El verano nos trae la playa, los paseos, el descanso, leer un libro bajo un árbol, salir a caminar; una lista interminable de actividades al aire libre para disfrutar del cálido ambiente. Pero se deben tener ciertas precauciones antes de ponerse a tomar sol. Exponerse a los rayos ultravioletas en verano sin protegerse puede provocar insolación, quemaduras, ardores y otras molestias. Además, cuando la exposición directa se vuelve crónica, las consecuencias pueden ser mucho peores: se pueden generar tumores cutáneos, producto del daño que provocan los rayos ultravioletas en las células que conforman la piel. En los casos más graves, puede desarrollar cáncer de piel.

“Cuando hablamos de protegernos de la radiación ultravioleta, nos referimos a bastante más que el uso de protectores solares”, sostuvo a la diaria la dermatóloga Patricia Levrero, integrante de la Comisión Directiva de la Sociedad de Dermatología del Uruguay (SDU). Incluso, comentó que en la SDU dejan la recomendación del uso de protector solar al final de lista de acciones de protección del sol, aunque el uso correcto del protector sobre la piel no deja de ser una de las principales precauciones.

Levrero señaló que es de suma importancia respetar el horario para exponerse directamente al sol y fundamentalmente “no exponerse entre las 10.00 y las 16.00 horas”. Durante el resto del día es necesario tomar en cuenta medidas de prevención, como uso de barreras físicas: cubrirse el cuerpo con ropa, preferentemente oscura, apretada, con filtro ultravioleta o no, y si es de manga larga, mejor; utilizar sombrero con ala ancha que “tape bien la boca y las orejas”, lentes de sol, protector UV y resguardarse a la sombra, manifestó la especialista. La SDU recomienda “tratar de estar siempre a la sombra” y tener en cuenta que la radiación “viene de arriba y de abajo” por la reflexión en superficies como la arena y el asfalto. Por último, está el uso de protectores solares con factor solar de 30 o más. Levrero explicó que la correcta aplicación es media hora antes de exponerse al sol y es fundamental la cantidad que se aplica de protector; es necesario aplicar una cantidad generosa, semejante a “una cucharada por sector de piel: una para los brazos, una para las piernas, y así”. La aplicación se debe repetir cada dos horas, más aún en el caso de los niños. Añadió que, por más que los protectores sean resistentes al agua, se debe reiterar su aplicación porque la capacidad de protección se va perdiendo en “media hora o 40 minutos como mucho”, advirtió, y subrayó que “nunca es una resistencia que se mantenga durante horas”. Otra medida de precaución es evitar el bronceado y las camas solares.

Daños y cáncer de piel

La piel tiene memoria. El daño provocado por el sol no desaparece con el tiempo. Por el contrario, se acumula cada vez que hay exposición. Exponerse al sol sin protección genera “envejecimiento precoz de la piel, que va en la misma vía del cáncer de piel”; “el daño solar se manifiesta de múltiples formas: manchas oscuras o claras y arrugas”, entre otras, sostuvo la dermatóloga. La exposición a rayos ultravioletas también afecta la visión: “Así como hay un envejecimiento precoz en la piel, lo mismo sucede en los ojos”. “Hay lugares en donde niños ya están desarrollando cataratas”, advirtió Levrero. La acumulación del daño va generando lesiones “premalignas” que los dermatólogos pueden tratar antes de que lleguen a transformarse en cancerígenas.

“El cáncer de piel en el mundo es el primer cáncer en frecuencia, pero no significa que sea el primero en mortalidad”, aclaró. No existe una única causa que pueda explicar el origen del cáncer de piel. Lo importante es que en la mayoría de los casos es prevenible y curable si es detectado en las etapas tempranas. De todas formas, la dermatóloga explicó que las personas de piel clara ‒rubios, pelirrojos y de ojos claros‒ tienen más predisposición a desarrollar cáncer de piel. A su vez, la genética está “afectada por el medio ambiente”, porque la radiación ultravioleta y la calidad de la capa de ozono varía geográficamente y, por ende, la radiación que recibe la persona. Luego están los factores de exposición: “Mayor exposición, mayores quemaduras, aumentan mucho el riesgo de cáncer de piel”, planteó Levrero.

Hay tres tipos de cáncer de piel: los carcinomas, que son altamente frecuentes y que tienen menor malignidad y mortalidad ‒como el basocelular y el espinocelular‒, y, el menos frecuente pero “más agresivo y de mayor mortalidad”: el melanoma. El carcinoma basocelular se da con más frecuencia en áreas expuestas al sol, como la cara, las orejas, el cuello, el cuero cabelludo, los hombros y la espalda, y en personas de piel clara. Este carcinoma “nunca da metástasis, es decir que no tiene la capacidad de diseminarse”, manifestó la especialista. En el caso del carcinoma espinocelular, también se presenta en áreas expuestas al sol, como orejas, rostro, cuello, cuero cabelludo y manos y sobre piel dañada por el sol; es causado por exposición crónica (tanto al sol como a las camas solares) y acumulativa a largo plazo. “Tiene un poco de mayor riesgo que el basocelular” y puede provocar metástasis, dijo Levrero.

A diferencia de los anteriores, el melanoma puede situarse en cualquier parte del cuerpo. La dermatóloga sostuvo que todos los tipos de cáncer vienen en aumento, pero el melanoma mucho más. En Uruguay en los últimos años se sabe que dos personas mueren por cáncer de piel por semana. Entre 2012 y 2016, se registraron 7.572 nuevos casos de cáncer de “piel no melanoma” en hombres (1.514 en promedio por año) y 6.780 en mujeres (un promedio anual de 1.356). En el mismo período se registraron unos 260 casos anuales de melanoma y 85 uruguayos fallecieron por año por esta causa (49% hombres, 37% mujeres). Las cifras corresponden al último relevamiento del Registro Nacional del Cáncer, elaborado en mayo de 2020.

Recomendaciones del MSP

En el marco del plan institucional Verano Seguro, el Ministerio de Salud Pública (MSP) emitió una serie de recomendaciones para proteger la piel de la exposición a los rayos ultravioletas.

• Evitar la exposición al sol entre las 10.00 y las 16.00, horario en el que se reciben mayores radiaciones.

• Buscar siempre la sombra, puede ser de árboles, sombrillas o toldos.

• Usar ropa que proteja. Los colores oscuros, como negro, azul y rojo rechazan las radiaciones UV, que son las que dañan la piel.

• Usar sombrero de ala ancha que cubra cara, ojos, orejas y nuca.

• Usar lentes de sol con filtro UVA y UVB certificado, adecuados al rostro, y mejor si tienen protección lateral.

• Cuidarse los días nublados y ventosos: la radiación UV traspasa las nubes y también el agua.

• Usar protector solar. El factor de protección solar debe ser mayor o igual a 30. Colocarlo sobre la piel seca 30 minutos antes de exponerse al sol.

• Cuidar a los niños. En especial, no exponer nunca a menores de un año directamente al sol.

• No existe bronceado seguro. El bronceado es el daño de la piel causado por el sol. Evitar las camas solares. Se puede usar autobronceantes.

• Revisar tu piel. Prestar atención a una herida que no cicatriza, una mancha o lunar que cambió su aspecto. Consultar al dermatólogo.