Decenas de parteras y estudiantes de la Escuela de Parteras de la Universidad de la República decoraron el lunes la plaza Independencia con pañuelos, vinchas, tapabocas y algunos uniformes, todos lilas, el color que identifica a las parteras desde hace varios años en virtud de su asociación con la mujer y los movimientos feministas. Algunas también llevaban una remera blanca en la que lucían con orgullo la leyenda “soy partera”.

El lunes se celebró en América Latina el Día de la Partera, y el festejo se potenció porque 2020 fue declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería en reconocimiento a la “función crucial” que desempeñan ambas disciplinas en “satisfacer las necesidades sanitarias esenciales del día a día”. La Asociación Obstétrica del Uruguay (AOU) aprovechó las celebraciones para visibilizar su trabajo y reclamar el reconocimiento pleno de su profesión, sus derechos laborales y un salario digno. “La idea es mostrarle al pueblo uruguayo lo que hacemos y cómo han crecido nuestras competencias a medida que han pasado los años”, sostuvo en diálogo con la diaria Alicia Lagos, presidenta de la AOU.

Sobre una especie de pasarela lila, a la derecha de la estatua de José Gervasio Artigas, pusieron masajeadores de madera, imágenes de temas que se enseñan en clase, pelotas de pilates, muñecos arropados y hasta un útero tejido en lana para explicar cómo se hace la incisión durante una cesárea. A cada curioso que se acercaba le explicaban el uso de los instrumentos y figuras con las que trabajan, y a los que se quedaban un poco más les hablaban de las condiciones laborales.

Otras manifestantes portaban carteles; uno de ellos decía: “El personal de partería suele trabajar en condiciones difíciles: está infravalorado, falta de recursos y sobrecargo de trabajo”. En un momento, todas formaron un semicírculo y cada una sostenía una letra para formar la frase “Por un laudo digno para las obstetras parteras y mejores condiciones laborales”. Ese fue el reclamo más importante de la movilización.

Sin laudo

Lagos explicó que hasta ahora “no hay registrado” en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) un laudo mínimo para la obstetra partera. “Hace 28 años que tenemos el mismo”, sostuvo, y agregó que en este no se han incorporado las responsabilidades que han asumido. En esa postergación se mezclan varias dificultades. Una de ellas es que las parteras no se representan a sí mismas en los Consejos de Salarios: las que trabajan en Montevideo son representadas por el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) y las que se trabajan en el interior, por la Federación Médica del Interior (Femi). En diálogo con la diaria, Sylvia Sosa, partera y vocera de la organización Nacer Mejor, dijo que “los sindicatos nunca les dieron mucho corte a las parteras” y que ellas no tenían “un gremio suficientemente fuerte que reclamara que se contemplaran estas cosas”, cosa que no ocurre ahora, cuando la organización es diferente y nuclea alrededor de 700 profesionales.

Según Sosa, las parteras están entre los profesionales de la salud que reciben sueldos más bajos. La situación varía según la institución y el tipo de contrato. Estefani Troisi, partera y docente de la Escuela de Parteras explicó que la situación salarial y laboral más grave se registra en el interior del país, en donde muchas profesionales que hacen guardias de retén –es decir, que permanecen en su casa, pero están a disposición de la institución– trabajan hasta 15 horas de corrido y cobran 57 pesos por hora. Incluso, Troisi contó que algunas reciben salarios más bajos, como las parteras contratadas por Comisión de Apoyo –uno de los formatos de contrato en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE)–, que cobran entre siete y 30 pesos por hora, y que los sueldos más altos ascienden a 80 pesos por hora. “Es tan desigual y tan dispar la situación porque nunca tuvimos el laudo actualizado, por lo tanto, las empresas y el Estado mismo por intermedio de ASSE tienen un rango libre para hacer lo que quieren”, aseveró la docente.

Los bajos salarios condicionan a las profesionales al multiempleo y a cumplir extensas jornadas laborales, lo que repercute en la calidad de la atención, planteó Troisi, porque no es lo mismo “el trabajo en las primeras horas que en la hora 30” de una guardia.

Para esta ronda de Consejos de Salarios la AOU pretendía llegar a la mesa de negociación con un laudo mínimo, que todavía no se ha definido. Lagos mantuvo una reunión con el titular del MTSS, Pablo Mieres, y le explicó la situación de las parteras a nivel nacional. Según contó, el ministro reconoció que las profesionales “debían tener un laudo actualizado”, que sus reclamos eran justos, y le solicitó un informe sobre la situación actual de las parteras en Uruguay, que ya se elaboró y entregó, y fue presentado también a las autoridades del SMU y Femi. Lagos transmitió que los planteos fueron recibidos y reconocidos por ambos gremios: “Por parte de los dos interlocutores tenemos la buena predisposición de ir a darlo todo; después, si se negocia o no es otro tema, son ellos los que tienen que negociar”, evaluó.

Consultada por la diaria Patricia Nava, presidenta de Femi, señaló que en el último convenio, que se firmó en 2018, se había acordado conformar una comisión que tratara este tema, pero nunca se llegó a avanzar en ello, y agregó que Femi está trabajando con las parteras para establecer el laudo mínimo.

Incumplimientos de la ley

En los últimos meses, varias unidades ejecutoras de ASSE hicieron recortes presupuestales y, según las profesionales, no están cumpliendo con la cobertura de régimen de guardia para parteras suplentes establecida en la Ley 17.565, que dispone que “todo establecimiento o institución donde se asisten partos debe contar con partera interna de guardia, ya sean estos establecimientos o instituciones de carácter estatal, paraestatal o privados”. “No puede ocurrir que una mujer vaya a un hospital y no haya una partera que la atienda”, reclamó Lagos, y añadió que eso ocurre desde hace tiempo en instituciones privadas y no se ha logrado corregir. “ASSE va a tener que solucionar el tema y también las instituciones privadas que no tienen partera. El Ministerio de Salud Pública [MSP] debería auditar y controlar por qué no tienen partera”, dijo.

Además de afectar la atención, Troisi dijo que “el salario de las parteras se ha visto súper menguado y hay compañeras se han quedado sin guardias asignadas”. Por todo esto, la presidenta de la AOU solicitó una reunión con el director de ASSE, Leonardo Cipriani.

La contratación de suplentes en ASSE suele ser precaria. Troisi señaló que el organismo ofrece contratos en los que cesa a las parteras que hacen guardias cuando cumplen los 180 jornales y luego (al mes, por ejemplo) las vuelven a convocar. “Eso no se establece en base a ningún criterio más que el de no generar antigüedad para las suplentes”, afirmó. Lo cierto es que en ese lapso dejan de cobrar y de aportar al Banco de Previsión Social.

Vulneración de derechos

“En la mayoría de los lugares del mundo la profesión está subvalorada. Las parteras no son tenidas en cuenta en el sistema sanitario en relación a la importancia que tienen”, sostuvo Sosa. Dijo que alrededor de la profesión se desarrollan dos fenómenos: “una cuestión de idiosincrasia” y “lo que el sistema nos hace creer”. Contó que en algunos países, como Canadá y Reino Unido, poseen buenos sistemas sanitarios desde el punto de vista de la obstetricia, que el seguimiento de los embarazos lo hacen las parteras y si en algún momento se detecta una anomalía se deriva a ginecología. De la misma forma se procede durante el parto: una partera se encarga de la atención, pero si hay algún factor de riesgo se llama al médico. Explicó que “funciona así porque está estudiado que cuando el seguimiento del embarazo y el parto se llevan adelante por una partera tienen mejores resultados en términos maternos y neonatales”, y dijo que “en general, hay menos cesáreas y la experiencia de las mujeres es mejor”.

Troisi afirmó que las parteras son parte de los “profesionales más rentables, porque minimizamos las intervenciones, trabajamos desde la fisiología. No generamos gastos para el Estado; por el contrario, los reducimos”, pero eso ocurre cuando “podemos trabajar plenamente en el ejercicio de nuestras competencias”. Además, sostuvo que el trabajo de las parteras ayuda a disminuir los niveles de violencia obstétrica, porque tienen una aproximación a la vida sexual y reproductiva “desde la garantía de derechos, de respetar a la persona en su integridad, desde una perspectiva holística y promoviendo la autonomía”.

Sosa agregó que en las instituciones privadas a las parteras no las dejan controlar embarazos ni asistir partos, y su tarea queda limitada a controlar el trabajo de parto. De esta forma no sólo se limita la “autonomía profesional” que las parteras adquieren en su formación académica, sino que también se elimina la posibilidad de que la mujer embarazada elija cómo quiere hacer el seguimiento de su embarazo y ser asistida en el parto. El funcionamiento en el sector público es diferente, comentó Sosa, porque en “todos los hospitales públicos hay parteras” y “en la mayoría” hacen seguimiento de embarazo y pueden asistir los nacimientos.

Lagos se refirió a otros límites que ha sufrido en el ejercicio de la profesión. Relató que en algunos centros de ASSE los equipos de salud sólo le permitían hacer los exámenes papanicolau y que no le permitían ver a las embarazadas, pero no por una disposición del MSP ni de las autoridades de ASSE: “Simplemente era que en la policlínica a la que iba consideraban que no [podía realizar determinadas tareas] y nadie sabía explicar por qué. El mismo equipo de salud te vulnera los derechos, cuando nosotras jamás vulneramos los derechos de los demás”, reclamó. También contó que en otra institución una química farmacéutica no le permitía recetar medicamentos contenidos en el vademécum, a pesar de que hay un decreto ministerial que habilita a las parteras a hacerlo. “Tuve que hacer un trámite con ASSE, mandar una nota a la AOU para que avalaran que yo estaba autorizada a medicar por el MSP, y hasta que no vino la orden de ASSE, la química frenó mi trabajo”, sostuvo Lagos.

Sosa agregó otro elemento que a su entender dificulta el desarrollo de la profesión: “Las parteras son 100% mujeres, muy supeditadas al poder médico masculino patriarcal hegemónico”, señaló, y apuntó que no alcanzar el pleno desarrollo de sus derechos es un “tema de violencia de género”. De todas formas, aclaró que sobre este punto no hay un consenso entre el colectivo de parteras. A la vez, indicó que “las más vulneradas son las mujeres embarazadas”, porque no siempre pueden elegir el tipo de atención que quisieran tener.

Las tres especialistas coincidieron en que la precariedad laboral no sólo afecta directamente al colectivo de parteras, sino que lo sufren “directamente” las mujeres embarazadas porque “se ve afectada su calidad de asistencia y eso es algo que no se visibiliza del todo”, remarcó Troisi.