“El cáncer de cuello uterino es un cáncer prevenible”, afirma Lucía Delgado, oncóloga y presidenta del Programa Nacional de Control del Cáncer del Ministerio de Salud Pública (MSP). La principal forma de prevenirlo es evitar el virus de papiloma humano (HPV, por sus siglas en inglés), que es una infección de transmisión sexual. Si eso no es posible, es necesario tener mayor cuidado y control, de modo de detectar las lesiones antes de que manifiesten síntomas, incluso antes de que sean malignas. Eso se logra con estudios de tamizaje, como el PAP. Esa, según Delgado, es una diferencia que tiene Uruguay con respecto a países con mejor índice de desarrollo humano, que tienen menor incidencia del cáncer de cuello uterino porque han logrado mayor adhesión a las pruebas de tamizaje.

En los últimos 25 años en Uruguay se han implementado políticas para facilitar el acceso de las mujeres, como la creación del Programa de Cáncer de Cuello Uterino en la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer (CHLCC), en 1994, así como campañas de sensibilización y capacitación del personal de la salud, y el día de licencia pago para hacerse el PAP, que desde hace algunos años es gratis (sólo se paga un timbre). “Pero pese a todos los esfuerzos que se han hecho para estimular la adhesión de las mujeres, no hemos logrado que todas nos controlemos”, plantea Delgado, con un dejo de frustración, y por eso se siguen creando estrategias para captar a las mujeres y que se hagan los estudios a tiempo.

La Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) tiene menor cobertura del PAP que el sector privado. Delgado dijo que a nivel nacional sólo 40% de las mujeres que se atienden en ASSE se hacen el PAP con la frecuencia recomendada (cada tres años si el resultado es normal en tres estudios consecutivos) y en Montevideo el valor es un poquito más alto, de 50%. En el ámbito privado los números que se manejan son los registros de las instituciones que optaron por cumplir una meta asistencial para incrementar la cobertura del PAP, que son 22 de las 43 instituciones, que en 2018, cuando se comenzó a trabajar en la meta, tenían una cobertura del PAP de 56,4%, que ahora está en 67,2%, “es decir que esta estrategia determinó una mejora de 19% y siguen mejorando”, valoró la oncóloga. ASSE también eligió esta opción en el último año, por lo que se espera que los valores también mejoren. Sin embargo, eso no alcanza.

Salir a buscar

En 2018 el Programa Nacional de Control del Cáncer junto con otras áreas del MSP, la Intendencia de Montevideo, la CHLCC y el Instituto Nacional del Cáncer (Inca, dependiente de ASSE) comenzaron a diseñar un proyecto piloto para aumentar la cobertura del PAP de las usuarias de ASSE, que comenzó a implementarse hace dos semanas, informó Delgado. El proyecto está dirigido a las usuarias que residen en el área metropolitana, tienen entre 30 y 69 años y hace más de cinco que no se hacen un PAP. Hace algunos meses se capacitó a los equipos de salud, que ahora recorren los domicilios para ofrecer a las mujeres seleccionadas que se hagan un test de HPV. Durante la visita, los profesionales explican la importancia de hacerse el test y de participar en el programa, y les ofrecen que ellas mismas se hagan la toma de la muestra o que vayan a hacérsela a las policlínicas. Delgado explicó que es muy sencillo (hay un folleto explicativo que diseñó el programa): “un cepillito muy suave” se introduce en la vagina y se gira tres veces rozando la pared; esa es la toma de la muestra, que luego se guarda en el tubo, que contiene un líquido, y se le entrega al profesional, que lo lleva al centro de salud. Los funcionarios etiquetan la muestra y le informan a la mujer que en dos semanas puede pasar por el centro de salud a buscar el resultado. Si el test resulta positivo, el equipo de salud volverá a la casa de la mujer para informarle del resultado del estudio y coordinará la realización de un PAP. En cualquiera de los casos, si el test da positivo, se procede a hacer un PAP y si este es patológico, se indica una colposcopía.

Delgado aclaró que el test de HPV “detecta el virus de alto riesgo, el ADN viral”, y que el PAP es una muestra de células que se miran al microscopio. Advirtió que el test es muy sensible y que habrá muchas mujeres a las que les dé positivo aunque estén sanas; el PAP será el que informará si hay lesiones. Dijo que son dos tests de tamizaje, uno primario y otro secundario, y que si los dos dan positivo, se inician los tratamientos. “La suma de los dos da mucho mejor resultado que los dos por separado”, afirmó.

El proyecto se inspiró en un programa desarrollado en la provincia de Jujuy, Argentina, en donde la cobertura del PAP apenas llegaba a 20%. Luego de ofrecerle la autotoma del test de HPV, la cobertura se cuadriplicó: pasó a 80%, relató Delgado. Por eso, lo tomaron y lo adaptaron a la realidad uruguaya, teniendo en cuenta que cada población tiene sus características y sus barreras a la hora de acceder a estos controles, como el acceso, el miedo, el tiempo, dificultades económicas. Para saber más sobre eso, el programa está diseñando una encuesta para conocer cuáles son las barreras.

Los tests se procesarán en el laboratorio del Inca, que ya trabaja con estos tests porque los usó para participar en un estudio internacional de cáncer de cuello uterino, y en estos meses siguieron generándose las condiciones para hacer los análisis. En esta etapa se harán 1.000 tests; se espera que las muestras terminen de tomarse a fin de año y que para los primeros meses de 2020 se tengan los resultados, que permitirán evaluar la estrategia, y si resulta, la propuesta es extenderlo a todo el sistema de salud, sostuvo Delgado.