Jesús Costa es médico, egresado de la Universidad de la República en 1985; trabajó hasta 2007 como médico de zona en el Casmu, hasta que pasó a dedicarse por completo a la Clínica Medicina Biológica Vitalista, que fundó con la idea de ejercer la medicina de otra forma.

¿Qué lo llevó a buscar otras alternativas? “Yo estaba haciendo el posgrado en Medicina Interna y se muere un familiar de cáncer de cerebro. Murió como todas las personas que mueren de cáncer, por lo general; con mala calidad de vida, radioterapia, entonces como que me faltaba algo, una medicina más humanizada y que viera al individuo de una manera integral”, declara. Cita una y otra vez las ideas de Hipócrates, médico de la Antigua Grecia considerado “el padre de la medicina”. Recuerda que el primer día en la facultad le habían dicho que no había enfermedades, sino enfermos, como forma de no perder nunca de vista que no se está tratando una dolencia, sino una persona, en su sentido más amplio. Pero se encontró haciendo lo contrario. “Como que el enfermo pasaba a ser secundario y lo más importante era la enfermedad. Eso me llevó a indagar sistemas terapéuticos que vieran al individuo como una totalidad, como un sistema: todo está interrelacionado”, afirma. Fue así que en 1996 empezó a trazar su propio camino: hizo un posgrado en Homeopatía, después se especializó en medicina tradicional china y en iridología y ahora está cursando un posgrado en Psiconeuroinmunoendocrinología en la Universidad Católica. Entiende que la enfermedad no es lo más importante, porque esta es “un síntoma dentro de una totalidad, dentro de un sistema”. Parafraseando a Hipócrates, plantea que “la enfermedad es la pérdida de la armonía a nivel individual, social y ambiental”.

Cuerpo y alma

“Creemos que en nuestro país nos hemos desarrollado apostando a un sistema fragmentario, heredado de la medicina galénica, en la que es objeto de atención el órgano enfermo y la enfermedad que ese órgano manifiesta”, escribió Costa en su libro El fluir de la salud, citado en el sitio www.jesuscosta.com.uy. Según Costa, la medicina que impulsó el médico cirujano y filósofo griego Galeno (que vivió entre los años 129 y 216) terminó triunfando sobre la visión de Heródoto, que había vivido cerca de 500 años antes. “La vida es una forma circular. El método científico tiene una manera fraccionada de ver a la enfermedad y por ende al individuo. Hay que ver al individuo en todas las dimensiones: biológica, mental, socioambiental, en la dimensión vincular y en lo espiritual. Lo espiritual es el sentido de la vida que puede tener cada persona”, plantea Costa.

“Cada uno tiene una manera de enfermarse y eso es lo digno de curar”, señala. Destaca que es fundamental que el vínculo entre el médico y el paciente se base en la confianza y en la comunicación, que, entre otras cosas, implica mirarse a los ojos.

Además de él, integran la Clínica Medicina Biológica Vitalista un hematólogo, un médico que hace un posgrado en Traumatología, una pediatra y una psicóloga. Trabajan de manera transdisciplinaria, hacen reuniones de equipo y discuten algunos casos.

“La enfermedad es multifactorial; lo emocional incide, porque si estamos en un estado de tristeza, de pena, de resentimiento, en ese sistema que sabemos que es psiconeuroinmunoendocrinológico se altera todo nuestro medio interno. Los conflictos, las emociones negativas, la desesperanza llevan a que haya un cambio químico en nuestro interior: el sistema nervioso central impacta en el sistema endócrino, el sistema endócrino en lo inmunológico, lo inmunológico en el sistema nervioso central y en el endócrino, todo está interrelacionado, y, según nuestro estado, también la parte química. Si estamos en una situación de mucho estrés se nos bajan las defensas y se abre una puerta a determinadas enfermedades. Después está lo genético: los genes predisponen a determinadas enfermedades. Antes, en la biología de [Charles] Darwin, en esa genética, nos decían en algún momento [la persona] iba a desarrollar la enfermedad; hoy sabemos que no es así, que somos los amos de esos genes, pero nuestros genes no determinan la biología: es nuestro entorno, y nuestro entorno es la sangre que irriga cada una de las células, y depende de lo que comemos”, afirma. Para eso cita a Hipócrates –“Que tu medicina sea el alimento”– y al bioquímico estadounidense Colin Campbell, quien, según Costa, “ha hecho el estudio más grande en medicina acerca de la relación enfermedad-salud”. “Sabemos que una alimentación rica en demasiados lácteos, en demasiadas proteínas, demasiadas harinas, azúcar, es un factor que hace a la sangre ácida, y la sangre ácida, como también lo dijo Otto Warburg, que ganó dos premios Nobel por [sus estudios sobre] el pH de la sangre, establece el riesgo de que una sangre ácida ayude a que esos genes que están ahí con predisposición puedan expresarse”, informa, destacando que así como la alimentación, inciden el medioambiente y los vínculos de la persona. “Hay trabajos muy contundentes acerca de que un gen se puede expresar y que mediante una buena alimentación, un sostén emocional y técnicas de relajación, esos genes pueden volver a apagarse. Hoy en día la epigenética, que está más allá de la genética, por encima de la genética, está hablando de que nosotros podemos tener esa carga genética, pero eso es modificable”, relata. Para ello, cita al biólogo estadounidense Bruce Lipton, que afirma que en sólo 2% de los casos no se puede evadir la determinación genética; Costa agrega que sólo 33% de los casos de cáncer de mama se rigen por la predisposición genética, y que 66% están relacionados con factores emocionales.

Para Costa “ya no es ético” no hacer medicina sin incluir estos nuevos conocimientos sobre la biología y la genética, porque son trabajos “académicos y contundentes”. “Ya no es ético seguir viendo al paciente con ese paradigma antiguo y fraccionado”. “No nos interesa la biopatología, las enfermedades que ha tenido la persona, sino la psicobiografía, la línea de la vida, las emociones, los tramos, los conflictos. Tratamos de hacer promoción de salud, que es educar y educarse, algo diferente a la prevención; la prevención es dar unos consejos y decirle al paciente ‘coma o tome vitamina y antioxidante’. Para mí eso no es hacer medicina desde el punto de vista integral; tratamos de indagar en las emociones del paciente, hechos importantes que ha habido en su vida, la importancia de los factores estresantes, de lo vincular, el medioambiente. Tratamos de potenciar los recursos internos del paciente, que son los más importantes; para nosotros el medicamento no es lo más importante, el medicamento es para apagar incendios, máxime teniendo en cuenta que está establecido, por diferentes autores, que los efectos secundarios de los medicamentos indicados por los médicos son la tercera causa de muerte, después de las afecciones cardiovasculares y el cáncer”, expresa, y para eso cita a Lipton, Campbell y los registros de la Asociación Médica Americana.

Terapéutica

En la clínica, el equipo liderado por Costa combina medicina convencional con “otros sistemas terapéuticos que son seguros y que tienen aval científico”, reafirma el médico, que reprueba a quienes hablan de manera despectiva de lo alternativo, por desconocimiento. La mayoría de las personas que llegan a la clínica tienen enfermedades inmunológicas o cáncer: “Generalmente vienen con un diagnóstico, con su tratamiento convencional, oncoespecífico, y nosotros le agregamos HANSI [ver recuadro], algo para la parte emocional, consejos acerca de la alimentación, la importancia que tienen los recursos internos del paciente. Tratamos de que el paciente tome conciencia del rol que juega en poder sanarse. Para nosotros la curación no es apagar el síntoma, es tratar de que se armonice, que se equilibre ese sistema”. De todo eso hablan las decenas de testimonios de pacientes de la clínica, publicados en el sitio web. “Logramos menos efectos secundarios de los tratamientos oncoespecíficos, mayor bienestar físico y emocional y también mayor adhesión de parte del paciente a los tratamientos y por ende mejores evoluciones”. La noticia se ha corrido, y ahora llegan también niños –con los que sólo se trabaja homeopatía, aclara Costa– y ya no llegan tantas personas en situación terminal, lo que implica mejores resultados.

Costa dice no estar en contra de los medicamentos; los prescribe cuando es necesario, y si los tiene que tomar, los toma. Pero no los ve como la panacea. “No creemos que el medicamento sea lo más importante; para nosotros lo más importante es el pensamiento; segundo el alimento y tercero los medicamentos”, dice, y puntualiza que “lo más importante no son esas células anormales que hay en un órgano, lo más importante es que falló el sistema, que motivó que esas células pudieran reproducirse”.

Para Costa, “hoy hay tanta enfermedad porque no tenemos claro cuál es el sentido de nuestra vida y nos distraemos mucho mirando para el costado. Hay una crisis de narcisismo”, plantea, y lamenta que “la ley del dólar” prime por sobre “la ley de amor”. “Eso ha llevado a este caos, a esta insatisfacción, a esta infelicidad que reina, y por eso hay tanta gente que toma ansiolíticos, antidepresivos, drogas, alcohol: la primera y gran enfermedad es la insatisfacción crónica”, apunta. El antídoto: vivir en armonía, recuperar el equilibrio. “Vivir con conciencia es saber que un día vamos a morir, pero que sea de una manera digna y que podamos tener longevidad con calidad de vida. Para eso hay que tener un estilo de vida, hay que tener creencias diferentes y saber que todos tenemos las mismas potencialidades, que lo que importa es poder desarrollarlas, encontrar el sentido de la vida. Lo bueno es aprender a vivir, lo bueno es poder trascender la muerte, integrarla, que forme parte de nuestra vida y trascender el miedo que le tenemos, porque eso nos lleva al miedo a la vida”.

Rejuvenecer

El método Homeopático Activador Natural del Sistema Inmunológico (HANSI) fue creado por el investigador botánico y fitólogo argentino Juan Hirschmann y tiene más de 35 años de desarrollo, reseña la web de Jesús Costa. Se detalla que este método “utiliza las propiedades terapéuticas de varias plantas que, siendo combinadas y preparadas en concentraciones homeopáticas, actúan equilibrando el sistema inmunológico” y restableciendo la vitalidad general. Costa tiene la exclusividad de su uso en Uruguay. En 2011 el método HANSI fue declarado de interés nacional por el Ministerio de Salud Pública (MSP) y de interés cultural por el Ministerio de Educación y Cultura. Para ese reconocimiento, el MSP tomó en cuenta un trabajo hecho por Costa con la Cátedra de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina en 2005, que fue presentado en un congreso mundial de menopausia en Buenos Aires y fue publicado en una revista arbitrada.

“Ese trabajo nació de la observación: yo veía que mis pacientes rejuvenecían a partir de la medicación, entonces hicimos un trabajo en un grupo de cerdas en un criadero –con trazabilidad–; esas cerdas tenían una edad equivalente a los 48 años en una mujer, o sea, estaban en una etapa perimenopáusica. Como esas madres venían disminuyendo la parición, quisimos ver si podían mejorar. Convocamos a profesores de la Cátedra de Anatomía Patológica para que hicieran los estudios histológicos (de los tejidos). A un grupo le dimos HANSI y a otro placebo, y a los ocho meses sacrificamos a los animales y pudimos ver que los tejidos de los que recibían HANSI cambiaron notablemente: rejuvenecieron, había un retardo del envejecimiento de células. Esa acción era lo que yo veía en la clínica”.