La adicción a los videojuegos aparece en la lista de trastornos mentales en la revisión número 11 de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que si bien se había publicado en 2018 y había sido aprobada por la OMS en 2019, entró en vigor oficialmente el 1º de enero de 2022.
Consultada por la diaria sobre la clasificación de la adicción, la pediatra Claudia Romero, secretaria general de la Sociedad Uruguaya de Pediatría y exreferente del programa de Salud de la Niñez del Ministerio de Salud Pública, comentó que luego de la pandemia, el uso excesivo de las pantallas es uno de los temas que más le preocupan y que si bien ya existía, “se acentuó de manera significativa en los últimos dos años”.
Romero dijo estar de acuerdo con la inclusión de los videojuegos en la clasificación de la CIE, pero llamó a contextualizar el problema en base a las circunstancias. “Las horas del uso de pantallas los pediatras las regulamos con recomendaciones por edad, se limitan aunque se usen para videojuegos o no”, explicó, y agregó que “durante la pandemia los dispositivos no sólo se usaron para jugar, también para estudiar, para pasar el tiempo y para socializar.
“En un momento hasta para los pediatras fue difícil regular la cantidad de horas que los niños que asisten a las consultas pasan [frente a las pantallas]”, apuntó Romero. Acotó que “depende de muchas cosas, del contexto sanitario pero también personal o, por ejemplo, de la cantidad de tiempo que la familia puede pasar con ese niño”. A su entender, los principales efectos negativos del uso excesivo de pantallas son la miopía y “el retraimiento” de niños y adolescentes al “querer pasar mucho tiempo en sus habitaciones en lugar de socializar en la medida de lo posible, son las principales contraindicaciones”.
La pediatra recomienda a las familias “tomar conciencia de la situación” e incentivar la interacción con “juegos de caja, actividades al aire libre, socializar con pares y, siempre que sea posible, limitar las horas de uso de los videojuegos y dispositivos electrónicos”. De todos modos, comentó que “más que recomendar hay que reparar, porque el daño ya está hecho y el problema se ha agudizado”.
“Toda adicción es peligrosa”
“El uso de las pantallas se acentuó incluso en lactantes, una edad en la que no es para nada recomendable”, dijo a la diaria Carolina Soto, licenciada en Psicología. Coincidió con Romero en que el problema se agudizó debido a la pandemia. En cuanto a las adicciones, dijo que “siempre hay un motivo detrás, por el cual el niño o adolescente recurre a ellas: puede ser por vacíos, porque el cuerpo va cambiando e intentan sentirse bien en lugares fuera de la realidad, o porque desean experimentar un personaje”, explicó. “Toda adicción es peligrosa porque intenta evadir la realidad y no permite conectar con lo que realmente está pasando”, agregó. Sobre quiénes son los más vulnerables ante estos trastornos, dijo que “por lo general son personas emocionalmente frágiles”.
Para detectar si un niño o adolescente está transitando este problema, recomendó “intentar generar diálogos, ya que empiezan a desinteresarse por actividades que antes les gustaban”, y “observar si se ven afectadas las interacciones sociales o con las familias”, porque “si el niño prefiere estar en su habitación o frente a una pantalla, seguro esté sucediendo algo”.
Soto explicó que la OMS considera una adicción a partir de los 12 meses de uso casi continuo “pero habría que abordarlo de forma personal ya que las pantallas y los juegos son algo que está muy a mano, accesible y cada vez presentan una percepción más real”.
Soto explicó que en las consultas con niños suele detectar a quienes tienen conductas adictivas porque “son chicos que traen personajes terroríficos muy incorporados, con demasiado estímulo que no pueden procesar porque es muy violento”, detalló. Agregó que otro de los indicios pueden ser comportamientos no habituales en ámbitos escolares, familiares o muy concurridos por el niño.
La tesis de grado con que Soto se recibió de psicóloga incluye una revisión bibliográfica sobre la incidencia del uso de los celulares en la crianza en la primera infancia y cómo afecta el desarrollo emocional de niñas y niños. “Concluimos que aquellos niños que no usan celular en ese rango de edad, con el correr del tiempo, lograban herramientas más eficaces a la hora de manejar sus emociones”, contó la psicóloga. Por esta razón, recomienda que “en la primera infancia, pero también en niños más grandes y adolescentes”, los horarios de las pantallas sean regulados por un adulto y, en lo posible, que no se utilicen de noche, ya que alteran el sueño. En caso de sospechar una posible adicción, Soto aconsejó que se establezca una comunicación con el niño o el adolescente pero que no lo juzgue, y consultar con un profesional de la salud en el caso de considerarlo necesario.