Este jueves, la Junta Nacional de Drogas (JND), junto a otros organismos como el Ministerio de Salud Pública (MSP), presentó ToxiMix, una campaña de concientización sobre el consumo de bebidas energizantes y su mezcla con alcohol. La iniciativa, que en principio se lanzó el 8 de diciembre a través de diferentes plataformas y de la mano de varios influencers, difundió una lata colorida con el nombre de un producto que no existe.

La campaña fue difundida como si se tratara de una bebida real: una supuesta mezcla de alcohol y energizante promocionada como una “bebida revolucionaria”. El objetivo de esta primera fase fue generar expectativa, deseo y conversación, reproduciendo los mecanismos con los que hoy se instalan tendencias entre adolescentes y jóvenes. La segunda etapa comienza este viernes, con la difusión del proyecto como campaña pública.

Se trata de “una propuesta de prevención y reducción de riesgos que utiliza los mismos códigos del marketing contemporáneo para generar conciencia sobre los peligros de mezclar alcohol con bebidas energizantes”, detallaron desde el organismo. A través de una “narrativa innovadora, la acción interpela especialmente a públicos jóvenes, ingresando por lo estético y lo aspiracional, para luego revelar un mensaje claro y basado en evidencia”.

“Energía falsa, efímera y peligrosa. Alcohol más energizante que te deja out. ToxiMix, la mezcla que no combina. Cuando mezclas, triplicás el peligro de darte vuelta sin darte cuenta”, alerta la campaña.

Sobre los efectos de estos productos estimulantes, Jonathan Tejera, integrante de la comisión directiva de la Sociedad Uruguaya de Pediatría, explicó que algunas de las consecuencias del consumo están vinculadas a los efectos depresores del alcohol sobre el sistema nervioso central. “Sabemos que la adolescencia es la etapa de la vida en la que la percepción de riesgos es menor y la toma de riesgos es mayor, por lo que una bebida que los estimula mezclada con alcohol es de alto riesgo para la salud”, desarrolló. Para Tejera, estas sustancias “los exponen a conductas de riesgo para su integridad física y mental”.

Por su parte, Melina Pan, integrante del Departamento de Toxicología del Hospital de Clínicas, agregó que en los últimos años han crecido las consultas por intoxicaciones con bebidas energizantes. “Están aumentando en menores de edad por el consumo de la bebida sola y en mayores por el consumo del energizante mezclado con alcohol”, dijo.

Sobre los signos, explicó que en mayores de 18 años el principal síntoma y motivo de consulta es que, ante la pérdida de percepción de ebriedad, se llega más rápido al coma etílico. En adolescentes, en tanto, se desarrollan cuadros de ansiedad, inquietud y temblores asociados a la taquicardia, que “en pocos casos” desencadenan una arritmia. Por último, en menores de 6 años, en quienes el consumo es “no intencional” —es decir, toman una lata en su casa sin la iniciativa de un adulto—, se producen intoxicaciones por consumo de cafeína pura, ya que para su edad representa una dosis tóxica.

Además de la cafeína, uno de los componentes más conocidos de las bebidas energizantes, que inhibe la absorción del calcio y puede generar osteoporosis temprana, Pan alertó sobre otros componentes como la taurina, una sustancia que genera “mayor estímulo a nivel muscular y que puede provocar roturas musculares y derivar en una falla renal”.

¿Por qué los jóvenes eligen estas bebidas?

Según datos de la JND, entre 2010 y 2024 las ventas aumentaron 1.325%. Además, de acuerdo con la X Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Estudiantes de Enseñanza Media del Observatorio Uruguayo de Drogas, el 65,9% de los estudiantes de entre 13 y 17 años consumió bebidas energizantes en el último año, y la edad promedio de inicio es de 13 años.

En la presentación, Lucía Antúnez, integrante del Núcleo Interdisciplinario Atención y Bienestar de la Universidad de la República, explicó que, a través de un proyecto de investigación financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, se buscó aportar insumos para el diseño de estrategias que desestimulen el consumo de bebidas energizantes en adolescentes y adultos jóvenes. El estudio también procuró comprender las motivaciones del consumo a partir de la consulta directa a esta población.

En la primera etapa del proyecto se relevaron experiencias de 700 adolescentes de cuatro departamentos del país y, a partir de sus relatos, “se reafirmó que el consumo es extendido”. Además, señalaron que conocen los energizantes “de todos lados y sobre todo por la publicidad en distintos formatos, por ejemplo, anuncios en redes sociales”.

Antúnez agregó que los adolescentes expresaron sentirse atraídos por las latas supercoloridas y la variedad de diseños, algo especialmente atractivo para los de menor edad, que incluso coleccionan las latas. En cuanto a los motivos de consumo, respondieron que las utilizan como “energía para estudiar, para algún deporte, pero también porque son ricas y refrescantes”.

Quienes tienen 15 años o más reconocieron el consumo combinado con alcohol “por el sabor o porque suaviza, también porque es lo que se toma ahora”. En este punto, se detectó que “no hay una percepción de riesgo acorde al peligro que implica combinar ambas bebidas”.

Sobre los lugares de consumo, manifestaron que tiene una dimensión social y mencionaron juntadas con amigos, viajes, cumpleaños e incluso la familia como un actor que facilita el consumo.

Consultados sobre qué acciones podrían tomarse para desmotivar el consumo, surgieron propuestas de campañas de comunicación informativas, dinámicas y coloridas, con interlocutores cercanos a ellos, como influencers, una estrategia que fue incorporada en la campaña.