El Centro de Tratamiento Intensivo (CTI) de cualquier hospital está lleno de situaciones complejas con las que deben lidiar el paciente, su familia y el personal médico. Con el avance de la medicina se han convertido en unidades muy eficientes con buenas cifras en cuanto a la supervivencia; no obstante, el especialista en medicina intensiva Gabriel Heras sostiene que esto ha tenido un “alto costo para muchas personas e incluso así, muchas veces, la experiencia no es del todo satisfactoria aunque se consiga el objetivo de sobrevivir”. Por esto fundó el proyecto HU-CI, Humanizando los Cuidados Intensivos, una iniciativa de investigación que propone a los hospitales del mundo empezar una gestión del cambio hacia CTI que pongan en el centro a los individuos y, con ellos, a los familiares y los profesionales que los rodean. la diaria conversó con el español en su paso por Montevideo.

Has hablado de que existe otro dolor además del físico. ¿Cómo lo trabajan los profesionales?

Nosotros, en el CTI, estamos en contacto directo con el sufrimiento de la gente todos los días. Son cosas intangibles; el miedo y el dolor están todo el tiempo presentes. Nos parece fundamental que se implemente en las unidades el cuidado de lo invisible, de todas esas cosas que parece que no están pero que generan dolor y sufrimiento y que radicalmente cambian la experiencia de la gente.

De ahí surge la idea de HU-CI.

Surge de la necesidad de escuchar la necesidad de la gente. Creo que en las terapias intensivas en general nos hemos centrado en conseguir las mejores cifras de supervivencia, que se ha conseguido gracias a los avances tecnológicos y la alta capacitación del personal sanitario, pero cuando uno se detiene a escuchar las historias de los protagonistas este sistema tan eficaz tiene un costo en lo personal y muchas veces la experiencia no es del todo satisfactoria, aunque se consiga el objetivo de sobrevivir. La hipótesis con la que empezamos es que si en el CTI –que es el lugar del hospital con mayor tecnología– conseguimos volver a poner a las personas en el centro del sistema, el resto de las especialidades lo van a copiar; esto ya está pasando en España.

El proyecto ha crecido mucho. ¿Cuántos profesionales se han adherido?

En España hay unos 300 CTI y 200 están haciendo cosas en base al proyecto. Tenemos 13 avales científicos de sociedades de cuidados intensivos de varias partes del mundo. El proyecto de investigación busca demostrar que el trabajo en todas las líneas que proponemos (ver recuadro) da buenos resultados en cuanto a la disminución de estancia en el CTI, mejora de la satisfacción de la gente y menor consumo de fármacos.

El proyecto ofrece 159 propuestas para comenzar el cambio. ¿En qué consisten?

Las propuestas están agrupadas en las líneas de trabajo; cada una propone una serie de buenas prácticas, muchas de las cuales ya se cumplen en las terapias. Ahora mismo unas 150 unidades de todo el mundo han hecho su diagnóstico y vieron que sin ponerse a trabajar en esto cumplen entre 40% y 60% de lo que proponemos. Los hospitales más nuevos, por ejemplo, no tienen problemas de estructura; hay otras instituciones que tienen problemas en la comunicación con los pacientes o en la interna entre los profesionales.

¿Cuáles son los primeros cambios que se ven?

El cambio más fácil de implementar y que tiene resultados inmediatos es la apertura de los horarios, porque cuando la familia está adentro empiezan a pasar cosas y el equipo se comporta de forma diferente, porque tiene que atender esa familia que está adentro. Nosotros tenemos que tratar al binomio paciente familia, porque también sufre y lo alivia ver qué estamos haciendo dentro de la sala en vez de quedarse afuera pensando qué pasará. En España ha habido terapias que tenían una hora de visita por la mañana y una por la tarde y de repente han pasado al doble o más. Además, no queremos que la gente entre y se quede de brazos cruzados, buscamos que si quiere nos ayude a implementar los cuidados; por ejemplo, si viene el fisioterapeuta, que participe en los ejercicios de rehabilitación o que sea parte de las sesiones de musicoterapia.

Se suele decir que los familiares no entran al CTI para protección del enfermo.

Hay muchas ideas preconcebidas, como que vamos a molestar más a los pacientes, los profesionales van a trabajar peor o aumenta el riesgo de transmisión de infecciones. Todo eso no está demostrado en la literatura científicamente, son más excusas y barreras que ponemos para no implementar los cambios. Lo que sí apoya la literatura es todo lo contrario; cuando las terapias cambian los horarios ya no hay vuelta atrás, porque los profesionales ven que no pasa nada malo y que es bueno para la familia. La única medida que ha demostrado reducir la incidencia de transmisión de infecciones cruzadas en los hospitales es lavarse las manos, pero los mayores transmisores no son los familiares, somos los profesionales que estamos todo el día entrando y saliendo, tocando a todos los pacientes.

¿El sistema político adoptó la propuesta?

Muchas veces ha pasado que grupos políticos utilizan la humanización porque vende. Es como la paz en el mundo, ¿cómo vas a estar en contra? Pero se quedan con 70% de las propuestas que hacemos, que son las gratuitas, que dependen del cambio de actitud, pero hay otras medidas que requieren plata: si el hospital es antiguo, hay que reformarlo; si hay que poner un televisor para entretener, hay que comprarlo. El problema está en que los políticos dicen que lo apoyan pero luego no hay acciones. De hecho, creamos las 159 propuestas cuando el plan que elaboramos para la comunidad de Madrid quedó encajonado porque han adoptado todas las medidas que suponen un sobreesfuerzo para el profesional sin darles herramientas; si cambiás la ecuación, hay que saber manejarlo.

¿Cómo es la reacción de los profesionales cuando comienza esta serie de medidas?

De entrada la gente siente que la estamos juzgando, pero apostamos mucho a la formación. El proyecto ha ido creciendo en función de la demanda de la gente, es un proyecto que escucha a todos. Una parte de la inversión es formar a los profesionales en todas esas cosas que por desgracia la universidad no enseña. Las herramientas de comunicación son fundamentales porque todos los días hablamos con gente que está pasando por un duelo y no sabemos cómo acompañarla. Creamos una plataforma de formación para hacer experiencias presenciales; hemos hecho formación online para pacientes, para familias y para profesionales. Además, comenzamos la primera edición de la Maestría en Humanización de la Asistencia Sanitaria, organizado con la Universidad de Barcelona, presentamos la humanización porque no está curricularizada, sería bueno que esté dentro de la formación básica.

Lo que propone HU-CI

» Unidad de cuidados intensivos de puertas abiertas
Flexibilización de los horarios de visita y adecuación a las necesidades individuales.

» Comunicación
Mejora de la comunicación con pacientes/familias y entre los profesionales.

» Bienestar y satisfacción del paciente
Mejorar y garantizar el confort del paciente, tanto en el aspecto físico como en el psicológico, el espiritual y el ambiental.

» Participación de la familia
Participación de la familia en los cuidados y presencia en los procedimientos. Satisfacción familiar.

» Cuidados del profesional
Prevención y manejo del síndrome de desgaste profesional (burn-out).

» Prevención y manejo del síndrome pos-CTI
Atención a las secuelas físicas, psicológicas y sociales.

» Mejora de infraestructuras
Mejoras arquitectónicas y estructurales en CTI para facilitar el trato humanizado.

» Formación en habilidades
Resiliencia, trabajo en equipo, relación de ayuda (counselling), empatía, escucha activa, compasión.

» Manejo de situaciones terminales
Adecuación de los cuidados al final de la biografía, limitación soporte vital, cuidados paliativos en cuidados intensivos, voluntades anticipadas.