Tuvo que cerrar las fronteras Brasil para que se declarara política pública, pero el control de plagas por confusión sexual se viene investigando desde finales de los años 80 por iniciativa del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República. Casi 40 años después, 95% de los productores de Canelones, Montevideo, San José y Colonia controla en forma biológica sus montes de frutales de hoja caduca. Sergio Vola, uno de ellos, abrió el miércoles las puertas de su chacra en Melilla para mostrar in situ la aplicación del método.

Lepidóptero es el nombre científico de la mariposa conocida como “diurna”, que se reproduce por medio de la colocación de huevos en plantas. En el caso de los frutales de hoja caduca, es común notar estas larvas en los frutos una vez madurados; para eliminarlos, la mayoría de los productores recurren a plaguicidas químicos con efectos nocivos para el organismo humano.

A fines de 1980, investigadores y académicos empezaron a probar, a ensayo y error, un método novedoso para controlar biológicamente las dos principales plagas de los frutales de hoja caduca –grafolita y carpocapsa– por medio de la liberación en altas dosis –para el insecto– de las feromonas emitidas por las mariposas hembras. Esto consiste simplemente en colocar varios dispositivos emisores de feromonas –una vaina de plástico de unos 15 centímetros– en el tercio superior de los árboles, que hace que “el macho se confunda y no logre llegar a la hembra para fecundarla”, explicó Vola.

El método recién fue desarrollado a principios de este siglo por Jumecal, una cooperativa agraria fundada por un grupo de fruticultores en 1965, con apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, en un plan piloto que reunía a productores en 50 hectáreas. Pero la estrategia recién se convirtió en política pública en 2012, después de que Brasil notara la presencia de la larva en manzanas de exportación y decidiera devolverlas y cerrar las fronteras por considerarse libre de esta plaga.

Ante esto, la Dirección General de Granja, del MGAP, en conjunto con el INIA y la Facultad de Agronomía, lanzó el programa Manejo Regional de Plagas. Entonces eran 175 productores afiliados al programa, lo que implicaba la cobertura de una superficie de 2.100 hectáreas. Con el paso de los años, después de que a fines de noviembre de 2014 se anunciara que los productores que no estuvieran en el programa no accederían a otros beneficios distribuidos por la cartera, la afiliación creció, con la cofinanciación del Fondo de Fomento de la Granja para la adquisición de feromonas y el servicio de monitoreo.

En la última zafra eran 410 productores –95% de los productores de Canelones, Montevideo, San José y Colonia– que controlaban en forma biológica la producción en montes de frutales de hoja caduca, peras, duraznos, manzanas, ciruelas y membrillos, en un total de 3.700 hectáreas.

Si bien cuando se estableció la obligatoriedad se apuntaba a disminuir en 25% las aplicaciones de agroquímicos, al día de hoy 95% de los productores de las frutas que se consumen en el mercado interno lograron reducir a la mitad en promedio. En algunos casos se llegó a 90%, como en el de Vola, quien contó que hace únicamente una fumigación al principio de la zafra, para “asegurar que mueran todos los huevos”, y el resto de los meses controla la plaga sólo por medio del método de confusión sexual.

En una conferencia de prensa, el ministro Enzo Benech informó que la meta es llegar a que la totalidad de los productores de frutales de hoja caduca adhieran al programa, ya que se trata de un método que tiene mayor efectividad cuanto mayor es la superficie cubierta. Sostuvo que, de todas maneras, “el resultado es muy positivo, pues baja año a año la cantidad de insecticidas que se usa; no hemos tenido más problemas con el gusano de la fruta y aumentamos la productividad coexistiendo la producción con el ambiente”.

Fernando Carbone, técnico de Jumecal, aseguró que el método no afecta el ecosistema natural. De hecho, Vola sostuvo que, desde que lo aplica, “se empezaron a ver aves –como cardenales– que se habían dejado de ver”. Si bien consideró que “probablemente el consumidor no lo haya notado”, “la calidad del producto es superior”. “Vamos en el camino de ir a una producción orgánica de fruta”, sostuvo.

Mientras tanto, las investigaciones continúan en el INIA y la Facultad de Agronomía. Se adelantó que en este momento se está probando el método de confusión sexual en otros insectos y otros cultivos, como el tomate y el maíz dulce, así como en otra estrategia, que consiste en “liberar insectos para controlar la plaga”.