En lo más alto de la lista de las vacunas contra la covid-19 están, por lo novedosas que son y por lo efectivas que parecen ser, las de material genético, ARN o ADN, que son a su vez las más caras, y les siguen las vacunas a vectores virales; ambos tipos de vacunas son las primeras desarrolladas para humanos; hasta ahora sólo se empleaban en uso veterinario. Están, también, las de subunidades proteicas y las de virus inactivado. A continuación, un breve resumen a partir de la información proporcionada a la diaria por María Moreno, docente grado 4 del Departamento de Desarrollo Biotecnológico de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República e integrante de la Comisión Nacional Asesora de Vacunación.
Vacunas con ARN y ADN
Son, hasta ahora, las más avanzadas, afirmó Moreno. “Es la inoculación del material genético, el ADN, que codifica para el antígeno de interés, en este caso la proteína S, proteína que hace la unión con el receptor en la célula para que el virus pueda ingresar a nuestras células y ahí pueda replicar”. Es, por ejemplo, la de la farmacéutica Inovio; la desventaja que tiene es que para su aplicación necesita de una especie de pistola que da un pequeño pulso eléctrico para que se abra la membrana de la célula y penetre el ADN, detalló Moreno, que acotó que, por ese motivo, el grupo ad hoc de la CNAV que estudia las vacunas contra la covid-19 no la ve con tan buenos ojos; el pulso no duele pero puede asustar y requiere distribuir el dispositivo.
Las vacunas de ARN no requieren de esa pistola: buscaron la alternativa poniéndolas en esas pequeñas vesículas lipídicas, los liposomas, que se unen a la membrana de la célula y de esa manera ingresa el material genético. Son la de Moderna, la de Pfizer y la de Curevac. “En ese caso, no se da el ADN sino el ARN mensajero que es el material genético que usa nuestra maquinaria para sintetizar la proteína, para dar fin a la proteína”, explicó.
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Afirmó que las vacunas ARN mensajero usan un material muy lábil, por lo que no es posible que se incorporen a nuestro genoma y generen mutaciones; acotó que eso sí podría llegar a ocurrir hipotéticamente con la de ADN, aunque “tendría que encontrar homología con nuestro ADN, algo que es muy difícil” porque se busca que los trozos de hélice que emplean las vacunas no tengan homologías con el ADN humano. La labilidad de las ARN es la que determina que necesiten cadenas de frío muy extremas. Estas vacunas no están probadas en humanos y se desconoce su efecto a largo plazo. “Hasta la fecha demostraron ser muy inmunogénicas”, lo que les hace tener una efectividad mayor a 90%, como es el caso de Moderna y de Pfizer. El plazo en que se mantienen los anticuerpos se desconoce, pero Moreno señaló que, a un año de existencia del SARS-CoV-2 y de infecciones naturales, se conoce que “los anticuerpos se mantienen relativamente elevados, lo cual hace prever que los de las vacunas también, y por lo cual nuestra hipótesis es que podrían llegar a proteger durante un período de uno, dos, tres años por lo menos”. La inmunidad natural, hasta el momento, se sabe que dura un año y son raras las reinfecciones.
Vacunas con vectores virales
Los desarrollos existentes usan adenovirus humano o de chimpancé, y ese vector viral lleva el material genético de la proteína S del coronavirus, que invade la célula para que sintetice la proteína S dentro de ella, la presente al sistema inmune y se monte la respuesta. Estas vacunas simulan una infección y alertan mucho más al sistema inmune que la inoculación simplemente de una proteína, dijo Moreno. Son el caso de AstraZeneca (que usa un adenovirus chimpancé), de Sputnik V, Cansina y Janssen, que usan adenovirus humanos (de todas las vacunas que se mencionan en esta nota, la única que lleva una sola dosis es la de Janssen).
La limitante de este tipo de vacunas es que la respuesta puede ser menor si la persona ya cursó una infección contra el adenovirus que recibe (en el caso de adenovirus humanos), porque el organismo va a eliminarlo rápidamente sin que llegue a infectar la célula. Esa limitante también puede verse entre la primera y la segunda dosis, y por eso muchos de los desarrollos usan diferentes subtipos de adenovirus humano. AstraZeneca no tuvo ese segundo problema pero sí otro muy importante: por error, en su ensayo clínico suministró en la primera inoculación la mitad de la dosis; eso le permitió ver que la respuesta en ese caso era mejor (90% de efectividad) que en los casos en que había dado la dosis completa las dos veces (60%), pero el error le hará tener que rehacer análisis. AstraZeneca y el instituto ruso Gamaleya están viendo de hacer una alianza y suministrar una dosis cada uno, en una fórmula conjunta. Las vacunas a vectores virales no se recomiendan en personas inmunodeprimidas.
Vacunas basadas en proteínas
“Las llamamos subunidades [proteicas] porque es un pedacito del patógeno, en este caso es una proteína”, que se inocula con algún tipo de adyuvante, dijo Moreno. Este tipo de vacunas son de las que más experiencia se tiene, pero la desventaja es que no se puede recurrir a los adyuvantes más comunes, como el aluminio, porque genera un tipo de respuesta que no es la que se busca. Moreno señaló que la limitante puede estar a la hora de tener que hacer una producción masiva, porque por ejemplo Novavax, que es la más avanzada, usa, además de la proteína S, un adyuvante del tipo saponina que se obtiene de la corteza de un árbol. La investigadora destacó como novedosa la vacuna Medicago, de Canadá, que usa una proteína recombinante hecha en base a una planta que forma VLP, que significa virus like particle, que “lo que hacen es producir la proteína del virus, que se autoensambla en una estructura que semeja el virus y por tanto el sistema inmune lo reconoce como tal, pero no es un material genético ni nada y monta una respuesta inmune bastante potente”. Medicago parece resultar de interés para suministrar a quienes son más naturistas. La inmunogenicidad de las vacunas basadas en proteínas recombinantes parece ser inferior a la de vectores virales y ARN, aunque “alcanza y sobra para generar protección”, dijo Moreno.
Vacunas a virus inactivado
No están contempladas en Covax. Tres de las de mayor desarrollo son las chinas Sinopharm (la de Beijing y la de Wuhan) y Sinovac. Se han empleado para vacunar al Ejército de China y se está aplicando en Emiratos Árabes y en Baréin. Usan adyuvante, en su gran mayoría aluminio, y hay un desarrollo con virus inactivado que está llevando la India. Han demostrado una inmunogenicidad similar a las subunidades proteicas.