Más de 30 obstetras-parteras se nuclearon en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República el miércoles de tarde, cuando el Consejo de Facultad trató la ampliación del vademécum de las parteras, es decir, que puedan recetar determinados fármacos sin depender de la firma de otros profesionales de la medicina. El tema se discutió a pedido del Ministerio de Salud Pública (MSP), que en 2016 le hizo una consulta a la Facultad de Medicina “para saber si consideraba que las obstetras-parteras estaban capacitadas y si estaba de acuerdo en habilitarlas a tener un vademécum vinculado con estos temas”, explicó a la diaria Ana Visconti, asesora responsable del área programática de Salud Sexual y Reproductiva del MSP. El consejo creó una comisión ad hoc integrada por la Escuela de Parteras (que depende de la facultad), por las cátedras de Farmacología, Ginecología, Neonatología de la facultad y la Asociación Obstétrica del Uruguay (AOU). En 2017 el consejo dio el visto bueno para que las parteras indicaran anticonceptivos, suplementos de hierro, calcio y ácido fólico a las embarazadas, y a comienzos de 2019 hizo lo mismo con los tratamientos de sífilis durante el embarazo; el MSP creó luego ordenanzas que habilitaron a las parteras a recetar esos fármacos. Ahora el ministerio solicitó la opinión para que prescriban otros 21 fármacos. Visconti explicó que la acción busca cumplir con los objetivos sanitarios nacionales del MSP hacia 2020, entre ellos, la disminución de la prematurez, del embarazo en adolescente, del índice de cesáreas y de transmisión vertical de sífilis y VIH.

“De esos 21 medicamentos la comisión llegó a la conclusión de que lo urgente, para el bien de la sociedad y de las mujeres, era aprobar una lista acotada de siete medicamentos” y seguir tratando luego la incorporación de los otros 14, explicó en diálogo con la diaria Eliana Martínez, directora de la Escuela de Parteras. El miércoles, el consejo expresó que las parteras están en condiciones de indicar cinco medicamentos para el tratamiento de mujeres con grupo sanguíneo RH negativo, con infecciones genitales bajas, dos usos de oxitocina (para el alumbramiento activo y en el posparto, para evitar hemorragias), y el tratamiento de maduración pulmonar fetal. En la próxima sesión resolverá si avala la prescripción de antibióticos para infecciones urinarias y la inhibición para la lactancia.

Realidad de hecho

En la voluntad del MSP de avanzar en este plano incidió el ginecólogo Leonel Briozzo, docente grado 5 de la Facultad de Medicina y ex subsecretario de Salud, en la administración pasada. En diálogo con la diaria, Briozzo explicó que impulsó esta propuesta porque la obstetra-partera es “una profesión autónoma que integra el equipo de salud sexual y reproductiva como parte independiente y que tiene que tener una libertad profesional” y por una realidad profesional: en muchos lugares del país no hay ginecólogos ni médicos de familia que son los médicos formados en el área ginecológica, sino que sólo hay obstetras y “no podemos perder la oportunidad de un tratamiento, cuando está indicado, por falta de un profesional”. Añadió que “muchas veces el profesional deja recetas firmadas, y corresponde blanquear esta situación y dejar a favor de la salud de las mujeres y de la infancia que la obstetra-partera tenga esa libertad de acción”.

Tanto Briozzo como Martínez afirmaron que en este tiempo se fortaleció la formación farmacológica en la Escuela de Parteras. “Los fármacos que están en esa lista son fármacos que de hecho estamos prescribiendo con el aval de la firma de otro profesional”, explicó la partera María José Díaz, integrante de la AOU y de la ong Nacer Mejor. “El tratamiento de infecciones urinarias muchas veces la detectamos en la paraclínica de la embarazada y cuando vemos ese resultado, lo oportuno es tratarla en ese momento”, planteó Díaz, que comentó que en áreas rurales, si hay que derivar a la embarazada a un ginecólogo “a veces implica esperar un mes o tiene que trasladarse a otra localidad para lograr la asistencia, en eso se pierde tiempo, se pierde la oportunidad del tratamiento”, planteó. Siempre y cuando el embarazo sea de bajo riesgo, las obstetras-parteras pueden hacerle el seguimiento.

“Es un tema académico, no gremial”, sostuvo Martínez. Añadió que en estos tres años de trabajo, para medicar, la facultad tuvo que mostrar, como si fuera una prueba, la calidad de su formación en farmacología, de la práctica clínica, de las materias teóricas y los resultados “que se ven en la cancha, por algo el MSP hace esta solicitud, porque sabe que es un profesional estratégico”.

En la sesión del miércoles, Briozzo, Gustavo Tamosiunas y Daniel Borbonet, catedráticos grado 5 de Ginecología, Farmacología y Neonatología, respectivamente, avalaron la formación de las parteras para prescribir estos fármacos y la resolución del Consejo fue votada por unanimidad.

Cambio de paradigma

La semana pasada la comisión directiva de la Sociedad de Ginecotocología del Uruguay (SGU) emitió una declaración en la que rechazó la propuesta del MSP. Expresó que la prescripción “requiere de una adecuada evaluación” y si bien catalogaron de “excelente” la preparación de las parteras para la asistencia de la embarazada de bajo riesgo, dijeron que “la falta de exposición a la prescripción de algunas drogas durante su formación puede ser una limitante que atente sobre la seguridad del paciente” y que en nuestro país no existe falta de médicos. Recordaron además que “habilitar la prescripción de fármacos a integrantes no médicos en el proceso asistencial genera un precedente para otras tecnicaturas o licenciaturas”.

En la movilización del miércoles, las parteras rechazaron lo que califican de poder médico hegemónico. “Esto rompe con estructuras”, dijo Díaz, que también mencionó que el tema no es ajeno a la lucha de género, porque la enorme mayoría de las parteras son mujeres. Al igual que Martínez, Visconti reafirmó que los fármacos que se les está habilitando a prescribir a las parteras están dentro de su formación y advirtió que a los médicos también les puede ocurrir que alguna prescripción provoque efectos adversos.

“Me dio vergüenza ajena la posición de SGU, que infantiliza la profesión de la obstetra-partera. Creo que es un error histórico el que cometió”, comentó Briozzo, que mencionó que “la Federación Internacional de Ginecologia y Obstetricia defiende el trabajo mancomunado con la partera y no una defensa corporativa de la acción ginecológica”.