“Cocinales hoy, es para siempre”, se titula una campaña que lanzó ayer UNICEF para concientizar sobre la necesidad de comer sano, en especial en las primeras etapas de la vida. “Hay que tener claro que las necesidades en la infancia y en la adolescencia son únicas; si no se satisfacen en ese momento, perdemos un tren que no vuelve”, afirmó Isabel Bove, doctora en nutrición y oficial de Salud de UNICEF Uruguay.

Hoy se presenta el informe Estado Mundial de la Infancia 2019, de UNICEF, que revela que en 2018 casi uno de cada cinco niños y niñas menores de cinco años en América Latina y el Caribe tenía retraso en el crecimiento, emaciación (adelgazamiento), sobrepeso, o una combinación de algunos de estos problemas. Además, en 2018 uno de cada cinco niños de seis meses a dos años de edad de América Latina y el Caribe no recibió ninguna fruta o verdura, y casi tres de cada diez no comió huevos, lácteos, pescado o carne. El sobrepeso en la región afecta a 4.000.000 de niños y niñas menores de cinco años y a uno de cada tres niños y adolescentes que tienen entre cinco y 19 años; el país con mayor prevalencia es Argentina, donde casi dos de cada cinco adolescentes tienen sobrepeso.

A nivel mundial la desnutrición aguda afecta a más de 7% de los niños menores de cinco años, y el retraso del crecimiento, a 25%. En Uruguay la situación no es tan mala: la Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud (ENDIS) de 2013 reveló que 1% de los niños menores de cinco años sufre desnutrición aguda y que 5% tiene retraso de crecimiento. Pero nuestro país está lejos de las cifras ideales: la ENDIS mostró que el exceso de peso es el principal problema nutricional –se ubica en 12%– y afecta independientemente de si el niño vive en condición de pobreza, del sexo y del lugar de residencia.

Según Bove, no se debe hablar de exceso cuando se trata de sobrepeso, sino de “malnutrición”, porque “muchas veces el niño tiene exceso de peso pero está mal nutrido”. Explicó, además, que la mala alimentación acarrea emaciación y retraso en el crecimiento; esos problemas sí afectan según la condición económica de la familia: “Si se tienen en cuenta los terciles de ingreso per cápita, la doble carga de la malnutrición en retraso de crecimiento y sobrepeso la tiene el 30% de niños más pobres; cuando vamos al tercil dos y tres el problema es el exceso de peso”, detalló.

Consecuencias negativas

Los niños con sobrepeso tienen el doble de riesgo de padecer hipertensión que los niños con peso normal, tienen mayor predisposición a tener diabetes, asma, enfermedades del hígado, problemas respiratorios y del sueño. Además, tiene efectos en su autoestima, y aumenta el riesgo de depresión, aislamiento social y menor rendimiento escolar.

La malnutrición se acrecentó porque cambió lo que comemos, expresó Bove, que remarcó que estamos “inundados de ultraprocesados”, alimentos que tienen mayor contenido en grasa, sal y azúcar. Agregó que se lanzó la campaña para dejar claro que “ningún alimento natural elaborado en la cocina de las casas puede ser sustituido por un producto listo”.

Acciones locales

La experta dijo que hay que prestar especial atención al sistema alimentario: qué alimentos producen, cuánto cuestan, qué tan accesibles son y considerar cuánto juega el marketing dirigido a los niños, que hace que estos alimentos tengan un “valor adicional”.

Con respecto a la publicidad, Bove explicó que el informe mundial de UNICEF “aconseja dos políticas: una es la del etiquetado frontal; la segunda es que, si un alimento tiene exceso de sal, azúcar o grasa, no es para el consumo de niños” y reconoció que “es necesario seguir avanzando en la regulación”. En Uruguay el etiquetado frontal comenzará a regir en 2020, cuando el envase de alimentos y bebidas con exceso de sal, azúcar y grasas lucirá un octógono con esa información.

Con relación al precio de los alimentos dijo que “hasta hace muy poco era muy difícil poder llegar a un producto envasado precioso, porque era muy caro”, pero que “eso que comíamos el fin de semana ahora es de todos los días”, porque “tiene una imagen natural” y “se le da un alto valor social”. Declaró que la comida saludable es más accesible: “Un pancho no es más barato que la carne”, afirmó.

Bove mencionó un estudio que publicó en 2015 con el pediatra Gustavo Giachetto, que indicó que “10% de los niños de cinco años llevaba plata para comprar algo a la salida del jardín”, y que “un tercio disponía de alimentos mientras jugaba”, siendo que “la mejor manera de engordar es comer distraído”. Además, se vio que “más de la mitad consumía alfajores, galletitas rellenas o bizcochos en el desayuno” y 80% de las madres respondió que “recordaban mensajes publicitarios de alimentos, un tercio elegía los que traían juguetes y la mitad los que tenían figuras para niños”, comentó.

A la salida de la presentación, el subsecretario de Salud Pública, Jorge Quian, declaró a la prensa que la campaña “no trata de prohibir nada, sino de aconsejar a la población”. Acerca de la publicidad dirigida hacia los más chicos, aclaró: “Vivimos en una sociedad capitalista en la que todo el mundo tiene derecho a ofertar sus productos, pero creo que más importante que la limitación es la educación”.

Campaña

La campaña “Cocinales hoy, es para siempre” está formada por avisos que serán pautados en medios tradicionales y en las redes sociales, y se elaboraron manuales impresos. Más información en www.unicef.org/uruguay/cocinaleshoy

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