la estrategia de la cancillería era el Mercosur, acuerdos todos juntos, y la apuesta era la Unión Europea”.

“Uruguay no queda tan mal parado ahora, si es que no se cierra el acuerdo con la Unión Europea, porque tuvo la suerte de ser aceptado para iniciar negociaciones con el CPTPP [Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico en español], consideró Bartesaghi; sin embargo, apuntó que “Uruguay debería haber seguido adelante con la flexibilización del Mercosur, con la bilateralidad con China, y todo eso hoy no lo tiene”.

“Si no se cierra el acuerdo con la Unión Europea, es una mala noticia para Uruguay como país, pero también es un golpe a la estrategia seguida por el gobierno que puso el foco en este acuerdo y puso el foco en el Mercosur”, subrayó.

Cuesta Duarte advierte por “modificaciones muy sensibles a la regulación nacional”

El aspecto comercial del acuerdo es lo que está sobre la mesa actualmente, y sobre lo único que hay objeciones. “Incluso los países que están en contra del acuerdo no objetan la parte de cooperación y apoyo político. Entonces, si el Parlamento Europeo después ratifica la parte comercial, la parte de cooperación y política va a salir seguro”, dijo la fuente de la UE.

El Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT ha advertido que es un acuerdo que trasciende lo comercial. “Nosotros ponemos esas luces amarillas importantes que tiene también este acuerdo, que es todo lo que nosotros llamamos la arquitectura de reglas, la normativa, cómo los países tienen que adaptar su regulación para poder darle cumplimiento a los capítulos; esa es la parte que más nos preocupa a nosotros”, dijo a la diaria Pablo da Rocha, quien integra el equipo económico del Instituto y participó de una publicación con insumos para entender el acuerdo.

Uno de los capítulos más sensibles del acuerdo para el Instituto se refiere a limitaciones sobre las compras públicas. “Este punto requiere especial atención porque suele ser presentado como un aspecto técnico cuando, en realidad, constituye una herramienta fundamental de política económica”, sostiene el informe, y agrega que “la apertura de las compras gubernamentales a proveedores europeos impediría que los Estados del Mercosur prioricen empresas nacionales en sectores estratégicos o establezcan criterios de contenido local que impulsen cadenas productivas domésticas”.

“Nosotros no tenemos una visión positiva desde ese punto de vista, porque puede haber modificaciones muy sensibles en lo que tiene que ver con la regulación nacional, porque hay áreas que para nosotros son claves del desarrollo de la industria nacional”, sostuvo Da Rocha. El economista consideró que “hay lugares, espacios [del acuerdo] que son confusos, son dudosos”, sobre los que los europeos “pueden tener más apalancamiento para lograr lo que ellos quieren que lo que nosotros quisiéramos defender”.

La postura del Instituto y del movimiento sindical es que “la inserción internacional debe juzgarse por su contribución a un proyecto de país”. En ese sentido, Da Rocha afirmó: “No se trata de decir ‘no’, sino de fijar condiciones claras para un sí que sea responsable en este sentido, que tome en cuenta la dimensión social, que sea transparente y que ubique al trabajo como un elemento central en la discusión”.

“Si fuera posible hacer algunos pequeños ajustes en lo que tiene que ver con compras públicas, propiedad intelectual, servicios públicos –que nosotros somos grandes defensores de las empresas públicas–, bueno, quizás tendríamos una postura distinta, menos negativa”, señaló.

El camino desde el cierre de las negociaciones en 2024

Hace poco más de un año, en Montevideo, los líderes del Mercosur celebraban el fin de las negociaciones por el acuerdo técnico con la UE. A partir de ahí, se avanzó en la revisión jurídica por parte de ambos bloques sobre la letra del acuerdo y la traducción a los idiomas oficiales. En setiembre, la Comisión Europea recomendó al Consejo del bloque avanzar en un Acuerdo Comercial Interino, que no necesita la ratificación de los países, ya que la parte comercial es competencia exclusiva de la UE.

El acuerdo está sujeto al consentimiento del Parlamento Europeo y la aprobación en el Consejo de la UE –que se esperaba que sucediera este viernes–. El Consejo Europeo está integrado por los jefes de Estado de los 27 países miembros, el presidente del Consejo, António Costa, y la presidenta de la Comisión Europea. Para aprobarse es necesaria una mayoría cualificada del 55% de los Estados miembros –15 de 27– equivalente al 65% de la población de la UE; al tiempo que una minoría de bloqueo debe contar con al menos cuatro miembros del Consejo o un número de países que representen más del 35% de la población de la UE.

La firma, a su vez, requiere de la ratificación de los parlamentos. Dentro del Mercosur, para que el acuerdo entre en vigencia, lo deben aprobar los parlamentos de todos los países miembros, mientras que en la UE lo debe aprobar el Parlamento Europeo.