Las cajas de los famosos cereales Zucaritas, de Kellogg’s, ya no lucen en Chile el simpático tigre que alienta a grandes y chicos a consumirlos; ya no hay huevos Kinder; entre las 6.00 y las 22.00 está prohibida la publicidad de alimentos altos en azúcar, sal, grasas y calorías en la televisión y las redes sociales, y no está habilitada la venta de esos productos en centros de enseñanza preescolar, básica y media. Todo eso se desprende de la Ley 20.606, sobre Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad, que se promulgó en Chile en 2012 y comenzó a aplicarse en 2016. Un componente fundamental de esta ley es el etiquetado frontal de los alimentos: todos los productos con contenidos elevados de calorías, grasas, azúcares y sal deben tener un sello que diga “alto en” alguno –o en varios– de esos valores. La Ley 20.606 fue impulsada desde 2007 por Guido Girardi, médico y senador chileno (Partido por la Democracia) que está desde el lunes en Uruguay, a donde vino a participar en el IV Congreso de Comisiones de Salud de los Parlamentos de las Américas, que organiza el Parlamento con la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS/OPS). la diaria dialogó con Girardi por esta legislación, que es referencia mundial y por la que Chile ha sido premiado por la OMS y por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Girardi explicó los motivos que lo llevaron a impulsar la ley. “En el siglo XX Chile derrotó las enfermedades infecciosas y la desnutrición, pero está totalmente derrotado por la enfermedad del siglo XXI: tener una altísima prevalencia de tabaquismo, de obesidad en la población adulta y en los niños, de infartos, diabetes, hipertensión”, disparó. Añadió que 26% de los niños de seis años de su país son obesos y que la mitad de los de esa edad tienen sobrepeso u obesidad; predijo, además, que en algunos años habrá una inmensa cantidad de infartos y accidentes cardiovasculares prematuros. En tanto médico, Girardi sabe que cuando una persona llega con una complicación a un hospital, ya es tarde. “El desafío es evitar esto”, dijo, reafirmando que cambiar los hábitos alimenticios permitiría evitar 70% de las complicaciones y la mitad de los cánceres. La principal batalla de Girardi es contra la industria: “Hay una acción voraz de la industria transnacional, que quiere seguir vendiendo basura, que está generando estos problemas de obesidad disfrazados de alimentos saludables, que quiere seguir haciendo publicidad engañosa y que quiere seguir poniendo ganchos para atrapar a niños, fundamentalmente por medio de juegos, colores y stickers, para el consumo de esta basura. No puede ser que la alimentación, que debiera ser para promover la salud, sea uno de los principales vectores por los que adquieres enfermedades. Eso no es aceptable y tenemos que cambiarlo”.

Enérgico y sin ganas de desperdiciar el tiempo, Girardi sacó una cajita de Zucaritas y mostró las diminutas letras con información nutricional. “No alcanzas a leer esta leyenda, pero si la leyeras no la entenderías”, sentenció. “¿Por qué la industria hace esto? La industria sabe que está poniendo basura adentro –cantidades enormes de sal y de azúcar–, pero también sabe que tú no tienes ninguna posibilidad de saber lo que está adentro. Por eso, lo primero que hicimos fue [garantizar] un derecho humano, para transformar a los consumidores en ciudadanos, el derecho a saber”. Entonces hicieron focus group con niños de seis años, que interpretaron con facilidad la advertencia de los octágonos: “Si sabe lo que significa un niño de seis años, sabe uno de diez, una persona de 20 años, de 40, de 80. Una vez que tú sabes, puedes tomar decisiones; si quieres, se lo puedes dar a tu hijo, pero ya es una responsabilidad tuya, no lo estás haciendo inconscientemente o engañada”.

Como no son saludables esos productos que tienen sellos, no pueden hacer publicidad en televisión ni en internet. “Los niños chilenos veían 5.000 spots al año de publicidad en la televisión, porque no quieren comer productos, quieren comer estatus, marcas, sentido de pertenencia. Todos los niños y niñas quieren tener los juegos, las zapatillas, los smartphones, los alimentos que aparecen en la televisión; eso es lo que les permite socializar y ser parte del mundo occidental. Por lo tanto, la publicidad es el principal actor que usa la neurociencia para actuar a nivel prerreflexivo en los niños y violar sus derechos humanos para incentivarlos a cambiar los hábitos saludables por hábitos no saludables”, añadió. El hecho de tener sellos les impide usar ganchos comerciales, como juguetes, accesorios, adhesivos e incentivos similares, dice la ley. El horario de restricción de publicidad se ajusta al límite establecido por el horario de protección, situado en los 14 años.

Batalla ganada

Según Girardi, la clave de los logros de Chile se funda en la alianza que se estableció con la Academia Chilena de Ciencias, con la Sociedad Chilena de Pediatría y con la Sociedad Chilena de Nutrición; durante el período de gestación de la ley, organizaron, además, dos encuentros mundiales de obesidad (en 2008 y 2011), en los que participó Pekka Puska, eminencia mundial, ex ministro de Salud de Finlandia y ex presidente de la Sociedad Mundial de Enfermedades Cardiovasculares, detalló Girardi. Al mismo tiempo, trabajaron con la sociedad civil de modo de “hacer un gran frente para tener el poder suficiente para contrarrestar el suprapoder que tienen las transnacionales”, informó.

“La ley se presentó en 2007 y se promulgó recién en 2012, después de muchas batallas con [Andrés Concha] el presidente de la Asociación de Empresarios de Chile –que se llama Sofofa–, que decía por todos los medios de comunicación que si se aprobaba esta ley no les iban a dar más dinero a los niños discapacitados, al deporte ni a la Teletón. Todas esas cosas jugaron en contra de ellos y nos ayudaron. Tuvimos al presidente [Sebastián] Piñera que, presionado por Nestlé, vetó la ley, y los parlamentarios nos pusimos todos los días, de 10.00 a 11.00, frente al Palacio de Gobierno con carteles que decían: ‘El presidente Piñera les vendió la salud a las grandes empresas’, hasta que Piñera resolvió negociar el veto”. Se logró mantener la ley, pero se perdieron algunas cosas: por ejemplo, no se logró prohibir la publicidad de los sucedáneos de la leche materna, un pedido de Nestlé que dejó por el camino la intención de priorizar la lactancia materna durante el primer año de vida, detalló Girardi.

A dos años de la entrada en vigencia de la ley, en Chile se reconvirtió 20% de la industria, informó Girardi. La reformulación de productos alcanza, por ejemplo, a productos lácteos, que ahora hacen publicidad diciendo que no tienen sellos, comentó. Incluso Coca-Cola ha disminuido el dulzor de sus bebidas y ha sustituido azúcar por edulcorante (se apuesta a la reducción gradual de valores de azúcar y sal). Nestlé y la chilena Carozzi se han mostrado reacias; según Girardi, “en Uruguay Nestlé también es uno de los principales lobbistas para que no se pueda llevar adelante la reglamentación”.

Otro logro de la ley chilena es que “80% de la población dice que utiliza los sellos para tomar decisiones”, dijo el senador. Recalcó que “una ley por sí misma no nos va a apagar la epidemia de obesidad, pero ayuda”, y señaló que “es necesario que haya otro tipo de política –que tu barrio sea amable, que tengas incentivo para hacer actividad física–”, por eso trabajan en la aprobación de una ley para que niños y niñas hagan una hora diaria de actividad física. Buscarán, además, impedir compras públicas de productos no saludables y aumentar los impuestos de esos productos: se subieron de 12% a 18% los impuestos de bebidas azucaradas, pero ahora irán por todos los productos que tengan los octógonos. “Lo interesante es que si estas industrias, en vez de vender basura –porque no venden alimentos, venden basura–, quieren emigrar a ser nuevamente saludables, bajan sus niveles de sal, grasas y azúcar y eliminan los sellos, pueden recuperar la posibilidad de tener publicidad en la televisión, en las redes sociales, pueden volver a tener ganchos, pueden volver a vender en colegios y se transforman en promotores de vida y salud, y no de enfermedad”, sostuvo.

Según Girardi, con el regreso de Piñera a la presidencia de Chile, la ley ya no corre riesgo, porque el mandatario “se ha sumado un poco a la ley” y a los galardones internacionales que llegaron, por ejemplo, de la OMS.

Uruguay, Brasil y Argentina trabajan en proyectos de etiquetado que están inspirados en el modelo chileno, y algo similar ocurre en Perú, destacó Girardi. “Los países latinoamericanos pueden liderar la definición de políticas públicas. Este continente va a avanzar en este tema antes que Europa, antes que Asia y antes que África”, vaticinó, al tiempo que subrayó que la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares impactan en las personas más pobres. “El azúcar mata más gente que el terrorismo, todos los crímenes y las guerras del planeta juntos”, dijo, y agregó que “Europa tiene legislación de mentira”, con información nutricional que favorece a la industria, en lugar de proveer la información con la que debe contar el consumidor.

Girardi se reunió con los legisladores uruguayos. Si bien el gobierno prepara un decreto, comentó que “siempre es bueno que haya leyes, porque los decretos los puede cambiar otro gobierno”. Valoró que sería muy importante que el presidente Tabaré Vázquez concurriera en setiembre a la Tercera Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas sobre las enfermedades no transmisibles y “mostrara un avance importante en la mano: la ley de cajilla plana en tabaco y una ley de etiquetado frontal en alimentos”. No obstante, acotó que “para poder producir una ley de verdad es muy importante la alianza del mundo parlamentario –como hemos hecho en Chile– con la sociedad civil y el mundo científico: esto es clave para darles densidad y legitimidad a estos temas, que también son temas técnicos”.