Son casi la una de la tarde del sábado y en el salón comunal del barrio 1° de Mayo, en Montevideo, Marcos Uria ya tiene todos los ingredientes necesarios para cocinar una pizza. Frente a él, ocho mujeres, referentes de merenderos de Casavalle, lo escuchan en silencio. Fuera de cuadro está Alfredo, que se encarga del horno a leña. Marcos es médico y Alfredo es panadero del Borro; es la primera vez que se ven.

“Yo no te lo quería decir, pero para mí la salsa lleva ajo”, dice una de las participantes, que se anima a romper el hielo. “Te lo acepto, pero si después de saltear con la cebolla se lo sacás”, responde Marcos, que cambió por un rato el uniforme blanco por un delantal azul. En diálogo con la diaria, cuenta que cocinar es un “cable a tierra”, que descubrió luego de recibirse de médico y de estudiar Medicina Interna y Reumatología. “Hice tres años de cocina en el [Instituto] Gato Dumas como una forma de ir hacia otros espacios no necesariamente tan sesgados como lo que hace a la condición de médico. Yo no trabajo en esto, es simplemente a modo de hobby, pero hoy me estoy encontrando con instancias de dar que me parecen formidables”, sostiene.

Marcos forma parte de Medicina Solidaria, un proyecto creado por un grupo de médicos que, sensibilizados por la difícil situación que enfrentan muchas personas en medio de la emergencia sanitaria por la covid-19, decidió iniciar un emprendimiento solidario para apoyar a ollas populares y merenderos de todo el país. Los profesionales que forman parte de esta iniciativa aseguran que es laica y que no tiene identificación ideológica; explican que sienten que este esfuerzo los conecta con “la esencia más valiosa” de su profesión: “El cuidado del otro en el sentido más amplio de la palabra”.

La idea, que surgió de la generación 88 de médicos, comenzó a rodar en mayo con el objetivo de ayudar a cinco organizaciones. “Una compañera plasmó la idea en el grupo de la generación. Dos o tres levantaron el guante, y empezó a germinar una semilla en varios de nosotros, que decidimos organizarnos y empezar a ver la forma para colaborar con esta realidad que hay en el país”, cuenta María Belleratti, una de las doctoras que integra el colectivo.

Tras la buena adhesión al emprendimiento, que se sustenta mediante donaciones abiertas al público en general y también a empresas, se colaboró con dos organizaciones más. En junio ampliaron el horizonte y seleccionaron otras diez organizaciones. Y luego pudieron sumar otras cuatro. “Elegimos mes a mes los distintos lugares, tratamos de que sea tanto en Montevideo como en el interior, porque los médicos somos de todo el país y las necesidades están en todos los lugares y no queremos concentrarnos sólo en Montevideo”, detalla Belleratti. Las colaboraciones han llegado a otros departamentos como Canelones, Río Negro, Maldonado, Rivera y Salto. Han colaborado alrededor de 350 personas, entre ellas 110 médicos de distintas generaciones, y diez empresas, cifras que sobrepasaron las expectativas. En su inicio, la meta era reunir 70.000 pesos por mes; sin embargo, en junio habían recaudado 360.000 pesos para destinar a las organizaciones.

Ese sábado, los vecinos de Casavalle esperan ansiosos, con caras expectantes, la visita de algunos integrantes de Medicina Solidaria. El fuego del horno a leña ya está prendido desde hacía un rato. Alejandro Andrada, referente de Casavalle a Pie –un colectivo de vecinos de la zona de Casavalle– conversa con una sonrisa y ni el frío de una típica tarde de invierno apaga su entusiasmo. Cuenta que en Casavalle las crisis no son nuevas. “Hay un historial de crisis y hay un historial de unión también. Eso, de alguna forma, me parece que nos deja mejor posicionados frente a otros lugares en los que tal vez haya más necesidades que en Casavalle, pero no hay organización de la gente”, relata a la diaria.

“Entre tantas acciones que tenemos, estamos impulsando la red de merenderos productivos, que integra a merenderos que ya vienen trabajando hace tiempo en la zona”, explica. El grupo de médicos, tras interiorizarse en este proyecto, decidió colaborar con una amasadora y no con alimentos, como lo hace habitualmente, a partir de la sugerencia de Alejandro para impulsar el uso del horno de pan que hay en el salón comunal. “Cierto que hay un horno acá, pero no sabemos bien cómo se usa”, había comentado una de las participantes al inicio de la jornada. “Es una ayuda tendiente al desarrollo, porque estamos generando competencias a través de un taller y también quedó maquinaria donada”, considera Alejandro. Añade que dentro de “este concepto de evolución” no sólo quieren producir alimentos, sino también, por ejemplo, trabajar con huertas y árboles frutales con el apoyo de la Intendencia de Montevideo.

Para Alejandro todo esto ayudará a “generar recursos económicos pero también competencias”. La idea, enfatiza, es replicar el conocimiento. “Nosotros hoy estamos con el doctor Marcos, que va a dar un taller, pero también tenemos un panadero local que hace unos panes riquísimos y sabemos que está dispuesto a enseñarles a otras personas que de repente hoy por hoy no tienen competencia y eso las condiciona laboralmente”, expresa el referente de Casavalle a Pie.

María, la doctora, señala que notaron que la amasadora ayudaría al colectivo a autosustentarse “más a largo plazo”. Eso les pareció importante, teniendo en cuenta que Medicina Solidaria funcionará durante seis meses, hasta octubre, cuando esperan que las cosas ya estén un poco mejor. “Acá es cuando decimos que vale más la pena mantener un lugar que llenar una panza”, dice, pero aclara que el objetivo principal del proyecto es “alimentar a aquel que lo necesite”. En este sentido, recalca que hasta el momento llevan donados 4.000 kilos de alimentos.

La jornada, para Marcos, fue altamente positiva. Relata que sintió que también se lograron “movilizar engranajes”. “Faltaba que rodara un poquito la pelota para que se empezaran a conseguir nuevas cosas; el tiempo dirá cuánto de lo que se hizo hoy puede llegar a cundir, pero me parece que la idea está rodando”, agrega. En cuanto al proyecto en general subraya: “Lo hacemos sin ningún tipo de pesar y absolutamente conformes y comprometidos, con ánimo sólo de dar y recibir, pero recibir la satisfacción de haber dado”. Una mirada similar tiene María: “Este proyecto nos ha dado más a nosotros de lo que nosotros le hemos brindado a la sociedad, porque lo que te devuelve el dar, el poder compartir y ayudar, no tiene recompensa, es algo inmenso y una gratificación enorme”. Asegura que los aleja de la rutina del médico, que tal vez es un poco solitaria en el consultorio con el paciente, y les permite ver cómo funciona la sociedad y acercarse más como médicos a la realidad de la gente.

Funcionamiento y estrategias

Las donaciones que recibe Medicina Solidaria son principalmente monetarias, aunque también han tenido colaboraciones de alimentos como carne y verduras. Quienes quieren donar se pueden comunicar por redes sociales o a través de los teléfonos 095 000 758 y 099 698 248. El colectivo les envía información sobre las acciones que llevan adelante; si los interesados manifiestan su voluntad de colaborar les envían el número de cuenta en el que pueden depositar de forma mensual o en un aporte único (en este último caso la suma se divide entre los meses que restan del emprendimiento). El grupo de médicos elige mes a mes las organizaciones a las que ayudar; se divide las tareas a través de comisiones y se reúne semanalmente vía Zoom para planificar y decidir los pasos a seguir.