La priorización de la pandemia de covid-19 y la alteración del funcionamiento de las instituciones de salud, principalmente por el distanciamiento físico, implicaron “posponer estudios de tamizaje, consultas presenciales y estudios de control” que sirven para la detección temprana del cáncer, advirtió a la diaria Lucía Delgado, oncóloga clínica, docente grado 5 de la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y vicepresidenta de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer.

Los datos que reportaron los prestadores integrales de salud a la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer mostraron “una importante reducción del número de estudios de tamizaje” entre el 13 de marzo de 2020 y el 30 de junio de 2021 respecto del promedio de los dos años previos, según se detalló en un estudio que estuvo a cargo de Delgado.

Los estudios de tamizaje tienen como objetivo seleccionar a las personas que podrían tener una lesión precancerosa o un cáncer asintomático. Han demostrado, según la oncóloga, reducir la mortalidad en algunos tipos de cáncer, como los de cuello uterino, mama y colorrecto. El papanicoláu (PAP), la mamografía y el test de sangre oculta en materias fecales son ejemplo de estos. Cuando los resultados son positivos se debe asegurar el acceso a los estudios que confirmen o descarten la enfermedad, subrayó.

Los atrasos en estos estudios, sumados a la demora en los diagnósticos, “explican la disminución inicial observada en el número de casos nuevos de cáncer”, afirmó la oncóloga, que alertó que “más adelante, cuando se restablezcan las condiciones de acceso a la atención de la salud, la demanda aumentará y es probable que alcance niveles superiores a los observados antes de la pandemia”, que, a su vez, habrán sido provocados por el menor control de los factores de riesgo. Esto, añadió, generará “un desborde de la capacidad del sistema de salud para asegurar los estudios diagnósticos y los tratamientos, y un aumento de la incidencia y de la proporción de los pacientes con enfermedad en etapas más avanzadas”. El incremento de la mortalidad por cáncer será la última consecuencia en esta cadena, subrayó. Esto mismo se advirtió en estudios que se realizaron en 2020 en Reino Unido y Australia.

En Uruguay, la mayor reducción se registró en los test de sangre oculta en materias fecales (50%), seguidos por las mamografías (49%) y los PAP (43%). La baja fue más pronunciada en los primeros meses de la pandemia, de marzo a junio de 2020: 80% en el caso de los PAP, 73% en los test de sangre oculta en materias fecales y 66% en las mamografías. Un año después, durante el pico de casos de covid-19 que se registró de abril a junio de 2021, las cifras volvieron a alcanzar otra importante reducción: 70% para los test de sangre oculta, 58% para las mamografías y 50% para los PAP.

A su vez, hubo una reducción de 24% en las consultas de primera vez en servicios oncológicos. Esta baja coincide con la disminución del total de casos reportados por el Registro Nacional de Cáncer entre enero y diciembre de 2020, recordó Delgado. Cuando se analiza este dato por trimestre, se ve que el mayor descenso se registró durante los tres primeros meses de la pandemia (39%), y volvió a ser pronunciado entre abril y junio de 2021 (27%). Los datos de la Administración de los Servicios de Salud del Estado no mostraron diferencias significativas entre el interior y Montevideo, según el informe.

Propuestas

El cáncer es uno de los principales problemas sanitarios en el mundo, y a su importancia como causa de mortalidad se suma el incremento progresivo de su incidencia y de sus costos de atención, explicó Delgado. A nivel mundial, ocupa el segundo lugar como causa de muerte, luego de las enfermedades cardiovasculares. En 48 países, entre los que está Uruguay, se ubica en el primer lugar como causa de muerte prematura, que es la que se produce antes de los 70 años.

Según Delgado, “entre 30% y 50% de los cánceres se pueden prevenir si se controla el consumo de tabaco y otros principales factores de riesgo”, como el consumo nocivo de alcohol, las dietas no saludables, el índice de masa corporal elevado, la falta de actividad física y las infecciones oncogénicas. “La magnitud de la carga mundial de cáncer, su impacto sobre la mortalidad y sus costos asociados destacan la importancia de reducir su riesgo a través de la adopción de comportamientos saludables”, consideró. “Pero para lograrlo no sólo es necesario promover comportamientos más saludables, sino considerar los factores sociales, ambientales y económicos que condicionan la posibilidad de las personas de adoptarlos”, recalcó.

Recordó que para muchos tipos de cáncer “la probabilidad de curación es mayor cuando se detectan en etapa temprana y se tratan en forma oportuna y adecuada”. La falla en impulsar y desarrollar políticas públicas en este sentido “impacta negativamente tanto en el control del cáncer como en el desarrollo económico y el bienestar social”, afirmó.

La oncóloga advirtió que además del costo de vida, el diagnóstico en etapas avanzadas determina un “aumento significativo del gasto en la atención del cáncer comparado con el gasto precovid-19”, algo que, si bien afecta a todos los países, impacta más en los de menores ingresos.

Delgado consideró que para mitigar el impacto del cáncer se deben mantener o retomar las políticas públicas para el control de los principales factores de riesgo vinculados, por ejemplo, al tabaco, el alcohol, la obesidad, el sedentarismo, la vacunación contra el virus del papiloma humano (HPV) y el virus de la hepatitis B. Lo mismo en relación a los programas de sensibilización para la detección temprana de la enfermedad. “Es importante desarrollar planes operativos para la reintroducción progresiva de las actividades de detección temprana del cáncer, que permitan reducir el riesgo de diagnósticos tardíos, sin desbordar la capacidad de los servicios oncológicos”, expresó. Recomendó mantener y mejorar el registro de los datos relevantes para el desarrollo y el ajuste de las políticas para el cáncer. Por último, expresó preocupación por la reducción de las exigencias en el rotulado de alimentos y por la aprobación de un decreto que autoriza la comercialización de los productos de tabaco calentado.

Para ponerse al día

La Comisión de Presupuesto integrada con Hacienda de la Cámara de Senadores recibió el lunes a una delegación del Ministerio de Salud Pública. Allí, el ministro Daniel Salinas informó que “el rezago quirúrgico fue encarado rápidamente” y que “era significativamente menor de lo que se esperaba”, y para eso se redireccionaron fondos de las metas asistenciales. “Se generó un plan que tiene que ver con la rápida recuperación de lo quirúrgico, así como un énfasis en retomar la prevención de las enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares y oncológicas, y las de transmisión infecciosa, como el HIV, tuberculosis y sífilis. Pero hubo continuidad asistencial en todo momento”, aseguró.