Según datos nacionales del Ministerio de Salud Pública, en Uruguay durante los últimos diez años los nacimientos por cesárea aumentaron 8%, es decir que el país posee un alto índice de utilización del método, aunque a nivel mundial no es una excepción.

En su tesis de doctorado Los profesionales de la salud frente a la cesárea. Un análisis psicosocial de una relación compleja, Carolina Farías, docente del Instituto de Psicología de la Salud de la Universidad de la República, planteó varias preguntas en cuanto a los motivos que responden al uso del procedimiento, para conocer y analizar cuáles son los factores psicosociales, organizacionales y sanitarios implicados.

Para esto, realizó un estudio cualitativo de “diseño flexible” de tipo transversal con un alcance descriptivo y analítico. La muestra (intencional y teórica) la conformó con profesionales del área de maternidad vinculados en la intervención.

Según el estudio, al que accedió la diaria, Farías concluyó que el 48% de cesáreas a nivel nacional es multicausal y agrupó los resultados en cuatro áreas: la visión de los profesionales sobre “el problema de la cesárea”, la incidencia de la organización sanitaria en la gestión del procedimiento, las prácticas profesionales frente al mismo y la “hiper-responsabilización de las mujeres”.

Las conclusiones del estudio evidencian que la cesárea está lejos de ser un tema exclusivo de la órbita médico-clínica y su multicausalidad se detecta en la interrelación de la gestión sanitaria, los profesionales y las usuarias. El fenómeno de la cesárea y su alta incidencia es multifactorial y multicausal, pero hay un aspecto transversal y es la visualización del nacimiento como un “evento patológico que debe ser medicalizado”.

Para revertir la concepción “es necesario entonces incorporar de forma profunda al nacimiento como proceso ante todo fisiológico, en el cual los protagonistas son la mujer, el bebé y los recursos de apoyo familiar, y donde la práctica médica debe limitar su actuación” a aquellos casos en donde la situación lo amerite “pero no antes”.

La nueva mirada debe además abarcar a todo el sistema de salud, tanto a los aspectos organizativos, de gestión, clínicos, técnicos y tecnológicos, y de comunicación en salud, para que derrame “hacia las mujeres en particular y a la sociedad en general”.

Lo deseable sería que las medidas de reducción del índice de cesáreas incorporen una visión “ecológica del problema”, apuntando a revertir la “hiper-medicalización” de estos procesos desde distintas acciones. Las estrategias deben ser integrales e incluir todas las dimensiones de los sistemas que influyen en la mujer, interviniendo en las prácticas profesionales concretas, pero también, en la gestión de los servicios, así como en las creencias sociales sobre el parto y el nacimiento.

Un problema que impacta más allá del país

En diálogo con la diaria, consultada sobre la motivación para analizar el tema, contó que el género, las masculinidades y otros temas vinculados, más una experiencia personal vinculada al nacimiento de su primera hija, el cual fue por cesárea, fueron temas que siempre le interesaron y que trabaja desde la psicología, su profesión.

Desde ese lugar conoció historias en las que las familias tenían poca información, poca autonomía y situaciones en las que primaba la violencia obstétrica. Además, al contactarse con grupos de otros países, por ejemplo, España, le llamó la atención que algunas cosas, en relación con cómo se sentían las mujeres luego de pasar por una cesárea, se repetían.

El primer acercamiento al análisis del tema lo tuvo a través de una primera tesis, anterior a la que presentó en diciembre, que se basó en indagar las vivencias de las mujeres que vivieron cesárea o parto vaginal, tanto en el sector público como el privado. En ese primer acercamiento, detectó que “si bien la idea de la cesárea puede ser algo que la mujer elija, está muy vinculado a la falta de información y preparación” para pasar por la intervención.

Ya en su segunda investigación, al buscar el punto de vista de los profesionales, Farías se enfocó en la interrelación de las causas que concluyen en el procedimiento. “Tenemos un buen sistema de salud, buenos índices, especialistas bien formados e incluso parteras, algo que en otros lugares no existe, y sin embargo tenemos un índice similar a otros países que carecen de estas consecuencias”, detalló.

De las entrevistas a las parteras, ginecólogos, neonatólogos y anestesistas, valoró consignar las distintas razones que cada uno expresó, ya sean organizacionales, profesionales y vinculadas a la decisión clínica, y a las razones que los profesionales les atribuyen a las mujeres.

Además de las conclusiones ya mencionadas, Farías puntualizó en una visión “paternalista y autoritaria” que se ejerce desde el saber médico sobre las mujeres, sus potencialidades y su capacidad para tomar decisiones sobre sus cuerpos.