Una de las primeras veces que Rafael apostó fue en la calle. “Hubo un tiempo en el que se jugaba al sevelé [el juego de dados Seveleven], entonces yo iba al fútbol pero antes tiraba los dados, por plata, en realidad empecé jugando por bolitas”, contó a la diaria uno de los integrantes de Jugadores Anónimos (JA). Rafael recuerda la primera vez que entró a un casino: “Fue con mis compañeros de trabajo, ellos se fueron y yo me quedé”. Así empezó un largo periplo de 50 años de juego problemático. También era adicto al alcohol y consumía fármacos y otras sustancias para mantenerse despierto. Hoy tiene 72 años y desde hace ocho participa de las reuniones de JA. Define a la ludopatía como “una enfermedad emocional que no tiene cura”.

En esos 50 años se casó y tuvo dos hijos, pero la enfermedad siempre estuvo presente. “Fue un desastre, perdí el matrimonio y a mis hijos. Mi señora al final era coadicta y una enferma emocional como yo, pero ¿qué panorama tenía esa mujer con un marido borracho, jugador y un hijo adicto a las drogas?”. En un momento llegó a sentirse culpable por la muerte de su ex pareja, pero después de hablar con otro integrante de JA llegó a la conclusión de que la ludopatía no la “compró”, la adquirió: “Nunca escarbé mucho para saber por qué, lo único que sé es que me gustaba jugar y para poder hacerlo robé en un trabajo, a mi madre, a mi padre, también estuve en delitos complejos, pero nunca procesado”. Hacía más de 20 años que sabía que existía JA pero no tomó en serio las reuniones hasta que sufrió un infarto. “A esa altura mis hijos ya no me hablaban, pero cuando estuve internado fueron a verme. Un día mi hija me dijo que pidiera ayuda y lo hice”, relató.

En el casino Rafael se sentía “superpoderoso”, aunque no tuviera dinero. “En un momento pensé en vivir del juego, hasta llegué a ir a ver la habitación de un hotel para alquilarla”, dijo. Ahora tiene dos nietos, uno de 13 y otro de diez años, pero no puede participar en juegos de mesa con ellos. Hay otras personas que no pueden ir al fútbol ni al básquetbol, señaló.

Línea gratuita de ayuda de la Banca-Hospital de Clínicas: 0800-2000. Línea Vida: 098 111 533 (Jugadores Anónimos)

Los participantes de JA se guían por un manual que comparte conceptos con Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos. Una de las consignas es mantener el anonimato, por eso en esta nota se usaron seudónimos para preservar la identidad de los testimonios.

En Uruguay, JA se formó en la década del 90, inspirado en la organización homónima que había surgido en Estados Unidos 40 años antes, cuando dos hombres que “tenían una historia de problemas y miseria debido a su obsesión por el juego” comenzaron a reunirse y, luego de algunos meses, lograron dejar de jugar, consigna un librillo de JA. En Montevideo funcionan varios grupos y tienen intención de formar otros en el interior. En las reuniones los jugadores hablan entre ellos y leen bibliografía, pero no se hacen preguntas. JA les a recomienda que al inicio vayan a la mayor cantidad posible de reuniones y que tengan contacto telefónico con otros miembros; hay padrinos que acompañan el proceso para trabajar de manera más individual.

Para Juan, otro participante de JA, el manual con el que trabajan es como su “biblia”, pero no sólo porque en él se habla de Dios. El manual contiene 12 pasos de recuperación, y el primero es admitir que son impotentes ante el juego y que sus vidas “se habían vuelto ingobernables”. Juan es ateo pero asume la propuesta de JA como un proceso “espiritual”: “Es trabajar con el interior, meditar y compartir todas tus cosas con otro ser humano. Es un camino de recuperación espiritual, no religioso”, dijo a la diaria.

Cómo identificar la dependencia

Pensamientos obsesivos en el juego.
Aumento gradual de la cantidad de dinero apostado.
Intentos fallidos por controlar o dejar el juego.
Utilizar el juego como vía de escape de problemas familiares, sociales y laborales.
Intento de recuperar las pérdidas económicas debido al juego.
Mentiras constantes acerca de su comportamiento como apostador.
Recurrir a actividades ilegales para solventar los gastos de juego.
Plena confianza en que otras personas le facilitarán dinero.

Fuente: labanca.com.uy/pages/ayuda/juego_responsable

Hace diez años que Juan no juega, pero pasó 26 años yendo a los casinos. “Yo me considero jugador desde muy pequeño. En mi casa mi papá jugaba, igual que uno de mis hermanos. Tengo recuerdos de chico de ver a mi padre en situaciones violentas y nunca entendía por qué. Primero me lo tomé como un juego social, como ir al cine o al teatro, y después lo necesité para vivir”, dijo. Se levantaba y se acostaba pensando en jugar, cualquier excusa era buena para ir al casino, ya fuera “el cumpleaños de un familiar o el fallecimiento de un amigo”. Jugando era “inmensamente feliz”, pero después “ponía la cabeza en la almohada y pasaba a ser el más desgraciado del mundo, hasta que conseguía plata para volver”. El punto de quiebre lo tuvo cuando lo ahogaron las cuentas. “Llegó un momento en que no podía más con mi cabeza. Manipulaba, mentía, engañaba, no me acordaba del cuento que le había hecho a cada uno. Estaba por estallar, tenía muchísimas cuentas que no podía cubrir”, confesó. Nunca salió a robar, pero sí le robó a sus familiares. “Un día ganaba al otro día volvía y perdía, me dolía, quería el desquite. Pensaba que me iba a hacer rico, esa es la fantasía del jugador”, dijo.

Lo mismo da 20 que 2.000

Óscar Coll, médico psicoterapeuta y director del Programa de Prevención y Tratamiento del Juego Patológico del Hospital de Clínicas, explicó a la diaria que el tratamiento de las personas ludopáticas es distinto al de otras adicciones: “La persona puede dejar de jugar, entrar en una abstinencia, pero le queda la mentalidad de jugador, que es pensar que con un golpe de suerte le va a cambiar la realidad”. Arman “castillos de naipes”, pero al sacar una carta se les derrumba todo, explicó. “Uno de los grandes problema es que pierden por completo la noción del dinero, tanto da un billete de 20 pesos como uno de 2.000”, señaló Coll, y algo similar habían expresado Rafael y Juan, quienes contaron que adentro del casino “la plata es un pedazo de plástico”.

El Programa del Clínicas se diferencia del de JA en su abordaje, porque ofrece un acompañamiento psicológico y psiquiátrico, mientras que en JA los grupos son llevados adelante por personas que tuvieron el mismo problema. De todos modos, para Coll “todo suma”, principalmente al comienzo del tratamiento. En cuanto a la medicación, explicó que se ajusta a cada caso y a los síntomas que manifieste la persona porque, por ejemplo, hay quienes llegan con un cuadro depresivo y otros con problemas para conciliar el sueño.

El tratamiento recomendado es de dos años; los primeros nueve meses son de abstinencia. La familia juega un rol de contención importante, especialmente en ese período, porque la persona no puede manejar dinero y tiene que entregar la cédula y las tarjetas de crédito para evitar la pérdida patrimonial. Como en JA, se aconseja a la persona no pasar por lugares de apuestas. Además, en este período “hay que prestar atención a las urgencias”, porque pueden surgir pensamientos suicidas.

En Uruguay se estima que hay 1,3% de prevalencia de personas con ludopatías, según Coll, quien diferenció la compulsión del juego problemático. En el primer caso la persona no puede pasar un día sin jugar, mientras que en el juego problemático puede tener un “desliz” en el que pierda el dinero para pagar una cuenta, por ejemplo. Asimismo, el especialista señala que en Uruguay hay 30.000 personas con compulsión y 80.000 con juego problemático; pero agregó que esa cifra se tiene que multiplicar por lo menos por cinco, porque la ludopatía no afecta sólo a la persona que tiene el problema, sino también a su entorno.

En general 55% son hombres y 45% mujeres, pero si se toman en cuenta los rangos de edad, en las franjas de 60, 70 y 80 años aumenta la incidencia en las mujeres. Tanto Coll como los miembros de JA coincidieron en que está cambiando el tipo de persona que es afectada por esta enfermedad. Juan relató: “En una época entraba gente más veterana y pocas mujeres. Hoy por hoy, tal vez, sean más mujeres que hombres y hay muchos jóvenes. Pero el joven entra, está un rato y se va. Yo creo que cambió por los slots y los juegos en línea. Los slots son la pasta base del juego, son muy adictivos”. En tanto, Coll sostuvo que el juego en línea afecta principalmente a varones menores de 30 años.

Los integrantes de JA afirman que se trata de una enfermedad que no tiene cura, en cambio para Coll es posible la recuperación. Detalló que entre 65% y 70% tiene una mejoría, pero que hay 10% que llega a situaciones extremas, como “muerte, locura o mendicidad”.

¿Cómo jugar responsablemente?

Dedicar un monto de dinero para jugar y no gastar más de lo previsto.
No pedir prestado dinero para jugar.
Ponerse un tiempo límite para jugar y respetarlo.
No perseguir o intentar recuperar las pérdidas.
Juegue sólo los fondos disponibles para la diversión, no utilice nunca el dinero para los gastos mensuales de la casa o la comida.

Fuente: labanca.com.uy/pages/ayuda/juego_responsable

Montevideo, Canelones, Maldonado y Rivera son los departamentos con más afectados. En Rivera la incidencia llega a 3% porque “como en Brasil están prohibido los casinos, la movida está del lado uruguayo”, comenta Coll. El Programa de Prevención y Tratamiento del Juego Patológico del Clínicas, que se creó a partir de un convenio entre la Dirección General de Casinos del Estado y la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, funciona en Montevideo y tiene dos regionales, una en Paysandú y otra en Maldonado. Al respecto, el especialista dijo que se espera que pronto se abra una en Rivera. Para el médico es importante planificar las acciones a tomar, porque si bien es bueno tener atención fuera de Montevideo, Paysandú es uno de los departamentos con menos incidencia de juego. Cada año hay cupo para 70 personas y se llena, por eso el especialista espera aumentarlo a 100; el programa atiende tanto a usuarios del sistema público como del privado.

Según Coll, el programa se maneja con pocos recursos. Estimó que todo su presupuesto equivale a lo que ganan dos funcionarios técnicos de Casino, “ni siquiera un director, porque ganan más”.

Además, apunta a la acción del Poder Judicial como otro inconveniente, ya que “no hay diferencias entre una persona que roba para jugar y un delincuente que se apropia del dinero para su beneficio. El ludópata está arruinado, saca un dinero y lo pone en el casino, pero la Justicia no lo ve así. Hemos tenido grandes luchas en los juzgados”, dijo. En la legislación actual “se rompe el principio del debido proceso”, porque al enfrentar una imputación la persona “tiene todo el derecho de ser juzgada de manera adecuada, y en estos casos depende del juez y del fiscal. Hay jueces que se quedaron 50 años atrás. Una persona que empezó hace un par de años, que no tiene antecedentes y comete un delito por la compulsión, está en un estado de locura parcial; así como pierden la noción del dinero, muchos cometen delitos en ese estado”, afirmó.

Juegos en línea

Coll se mostró preocupado por la incidencia de los juegos en línea. “Estamos pasando por un cambio en la matriz de juego. Los juegos de cartas, de paño, los mecánicos, se están dejando de lado por los juegos electrónicos”, que son más dinámicos y en los que no hay que esperar para saber el resultado. No obstante, dijo que es una tendencia mundial y que una manera de prevenir esta enfermedad es con información y educación.

El Decreto 366/017, que regula los juegos por internet, prohíbe “toda prestación de servicios de juegos de azar o apuestas online a través de internet, plataformas tecnológicas, aplicaciones informáticas o similares, que no cuenten con la autorización otorgada en forma previa”. En Uruguay el único juego habilitado es Supermatch, de apuestas deportivas. Luis Gama, director general de Loterías y Quinielas, mencionó a la diaria que están trabajando en el combate a este tipo de juegos y que en dos años bloquearon 1.000 sitios y que en breve bloquearán 200 más. El funcionario acotó: “Si permitimos que se expanda el juego no autorizado, como Estado, se nos complica para fomentar el juego responsable”.

Política de Estado

Javier Chá, director general de Casinos del Estado, aseguró a la diaria que el Programa de Prevención y Tratamiento del Juego Patológico es parte de la responsabilidad social de la empresa. Indicó que hay afiches en todas las salas y que los funcionarios están instruidos para poder dar la sugerencia de buscar ayuda a las personas con juego problemático. Aseguró que parten de la base de que de todas maneras van a jugar, sea en el ámbito del Estado o con privados: “La alternativa radical es no tener juego, algo que se ha probado en distintos países y resulta imposible, y en donde está prohibido hay más juego clandestino. Es mejor que lo explote el Estado, con todas sus garantías, proponiendo un juego amigable y con un margen de ganancia supercontrolado”, opinó.

Chá señaló, además, que durante su gestión ha trabajado para que no haya más juegos de paño, para que más personas apuesten montos de dinero más bajos. “Yo no voy a defender los juegos de azar como una filosofía, pero la alternativa que se toma es la más amigable, partiendo de la base de que el juego existe”, dijo. Sobre los slots aseguró que el Estado propone centros de entretenimiento donde se puede comer, tomar y ver espectáculos musicales. Pero agregó: “No somos el Ministerio de Salud Pública, no nos encargamos de tratar enfermedades a gran escala”.

Por su parte, Luis Gama, director general de Loterías y Quinielas, dijo a la diaria que además de combatir los juegos en línea están prestando más atención a las apuestas deportivas y a las raspaditas. “La gente juega de acuerdo a cómo vive: a gran velocidad. Nosotros los llamamos juegos calientes o de rápida resolución, porque la gente quiere la inmediatez, jugar y saber al instante si ganó o no”, comentó. Destacó también que en estos años se redujo la oferta y que se eliminaron algunas como el Juego de la Cédula.

.