Establecer un modelo de atención en salud mental con un abordaje integral implica, entre otras cosas, deshacer las prácticas de encierro y control de hospitales, sanatorios y asilos psiquiátricos, promover una nueva forma de entender la locura, y crear dispositivos alternativos que promuevan la libertad y la autonomía de los usuarios de la salud mental. La Ley de Salud Mental promueve el cierre progresivo de manicomios para 2025 y su sustitución por un sistema de estructuras alternativas. Con ese desafío el Frente Antimanicomial, un espacio de articulación conformado por colectivos y organizaciones de la sociedad civil, el miércoles hizo un conversatorio virtual para “visibilizar y reconocer” el trabajo que desempeñan los dispositivos alternativos en salud mental existentes en Uruguay, frente a las lógicas manicomiales y sus consecuencias negativas sobre la personas y el estigma social sobre la locura, tal como explicó Cecilia Baroni, coordinadora del proyecto Radio Vilardevoz e integrante del Frente Antimanicomial.

Las propuestas alternativas “no podrán reproducir las prácticas, métodos, procedimientos y dispositivos cuyo único objetivo sea el disciplinamiento, control y encierro”, señala el artículo 38 de la Ley de Salud Mental, y agrega que tampoco podrán aplicar ninguna “restricción y privación de libertad de la persona que genere exclusión, alienación, pérdida de contacto social y afectación de las potencialidades individuales”. El artículo 39 exige a las instituciones asilares adoptar prácticas antimanicomiales hasta el momento de su sustitución definitiva.

El Frente Antimanicomial reúne una variedad de dispositivos que comparten principios básicos que posibilitan un trato integral de las personas. Parten desde una definición distinta del paciente: como una persona que atraviesa una situación determinada sin reducir toda su esencia a su padecimiento psíquico. Además de cumplir con el artículo 38 de la Ley de Salud Mental y alejarse de las lógicas manicomiales, los dispositivos alternativos comparten una definición de la salud mental que implica “tomar los derechos: a la cultura, a la educación, al trabajo, a la dispersión, a la identidad, a la naturaleza”, sostuvo Baroni. Comparten una concepción de la locura “lejos de la estigmatización”: la toman como “otra forma de entender la realidad”, sostuvo Irene Castro Farías, integrante de la agrupación, quien expresó que “es la apuesta al amor, al abrazo y a la libertad”. Baroni planteó, incluso, que los modelos alternativos reconocen a la locura “como una identidad posible” –lejos de la carga social únicamente negativa– con “todas sus facetas, lugares y formas de expresión”, y consideran que no debe ser “aplacada con medicación”.

Las estructuras alternativas de atención buscan promover la libertad, el desarrollo de las capacidades y la autonomía de las personas, la formación y la expresión de su subjetividad, de sus sentimientos y saberes. Apuestan al arte como instrumento de terapia, a la construcción de espacios de intercambio sin jerarquías, a la producción colectiva, a impulsar la inclusión social y a abrir puertas en el mundo laboral. Estos aspectos dan forma a los colectivos que estuvieron presentes en la actividad del miércoles: Bibliobarrio, Movimiento por las Autonomías, Radio Vilardevoz, Taller de Trabajo Sala 12 - Casa El Trébol, las cooperativas Dódici y Hamabi, Riquísimo Artesanal y Sueños de Libertad.

“Salvavidas”

Quienes integran el Frente Antimanicomial consideran que estas prácticas de atención “son prácticas beneficiosas en el sentido de que se aborda desde una perspectiva de derechos y no desde una perspectiva del encierro, que es lo que actualmente sucede”, dijo Castro Farías. Baroni agregó que el beneficio de los dispositivos alternativos repercute en toda la sociedad, no sólo en pacientes y profesionales, porque promueven un cambio de visión sobre los usuarios de la salud mental y deshacen el “imaginario de que los únicos que tienen problemas [mentales] son los que están en el Hospital Vilardebó, cuando en este encuentro brevemente nos dimos cuenta de que estamos todos locos”.

Flavi, usuaria de salud mental que se atiende en el ámbito privdo, sostuvo que a veces sólo quienes pasan por la experiencia de estar internados conocen el sufrimiento que se padece en esas instituciones; en cambio, señaló que estos dispositivos alternativos “son como salvavidas, que vienen a darnos la posibilidad de tener otras chances y vivencias más asociadas a la libertad y los derechos humanos”. “Estaría buenísimo que más enfermeros, más nurses, más psiquiatras y psicólogos pudieran cuestionar todo esto y que se sumen más usuarios a dar su palabra, porque somos los que ponemos la carne en el asador y estamos ahí”, expresó. Marcos, también participante de la radio, dijo que Vilardevoz satisface sus “ganas de expresar y comunicar”, y que es su lugar para tomar la locura e incluso “la ira” que siente, a veces, frente a prácticas que hay en el hospital, y “transformar todo eso en arte”. “La comunicación alternativa de la radio es arte hecho en relaciones humanas, en comunicación con los demás y con un radioescucha del otro lado”, expresó Marcos. Agregó que la participación en la radio “ayuda” a los usuarios a tener un mayor vínculo con otros grupos con otras problemáticas, como personas en situación de calle o en situación de consumo abusivo de sustancias, que a veces “van de la mano con la locura”.

“Autogestionados y autosustentados”

Los integrantes del Frente Antimanicomial aseguran que estos dispositivos y su visibilización tienen un efecto positivo sobre el concepto social que se tiene sobre la locura y la lucha contra el estigma y la desigualdad social. Baroni se refirió a la experiencia de Vilardevoz, que nació como un medio de comunicación con el objetivo de que “los mismos protagonistas pudieran tomar la palabra y no ser hablados por otros en el campo de la salud mental, algo que pasa mucho”. Castro Farías acotó que genera efectos positivos desde el momento en que “siempre va a ser distinta la mirada de alguien que entiende que lo distinto no es malo, y es a través de estas prácticas que se puede mostrar que el estigma separa y que con estos dispositivos se trabaja de una forma comunitaria. Lejos de domesticar, lo que hace es potenciar y fortalecer lo mejor de las personas”, manifestó. “Desde el Frente Antimanicomial creemos que sí tienen un efecto en la sociedad, sobre todo porque cuando la respuesta es el encierro, el ocultamiento y la invisibilización la sociedad tiene otra respuesta, que es una respuesta que nos compete a todos y que parte desde lo comunitario”, agregó Castro Farías.

Baroni comentó que una particularidad de estos dispositivos en Uruguay es que son “autogestionados y autosustentados”, mientras que en otros países “son políticas de Estado” y, por lo tanto, cuentan con presupuesto para funcionar. Esta actividad también se organizó en el marco de la discusión por el Presupuesto, para poder “exigir participación”. Sin embargo, Baroni sostuvo que la agrupación no espera nada del gobierno: “Creo que no podemos esperar nada si no es de nosotros mismos. Entonces, no sé si esperamos algo del actual gobierno, capaz que lo que esperamos es poder seguir funcionando”, expresó. Comentó que quizás los colectivos se han “acostumbrado” a la cooperación entre ellos mismos –“que también es una práctica que surge del enojo o la impotencia” – y no a exigirles a los gobiernos. “Capaz que tenemos que empezar a hacerlo”, agregó.

Los colectivos

Sueños de Libertad

Es un dispositivo artístico-cultural vinculado al campo literario y de la música y su intersección con la salud mental. Surgió a través del proyecto universitario Colectivo la Grieta: Salud Mental y Derechos Humanos, que devino en varios dispositivos alternativos de atención en salud mental. “Es un espacio de encuentro y de intercambio de saberes donde la literatura y la música funcionan como una especie de mediación para dialogar de distintas cuestiones, ya sean filosóficas o poéticas”, y como “una dimensión clínica”, explicó Lorena Martínez, coordinadora del taller.

Bibliobarrio

“Es un emprendimiento cultural. Hacemos distintas actividades: tenemos una biblioteca, una editorial artesanal, y hacemos distintas actividades culturales”, explicó Dulcinea Cardozo, psicóloga e integrante del proyecto. Bibliobarrio se identifica como un dispositivo alternativo con prácticas de la “economía social y solidaria” y con la “generación de prácticas cotidianas distintas de relacionamiento”. Una de las metas de Bibliobarrio es que algunos de sus integrantes hagan de este emprendimiento su espacio de trabajo, lo que implica que reciban una remuneración económica, comentó la coordinadora, pero han tenido dificultades para concretar esto por la viabilidad económica del proyecto.

Movimiento por las Autonomías

Es un dispositivo de integración sociocultural y productivo de salud colectiva, comunitaria, orientada desde los derechos humanos, y está integrado por varios grupos de atención en salud mental: Compaz, Carancho y Juntas Podemos. En el colectivo Compaz la “principal actividad es la huerta, el fortalecimiento educativo”. Ofrece “clases de computación y tenemos un programa en la radio La Cotorra, que se llama Espacio H”, contó Álvaro García, integrante del colectivo. Livia Suárez presentó el grupo Carancho, que se reúne en el parque público Punta de Yeguas, en donde practican senderismo, canotaje y también conversan “sobre muchos temas”, comentó. “En ese espacio encontramos esa paz y compañerismo que tanto necesitamos en nuestras vidas”, expresó Suárez. María del Carmen Pintos presentó el colectivo Juntas Podemos, un grupo integrado por mujeres que trabajan en una huerta comunitaria en la que plantan hierbas aromáticas y medicinales.

Radio Vilardevoz

“Es un proyecto comunicacional y participativo de salud mental y derechos humanos. Funciona desde 1997 de forma autogestionada y colectiva. La radio cuenta con varios dispositivos de trabajo que se interconectan entre sí, tienen espacios de discusión y producción colectiva tanto de problemas como de posibles soluciones, así como también espacios de producción entendidos como lugares de enunciación colectiva y creación estética”, sostuvo Flavi, al presentar al colectivo Vilardevoz.

Taller de Trabajo Sala 12 - Casa El Trébol y cooperativas Dódici y Hamabi

Es un dispositivo que reúne varias estructuras que abordan la problemática de salud mental del usuario judicial desde la internación en el hospital psiquiátrico hasta su inclusión social. En el proceso, la persona pasa por varios dispositivos que incrementan su autonomía: Taller Sala 12 del Vilardebó, residencia El Trébol (dispositivo de medio camino), Cooperativa Dodici (lavadero industrial y fuente laboral de los participantes) y Cooperativa Hamabi (cooperativa de 14 apartamentos para mayor autonomía de los participantes).

Riquísimo Artesanal

Es una cooperativa que surgió del colectivo universitario La Grieta: Salud Mental y Derechos Humanos. Se trata de un dispositivo socioproductivo dedicado a la elaboración de empanadas, que tomó como punto de partida los conocimientos que los integrantes traían de los cursos de cocina y panadería del Hospital Vilardebó, contó Mónica Monsegue, integrante de la cooperativa.