A Juan Manuel le diagnosticaron glaucoma unos meses después de que lo operaron de cataratas, cuando tenía 69 años. Llegó al Hospital de Ojos de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) tras convivir seis meses con un dolor “insoportable” en su ojo derecho, que lo atormentaba día y noche. Además, tenía la visión disminuida otra vez. Cuando consultó le dijeron que tenía una presión intraocular (dentro del ojo) de 50 milímetros de mercurio: la normal es de diez a 20. Juan Manuel es una de las casi 100.000 personas en Uruguay que padecen glaucoma, aunque la mitad de ellas no lo sabe.
El 12 de marzo es el Día Mundial del Glaucoma. Su finalidad es lograr que haya mayor conciencia de esta enfermedad, que es la principal causa de ceguera irreversible en el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud hay 60 millones de personas con glaucoma en el mundo, y se estima que la cantidad aumentará a 80 millones en 2020. De esta población, 15% ha perdido la visión. En Uruguay 3% de la población tiene glaucoma, pero la mitad lo desconoce. Esto se debe a que es una enfermedad asintomática hasta estadios muy avanzados; justamente en eso radica su peligrosidad, que le ha valido el mote de “ladrón silencioso de la visión”. En nuestro país, de 12% a 13% de los afectados por este problema han perdido la visión.
El glaucoma es una enfermedad producida en la mayoría de los casos por un aumento de la presión intraocular, que daña el nervio óptico de forma lenta y progresiva. La presión crece porque el sistema de drenaje del ojo no funciona bien, y el líquido que circula dentro del órgano de la visión –llamado humor acuoso– no encuentra vía de salida. El nervio óptico es como un cable que conecta el ojo con el cerebro; le transmite la información visual, y su buen funcionamiento nos permite percibir imágenes claras y nítidas. Por el aumento de la presión intraocular, ese cable se va deteriorando lentamente y el paciente va perdiendo la visión, explica la médica Andrea Fernández, referente sobre el glaucoma en Uruguay y directora del block quirúrgico del Hospital de Ojos José Martí de ASSE.
“Yo lo que había escuchado era que no se operaba”, cuenta Juan Manuel, sentado en el consultorio de Fernández en el Hospital Saint Bois, predio en el que funciona el Hospital de Ojos. Sin embargo, el año pasado le colocaron un dispositivo de drenaje llamado válvula de Ahmed, con el cual se reguló la presión de su ojo derecho y desapareció el dolor. “La operación duró diez o 12 minutos. Apenas terminó me senté en la camilla y le dije: ‘Doctora, no duele más’”, recuerda el hombre, que hoy tiene 70 años. Juan Manuel tenía pocas expectativas de recuperar la visión disminuida, pero asegura que mejoró “notoriamente”. Ahora su presión intraocular es de 16,5; aunque continúa tratándose con colirios (gotas) de dos tipos, destaca que antes debía utilizar cinco.
La población que presenta mayor riesgo de padecer esta enfermedad son las personas mayores de 50 años, las que tienen antecedentes familiares de glaucoma –lo que determina una probabilidad de que se instale la enfermedad de 4% a 15% mayor–, las que presentan una miopía muy importante, las que reciben medicación continua con corticoides (por ejemplo, prednisona) o antiinflamatorios, las afectadas por asma, hipertensión o diabetes, y también las personas afrodescendientes. De todos modos, el glaucoma puede presentarse a cualquier edad y en cualquier persona. “Toda la población es vulnerable y tiene que estar siendo valorada y examinada anualmente para detectar la enfermedad a tiempo”, señala Fernández.
El glaucoma no tiene cura. Lo que se contrarresta con tratamientos es el aumento de la presión intraocular. En la mayoría de los casos para eso se utilizan medicamentos administrados en gotas; también existen procedimientos con láser, cuya indicación depende del tipo de glaucoma y de su gravedad. Otra opción son las intervenciones quirúrgicas, que antes se reservaban para personas en las que la enfermedad había avanzado mucho, pero que en la actualidad se pueden practicar ante glaucomas leves o recién diagnosticados, señala la directora del Hospital de Ojos, Sandra Medina. “Hoy contamos con procedimientos quirúrgicos con mayor perfil de seguridad y efectividad, que nos permiten intervenir de forma precoz y sin los riesgos que implican las cirugías tradicionales”, sostiene.
Entre estos procedimientos quirúrgicos Medina destaca la colocación de microdispositivos de última generación –válvulas y dispositivos no valvulados–, que ayudan a mejorar el drenaje ocular y se utilizan en combinación con cirugías de cataratas en etapas precoces. Este tipo de dispositivos no está incluido en el Plan Integral de Atención en Salud, pero los procedimientos y recursos son financiados por ASSE y no tienen costo para quienes los reciben. Desde que se creó el centro, en 2011, se realizaron 1.500 cirugías de glaucoma, y cada año se atienden 4.000 personas allí por esta enfermedad.
Bajo la consigna “No dejes que el glaucoma te apague la luz”, este martes el Hospital de Ojos realizará una jornada de sensibilización abierta a todo público en la plaza Samuel Lafone del barrio La Teja, de 9.00 a 14.00. Allí se desarrollarán actividades de educación y prevención, simulación de diferentes patologías con dispositivos especiales y estudios de presión ocular gratuitos.