La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) emitió recomendaciones para mitigar el impacto de la pandemia de coronavirus en el sistema alimentario de Uruguay, y destacó que “se están adoptando medidas con rapidez” por parte del gobierno y de la sociedad civil. La FAO aconseja que las canastas alimenticias que se distribuyan contengan alimentos frescos producidos por productores familiares, que se desarrolle tecnología para acercar a los consumidores, repensar las cadenas de distribución y establecer un monitoreo de precios “para evitar abusos”.

“La pandemia del coronavirus impacta el suministro y la demanda de alimentos. Tanto las vidas como los medios de subsistencia se ven afectados a través del suministro y de la demanda de alimentos. Es una realidad más preocupante en los lugares particularmente vulnerables del mundo, pero hay aspectos que atender en Uruguay”, advierte el artículo “La alimentación, la agricultura de Uruguay y el mundo, frente al COVID-19”, elaborado por la oficina de la FAO en nuestro país. El informe indica que la emergencia sanitaria genera “un aumento significativo de la demanda a sus inicios”, con lo cual el costo de una dieta saludable y el precio de los productos básicos perecederos puede aumentar.

“Después del pico y del aplanamiento de la curva del contagio, a medida que pase el tiempo se va a reducir la demanda, si mantenemos el confinamiento. Debido a la incertidumbre, va a primar la cautela y el aumento de los costos hará que las personas reduzcan gastos”, indica el documento. Esto podría tener un efecto particularmente negativo en los hogares de menores ingresos y dificultaría el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, advierte la FAO.

No obstante, el organismo resalta que Uruguay “es un país agrícola excedentario, que produce más alimentos que los que consume”, lo que permite que sigan circulando mercaderías. En ese sentido, señala que las ferias vecinales de alimentos se mantienen y el Mercado Modelo sigue funcionando. “Además, en Uruguay, sus productoras y productores tienen, en la fuerte cobertura de Internet con la que cuenta el país, una aliada que facilita el comercio a distancia, reduciendo el riesgo de aglomeraciones”, destaca. También ve con optimismo que no se hayan suspendido los programas de comedores escolares.

La FAO indica que es “fundamental tomar medidas proactivas como lo hace Uruguay, porque cuesta menos tomarlas antes que en el peor momento de la crisis”. “En primer lugar, es clave que los países aseguren las necesidades alimentarias de sus poblaciones vulnerables y hemos visto que Uruguay no se ha quedado atrás en ese sentido”, destaca la oficina, y señala que el país también comenzó a tomar medidas en programas de protección social, que fortalecen la seguridad alimentaria.

El organismo recomienda que las canastas alimenticias que se distribuyan “cuenten con alimentos frescos producidos, preferentemente, por productores familiares locales” y que “tengan en cuenta la necesidad de una dieta balanceada y permitan un consumo suficiente de legumbres, para que la población más vulnerable pueda así fortalecer su respuesta inmunitaria”. Si la inseguridad alimentaria se volviera “extremadamente grave”, indica el informe, “son clave no sólo el suministro directo de alimentos por el Gobierno, sino también las donaciones de particulares, redes de solidaridad y organizaciones no gubernamentales”. Sobre este punto, observa que Uruguay “ya está dando una fuerte respuesta por parte de la sociedad civil y del Gobierno”.

El organismo también propone generar y fortalecer circuitos cortos de distribución, basados en nuevas tecnologías e innovaciones digitales. La tecnología puede acercar a productores y consumidores, repensar cadenas de distribución y establecer “un buen monitoreo de precios para evitar abusos”. A nivel del consumidor, promueve el “consumo responsable, medido y sin desperdicios en el marco de una dieta balanceada”. Además, sugiere apoyar a “circuitos cortos que permitan mantener las redes locales de abastecimiento y producción”. “Es probable, y deseable, que se dé un cambio en la forma en que las personas compren y consuman alimentos, con un aumento de las comidas y, ojalá, de la cocina en el hogar”, concluye el artículo.

Por otra parte, la FAO anunció ayer que 25 países de América Latina y el Caribe, entre ellos Uruguay, firmaron una declaración en la que expresan su compromiso de coordinar acciones para que no falten alimentos durante la pandemia. Señalan que actualmente “los mercados de la región cuentan con suficientes alimentos para asegurar el abastecimiento” de su población, y que, “a diferencia de crisis anteriores”, actualmente la oferta de esos productos “se ha mantenido estable en el mundo”. Por lo tanto, agregan, “no existen razones que justifiquen aumentos importantes en los precios internacionales de los alimentos”, y llaman a “todos los actores del sistema alimentario a impedir la especulación en este momento de emergencia”.

También manifiestan que “si la pandemia se extiende en el tiempo, las cadenas de abastecimiento de alimentos van a estar sometidas a mayor presión”. Si esto ocurriera, los firmantes se comprometen “a actuar coordinadamente, intercambiando información y buenas prácticas, y a adoptar medidas apropiadas de acuerdo con la realidad de cada país”. Algunas de esas acciones consisten en brindar asistencia técnica y financiera a pequeños y medianos productores de alimentos, asegurar el funcionamiento regular de los mercados mayoristas, y “promover que las políticas fiscales o comerciales que definan los gobiernos” ayuden a que el “efecto económico de la crisis no debilite el funcionamiento normal del comercio regional y global de alimentos”.