Como cada mayo, esta semana se conmemora una nueva Semana Mundial del Parto Respetado. El lema de esta semana es “cuidar los nacimientos, cuidar a las familias”. En este marco, la diaria consultó a especialistas relacionados al nacer para conocer sus opiniones sobre qué implicancia tiene el concepto en Uruguay, qué es necesario contemplar para que se respete el proceso, y sobre la necesidad de replantear el nacer, por ejemplo, mediante su despatologización. A su vez, todos coincidieron en que lo más importante no se basa en cuestiones económicas, sino en la escucha activa, la inclusión de las familias en el proceso y la información.
“El parto respetado es un movimiento político” que surgió hace “más de 20 años” tras la reunión de un grupo de mujeres que “un día se juntaron a intercambiar sobre la experiencia del parto” y encontraron algo en común; una herida que volvió el encuentro con su hijo algo doloroso” y lejano con respecto a lo que se habían “imaginado”, relató, en diálogo con la diaria, Carolina Borgia, egresada de la Escuela de Parteras e integrante del Grupo por la Humanización del Parto y Nacimiento.
Agregó que ante eso las mujeres “decidieron tomar acciones” y, previendo “la resistencia” que eso iba a generar, decidieron no hablar de forma “explícita” sobre esa violencia, e implementaron el término “parto respetado”, una especie de “lucha” contra la violencia obstétrica.
La escucha activa
A su entender, el parto respetado implica “conocer” y escuchar a quien va a parir y a su entorno familiar con la comprensión de que “cuando nace un bebé hay una reestructura de la madre y del entorno”. Saber ante qué persona estoy, cuál es su historia, necesidades y preferencias, considerar si es posible acompañar lo que se pide, “es importante”, al igual que llamarla por su nombre e “identificarse como profesional”.
Agregó que “la posición de autoridad de los profesionales de la salud” también influye en el proceso. La estructura de los centros de salud “es jerárquica”, allí existe “el machismo”, y ese no es sólo el ámbito de atención al nacimiento, sino que también es el de formación de los y las profesionales. “No se trata de buenas personas que practican el parto respetado y malas personas que practican el parto violento”, radica en que “si la formación es violenta la práctica es una consecuencia”, porque nadie se forma pensando en ser “un mal profesional, sigue los aprendizajes que aprendió como válidos”, explicó.
Las campañas publicitarias, por ejemplo, de los prestadores de salud también “van en contra” del parto respetado desde determinadas acciones. “Algunos” prestadores de salud ofrecen la analgesia como una “solución” para “quitar el dolor de un momento de felicidad”, y eso “no es cierto” y “no está bien”, porque el dolor “es una señal, cumple una función y es parte del proceso”. Es decir, si no aparecen las contracciones y no duelen, “no hay indicio del inicio del parto”. Existen casos en los que ese dolor “es intolerable y la analgesia es necesaria”, pero se formó “una especie de cultura” de que es elemental para que las mujeres “se afilien a tal mutualista porque ofrece la analgesia, que imponen como absolutamente necesaria, de forma gratuita”. “Tampoco está bien” porque la analgesia “no está exenta de riesgos”, tanto para la madre como para el bebé.
También mencionó que hay diferencias entre los partos que suceden en Montevideo y en el interior, y a su vez en el sector público y en el privado. También en la comparación entre los departamentos que conforman el interior, las realidades “son diferentes”. Dentro del sector privado, también hay diferencias entre los prestadores que integran el Sistema Nacional Integrado de Salud y los seguros médicos.
Por ejemplo, en el interior “muchas veces” sucede que en una ciudad el sector público cuenta con un equipo de maternidad preparado, pero carece de infraestructura, y el prestador privado, ubicado en la misma localidad, cuenta con infraestructura pero no con un equipo completo, eso “implica traslados que no son favorables” para quien está por parir o acaba de parir.
“Empatía y profesionales sensibles”
Bernardita Curti da Costa, obstetra partera, educadora sexual e integrante de Latir, un grupo de parteras y psicólogas que brindan acompañamiento en el embarazo, el nacimiento y la crianza, en diálogo con la diaria, puntualizó sobre la importancia de la presencia de parteras en los centros de salud donde hay centros de nacer, no sólo por el “rol de la partera en despatologizar el nacimiento”, sino porque es una recomendación de la Organización Mundial de la Salud.
Acotó que el lema de este año invita a “cuidar a las familias” y a concebirlas “como un sostén real” del proceso. Es importante “que podamos hablar de nacimientos disfrutables” de forma activa y consciente, y tenerlo como un objetivo importante más allá de querer que “el bebé y la madre estén sanos”. “Debemos” generar partos que también hagan a la “vivencia del puerperio”, acotó.
En los casos en que existe alguna patología, “se requiere una posición aún más empática” porque la situación “es aún más compleja”. Agregó que “no se necesita casi nada” para que un parto sea respetado y humanizado. Más allá de que las pelotas, los bancos de nacer y otros implementos “son productivos” para transitar ese momento, “lo que más se necesita es empatía y profesionales sensibles”.
Para finalizar, opinó que es necesario que las “buenas condiciones” no sean un privilegio” que dependa de la posición económica de quien va a parir, que el acceso a diferentes herramientas sea general y que los dispositivos que ya existen sean más personalizados para no perder el foco en cada familia.
En la misma línea, Francisco Cóppola, integrante de la Clínica Ginecotocológica B del Hospital de Clínicas, acotó que el “respeto al parto” se concibe desde dos enfoques. Primero, al parto como tal, “como la forma más natural, menos peligrosa y segura de nacer”, en un contexto en el que “es cada vez más común que se crea lo contrario” y que muchísimas veces prime la cesárea como método, algo que se basa “en la mala información”.
“La cesárea se debe reservar para cuando no haya más remedio”, pero no en eventuales casos en los que todo “está normal” y nada impide el parto vaginal, que además de ser “el momento más importante en la vida de una mujer”, es el momento “más impactante en la vida del niño”, aunque después “no lo recuerde”. En cuanto a cuestiones médicas, explicó que el parto vaginal previene gran diversidad de enfermedades a lo largo del desarrollo y la vida del recién nacido.
Segundo, está el respeto al parto como proceso. Se trata de un evento “fisiológico y normal” en el que el profesional “no debe imponer su forma de nacer”, porque “cada persona tiene sus creencias religiosas y culturales”, por lo tanto, si las condiciones están dadas “hay que respetarlas”. También hay que preparar a las madres “para que no conciban el parto como algo peligroso”, y para ello es “fundamental” la presencia y el rol de las parteras.
“Los profesionales deben esperar a que los problemas se presenten”, no dar “soluciones” antes a un proceso que es “natural”, sostuvo. “Necesitamos reconstruir la confianza en el parto”, reflexionó.