Dos adolescentes de 14 y 15 años amanecieron muertos el viernes 10 en Ciudad del Plata; habían estado jugando videojuegos hasta la madrugada anterior y el arma letal fue un brasero que tenían en el dormitorio, para paliar el frío. Tres días antes, otra adolescente, de 14 años, murió en La Paloma, mientras se duchaba con el agua calefaccionada por un calefón a gas. El causante de estas tres muertes fue el monóxido de carbono, un gas inodoro, incoloro y altamente tóxico que se genera por la mala combustión de aparatos que funcionan a gas, a leña, a nafta, a querosén o a carbón.
Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), en Uruguay se registran más de 200 intoxicaciones y alrededor de 20 fallecimientos anuales por esta causa. Sin embargo, “no deberían ocurrir muertes por monóxido de carbono”, afirma Amalia Laborde, profesora titular y directora del Departamento de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y del Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT), que se indigna por lo que significa que personas terminen muriendo “en ocasión de algo que es muy necesario, como es calentarse en invierno”. Para concientizar acerca de este “asesino silencioso” es que Laborde y otros dos especialistas en toxicología clínica del departamento, María Noel Tortorella, profesora adjunta, y Darío Pose, profesor agregado y coordinador de la Unidad Pediátrica Ambiental del Departamento de Toxicología, recibieron a la diaria esta semana, en el piso 7 del Hospital de Clínicas, donde funciona el CIAT.
El gran camaleón
“Al monóxido de carbono se lo conoce, incluso en la jerga científica, como el asesino silencioso, el tóxico invisible, el gran camaleón”, explica Laborde, y alude a dos motivos por los que resulta difícil de identificar: porque se origina a partir de algo cotidiano, nada atípico, como el funcionamiento de un equipo, y porque los síntomas son decaimiento, dolor de cabeza, náuseas, se confunden con otras causas. Eso lleva a que “el monóxido de carbono en general no esté en los primeros planteos que sospechan las propias personas o los equipos asistenciales”.
Síntomas
- Dolor de cabeza, mareos
- Náuseas y vómitos
- Debilidad muscular
- Palpitaciones
Incluso menos fácil de identificar es si se está durmiendo, momento en que según Laborde se dan las situaciones más graves. “La recomendación preventiva más importante de todas es: ningún aparato de combustión en el dormitorio, porque es un lugar en el que estamos muchas horas, que habitualmente cerramos para dormir, y si hay un aparato de combustión allí la chance de que genere monóxido de carbono y de que nosotros lo respiremos mientras estamos dormidos es muy alta. Si uno está en un comedor de día y comienza con dolor de cabeza, náuseas, va a un lugar, se mueve, abre las puertas, cambia el aire, y puede ser que no llegue a una intoxicación severa”, explicó. En cambio, dijo que personas que se han intoxicado durmiendo transmiten que no se pueden mover, por la debilidad muscular que genera.
Por otro lado, puede confundir el hecho de que “el monóxido está con el humo pero si no hay humo, también”, apuntó Laborde. Resaltó la importancia de educar en este sentido, y de que quede claro que es un gas que pasa inadvertido y que es necesario que la población sospeche de él, para tomar precauciones.
Casos de 2020
Desde el 1º de enero al 15 de julio el CIAT registró 95 casos de intoxicación por monóxido de carbono: 21 en mayo, 42 en junio y 20 en la mitad de julio. La cifra es similar a la que se dio en 2018, cuando al 15 de julio había 97 casos de intoxicación. Tortorella comentó que en los tres meses invernales suelen darse 75% de las intoxicaciones y que se registran más casos en los inviernos más fríos, cuando hay más días con temperaturas inferiores a los nueve grados. 40 intoxicaciones afectaron a menores de 18 años.
Los 95 casos se dieron en 13 departamentos: Maldonado (25), Montevideo (21), Canelones (10), San José (9), Durazno (6), Lavalleja (6), Colonia (5), Rocha (4), Cerro Largo (4), Florida (2), Treinta y Tres (1), Artigas (1) y Rivera (1), y no hay datos de uno de los casos.
Recomendaciones
- No utilizar braseros en ambientes cerrados, son sólo para exteriores
- Mientras los equipos con combustión estén encendidos siempre debe haber ingreso de aire al ambiente. Mantener parcialmente abierta alguna puerta o ventana
- Los calefones a gas nunca deben instalarse dentro de los baños ni dentro de la vivienda.
- Las calderetas y los generadores deben estar instalados fuera de las viviendas.
- No utilizar hornallas para calentar los ambientes
- No dejar motores encendidos en lugares cerrados
- Realizar periódicamente el mantenimiento de los equipos, las chimeneas y las salidas de gases de los vehículos
Fuente: MSP.
La fuente de combustión más frecuente son los calefones a gas y las estufas a gas; les siguen las garrafas con accesorios (ladrillo, olla con agua) y los braseros, que Laborde calificó como “tremendamente contaminantes”, porque además de carbón hay personas que les colocan otros materiales para quemar, como maderas usadas y plásticos. Las estufas a leña también pueden ser peligrosas si el caño está obstruido o si no están bien conservadas (las de hierro que tengan perforaciones, por ejemplo).
Daños y abordajes
Laborde detalló el proceso fisiológico: “Se le llama una asfixia química que, en este caso, ocurre porque el monóxido se une al transportador de oxígeno, que es la hemoglobina: lo saca, porque es mucho más afín, se coloca él y, además, si hay alguna hemoglobina transportando oxígeno en algún lugar, no le permite que haga el proceso de entrega a la célula”.
El tratamiento consiste en suministrar oxígeno para “sacar el monóxido del cuerpo y sustituirlo nuevamente por oxígeno”. Laborde comentó que el tratamiento es fácil, accesible –porque, a diferencia de otras intoxicaciones, no se necesita un antídoto raro–, y que para eso se usan diferentes técnicas: máscaras de oxígeno, oxígeno de alto flujo y hasta una cámara hiperbárica, una tecnología que está ubicada en el Hospital Militar (al final de la entrevista se sumó Melina Pan, médica asistente del departamento que trabaja en ese hospital), que se indica para los casos graves.
CIAT: 1722
Mientras transcurre la intoxicación, los órganos que más sufren “son los que más demandan del oxígeno para funcionar: el cerebro –todo el sistema nervioso en general– y el corazón”, explicó Laborde. “Algunas personas quedan con problemas como si hubieran tenido un infarto cerebral, porque de hecho tuvieron una falta de oxígeno cerebral; otras personas quedan con trastornos más comportamentales, de memoria, de sueño. En el caso de los niños, altera su normal neurodesarrollo; en niños más grandes vimos alteraciones en el rendimiento escolar que a veces pasan desapercibidas, y las descubrimos porque después hicieron una intoxicación aguda más severa que esa sí se diagnosticó”, explicó Laborde.
De los 95 casos registrados este año, 41 fueron severos; la mayoría de los leves son identificados cuando se dan al mismo tiempo que los casos más serios. A nivel mundial no hay un consenso sobre la cantidad de intoxicaciones leves y moderadas que hay por caso grave, pero se sabe que hay un subregistro. Por otra parte, el daño no sólo se produce con intoxicaciones agudas; también hay un efecto crónico, detalló Pose.
La afectación no es igual en todas las personas; varía de acuerdo al tiempo de exposición y los fumadores presentan una tolerancia mayor, porque ya tienen un nivel de monóxido de carbono en la sangre.
Los profesionales expresaron que en los últimos años se ha mejorado la capacidad diagnóstica y la formación de los especialistas en toxicología; 92% de las llamadas que recibe el CIAT (durante las 24 horas todos los días del año) provienen de profesionales del sistema de salud y en buena parte de los casos hacen interconsultas y una tarea de acompañamiento.
Recambio de aire
Cuando se tiene encendido un aparato que haga combustión hay que tener al menos una ranurita abierta. “Asumimos que la eficacia de calentar puede ser menor, porque el mensaje de ahorro de energía eléctrica es ‘ponga burletes’, pero las personas no tienen por qué saber que cuando uno usa electricidad puede burletear todo lo que quiera porque no se genera gas, pero cuando se usa combustión el concepto de ahorro de calor burleteando es erróneo”, afirmó Laborde, que insistió en “la comprensión de esa diferencia, que parece sutil pero no lo es”, y agregó que “la puerta abierta puede ser la diferencia entre una intoxicación por monóxido y una muerte por monóxido”.
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