En 2023, la Unidad Pediátrica C del hospital Pereira Rossell empezó a darle forma al proyecto. La doctora Cecilia Izuibejeres, pediatra y actriz egresada de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), comenzó a trabajar en la adaptación del proyecto español Yo Cuento, que introdujo el arte escénico al espacio hospitalario. Esa experiencia inspiró una investigación científico-académica en Uruguay que hoy se desarrolla, por segundo año consecutivo, bajo el nombre Efecto Mariposa. El proyecto abre las puertas del hospital al teatro y pone en discusión su valor en el contexto de la atención en salud.

“Partimos de una situación que nos sensibiliza: el aumento de niños, niñas y adolescentes internados en el área de psiquiatría infantil del hospital Pereira Rossell por causas que están vinculadas a la violencia y a problemas de salud mental”, plantea Izuibejeres. La necesidad de poner en juego nuevas estrategias que acompañen y complementen los tratamientos fue el puntapié inicial para el proyecto, ante la “ausencia de intervenciones sistematizadas desde lo no farmacológico con objetivos terapéuticos”. La investigación tiene un objetivo central muy claro: “generar conocimiento sobre lo que sucede cuando incorporamos las artes escénicas al abordaje integral de la salud”, explica Izuibejeres.

El proyecto Efecto Mariposa cuenta con el financiamiento del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el respaldo de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar) y la participación de un numeroso equipo multidisciplinario conformado por profesionales tanto de la EMAD como del Pereira Rossell. Si bien el dispositivo aún está en desarrollo y las conclusiones científicas no han sido sistematizadas, la doctora Izuibejeres comparte algunas primeras impresiones que marcan el rumbo: “Lo que nosotros observamos es que las repercusiones son sumamente positivas, y los cambios que empezamos a ver son muy representativos”.

La investigación utiliza una metodología mixta, con técnicas cualitativas y cuantitativas. Se busca analizar aspectos como la vivencia subjetiva de cada participante, los posibles cambios de ánimo antes y después de su participación en el taller y su incidencia en la experiencia de internación. En el día a día del taller, se perciben algunas impresiones que refuerzan la percepción de un impacto positivo; muchas veces, las palabras que surgen entre los niños, niñas y adolescentes refieren a desahogo, esperanza, ganas, alegría o, simplemente, al hecho de distraerse y jugar por un rato.

La cita es cada miércoles por la tarde. Niños, niñas y adolescentes internados reciben la invitación a participar en el taller teatral que se desarrolla en el hospital. Quien lidera la propuesta es María Elena Pérez, actriz y docente de la EMAD –recientemente premiada como mejor actriz de reparto en el Festival de Cine de Málaga–. Bajo su coordinación ya han pasado por el taller más de 100 pequeños artistas. El primer año, una estudiante mujer de la EMAD se sumó al equipo; en el segundo, fue el turno de un estudiante varón. La propuesta siempre se realiza con el seguimiento del equipo de la Unidad C del Hospital, encargada de llevar adelante la sistematización y el análisis con fines investigativos y científicos.

“El teatro es un juego muy esencial”, explica Pérez. “Cuando eras niña lo hacías todo el tiempo en tu casa: una dialéctica en la que vos sabés que te estoy mintiendo y yo sé que estoy mintiendo, y sin embargo te miento, y vos me lo creés. Y yo soy María Elena, pero ahí en realidad soy Julieta con Romeo, o soy Lady Macbeth, o soy lo que quiera. Y vos te lo creés. Eso que es tan primario el teatro lo valida y lo habilita, da el espacio para que suceda. Y para estos gurises, el hecho de tener un espacio donde son vistos, y además alentados, tiene un valor enorme: decirles ‘esto salió genial, sos un actorazo’”, reflexiona.

El proyecto sigue adelante. El horizonte es lograr la sistematización rigurosa y meticulosa de la experiencia, que le dé la validez científica necesaria para su continuidad y, eventualmente, su réplica en otros espacios, en otras poblaciones, con otras necesidades y otras dinámicas. “Nosotros hacemos mucho énfasis en el carácter investigativo de esto, no queremos que quede reducido a nuestro pálpito o a nuestra interpretación: queremos aprovechar la posibilidad para generar evidencia científica en torno a esta experiencia”, cierra Izuibejeres.

¿Por qué el teatro?

“El teatro ayuda”, afirma Laura Pouso, dramaturga, traductora, docente y actual directora de la EMAD. “Ayuda, tiene sus cualidades en ese sentido, porque nos da la posibilidad de ser otros, un poquito al menos. Pero para ser otro hay que ser profundamente uno mismo”, agrega. Desde su mirada, hay un disfrute compartido por parte del equipo del hospital, del equipo de la EMAD y, sobre todo, de los propios participantes, porque “devolver la posibilidad del juego configura una ayuda muy grande”.

Pouso retoma la idea de Peter Brook –reconocido director británico– sobre la necesidad de llevar el teatro a lugares como las cárceles, y le suma una reflexión personal: “A todos los lugares donde la persona esté privada de asistir al teatro, por el motivo que sea, el teatro tiene que ir. Para hacerlo o para verlo, porque el teatro es un derecho”.

Desde el punto de vista formativo, Pouso plantea tres dimensiones del aporte para los estudiantes de la EMAD. En primer lugar, la posibilidad de desarrollarse en un área del conocimiento no abordada desde ninguna asignatura de la escuela. En segundo lugar, la apertura a descubrir una potencial vocación secundaria, “que surge de la plasticidad y el dinamismo de esta disciplina”. Y en tercer lugar, una incidencia directa en el desempeño académico: un fortalecimiento de las capacidades expresivas de los pasantes. “No lo quiero condicionar sólo a esto –aclara–, quizás esté vinculado también a otras cuestiones. Lo que quiero decir es que nosotros trabajamos mucho en la escuela sobre el concepto de individuación, y esta experiencia nos permite ver otras aristas de la zona expresiva de nuestros estudiantes”.

Yo Cuento, el proyecto artístico-sanitario español

Bajo el liderazgo de Inés Enciso, gestora cultural y coordinadora del área de Desarrollo e Investigación de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, el proyecto “Yo Cuento” (disparador del proyecto Efecto Mariposa) inició en 2021 con la premisa de ofrecer a niños y niñas en tratamiento neurológico en el hospital Niño Jesús de Madrid un instrumento que potencie áreas como la comunicación, la autopercepción, el estigma, la creatividad y la expresividad. “Son niños que tienen una limitación en el ocio y en el día a día importante, aparte de que son edades muy sensibles en las que tú eres muy consciente de que eres diferente. Y entonces, a través de las artes escénicas en general, del trabajo creativo, hemos podido trabajar eso”, explica Enciso.

La propuesta, que el equipo médico acercó a Enciso, quien la aterrizó y materializó junto a un cuantioso equipo de artistas, ha tenido un enorme éxito e impacto en la vida de sus participantes. En 2023, los participantes de “Yo Cuento” transformaron el hospital en un teatro, abriendo las puertas al público para compartir las vivencias del centro médico. Además, realizaron otras intervenciones, como un espectáculo circense y varias obras de teatro. El proyecto ha contado con el apoyo de instituciones como la Fundación Corso y Netflix, y ha sido reconocido por su impacto positivo en la humanización pediátrica. “Hemos logrado que ellos se vean en un escenario actuando y 800 personas de pie emocionados, llorando, aplaudiéndolos. Pasan de que la gente los mire por la calle de forma estigmatizante a que de repente la gente esté de pie aplaudiendo por ellos...”.