En Uruguay, 40.200 menores de 17 años están en situación de trabajo infantil, según los primeros resultados de la Encuesta Nacional sobre las Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (Ensanna) realizada entre setiembre de 2024 y marzo de 2025. En el total del país, la cifra representa el 6,8%, de los cuales el 4,9% trabaja en actividades económicas y el 1,9% en trabajo no remunerado.

En el interior del país, el porcentaje general de trabajo infantil es mayor: 7,7%, frente al 5,2% registrado en Montevideo. La dimensión de trabajo en la frontera de producción, es decir, en el mercado, alcanza el 5,9% en el interior y el 2,9% en Montevideo. En cambio, el porcentaje de trabajo no remunerado es mayor en la capital: 2,2% frente a 1,8% en el interior.

La encuesta se llevó a cabo mediante entrevistas cara a cara. Se aplicaron dos cuestionarios, uno para niños de entre 5 y 8 años y otro para los de 9 a 17 años. Al analizar por sexo, el trabajo infantil es mayor en las niñas y adolescentes que entre los varones, lo que se explica por la incidencia de trabajo no remunerado. El porcentaje general es de 7% en las mujeres y de 6,6% entre los varones. En la magnitud de actividades económicas es de 4,2% y de 5,5%, mientras que en la de trabajo doméstico el porcentaje de niñas y adolescentes es de 2,8% y el de varones de 1,1%.

Los resultados, presentados por la jefa del departamento de Estudios Sociodemográficos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Fiorella Di Landri, dan cuenta de que el trabajo infantil en Uruguay es mayor a medida que avanza la edad. El porcentaje es de 2% en los niños y niñas de 5 a 8 años, representado sólo en trabajo en la frontera de producción; de 7,6% en los de 9 a 14 años –5,8% en actividades económicas y 1,9% en actividades no remuneradas–, y de 10,6% en los adolescentes de 15 a 17 años –6,3% en actividades económicas y 4,3% en actividades no remuneradas–.

Por último, según el nivel socioeconómico, el porcentaje de niños, niñas y adolescentes en trabajo infantil es de 7,9% en el estrato bajo y desciende progresivamente a 4,8% en el estrato alto.

En el encuentro participaron el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Juan Castillo; la subinspectora general de Trabajo, Andrea Bouret; el vicepresidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay, Mauricio Fuentes; la representante de la Organización Internacional del Trabajo, Patricia Roa, y el oficial de evaluación y monitoreo de Unicef, Darío Fuletti. Los jerarcas destacaron la importancia de contar con los datos de la encuesta para actualizar la estrategia de erradicación del trabajo infantil, dado que la Ensanna anterior se aplicó en 2010. En ese sentido, Fuletti expresó que esperan que dentro de pocos años se pueda presentar una nueva medición.

“Es muy difícil cambiar una situación si no la conocemos”, dijo Castillo, quien consideró “un disparate” el hecho de que más de 40.000 niños trabajen en Uruguay. A propósito de la cifra en el interior del país, el ministro sostuvo que “no es casualidad” que en el proyecto de Ley de Presupuesto se haya incluido una “estrategia de territorialización y llegada a las localidades más profundas del país”. Asimismo, Castillo señaló que los datos de la encuesta “hacen patente que las brechas de género comienzan a gestarse en edades muy tempranas”. Por otro lado, señaló Castillo, el porcentaje de trabajo infantil en los contextos socioeconómicos más pobres, sumado a los niveles de pobreza infantil que se registran en el país, exigen “medidas concretas e iniciativas que reviertan esta situación”.

Marco conceptual

El cálculo de la prevalencia del trabajo infantil incluyó cuatro situaciones: trabajo bajo la edad mínima, ya sea en la actividad económica, sin remuneración o para la producción de bienes destinados al consumo del propio hogar; trabajo peligroso “que se realice durante al menos una hora semanal y que implique riesgos para la salud, la seguridad o la moralidad del/la adolescente”; trabajo no remunerado de servicios peligroso, por ejemplo, por horario prolongado o riesgo de abandono escolar; trabajo peligroso por horario prolongado, tanto dentro de la frontera de producción como en los servicios no remunerados.